No importa si te decantas por el Baño de las Mujeres o por la Playa del Siscal. Si te detienes en la Punta del Barco Perdido o si te dejas arropar por la inmensidad de la Cala Blanca. El resultado es el mismo si eliges la Playa de la Galera o la del Rafal, e incluso si acabas en la Playa del Charco o te atreves a contemplar la Ensenada de la Fuente desde la Punta del Cerro de la Cruz. Todos estos momentos te llevarán a una misma conclusión: la comprensión de lo insignificante que parece el ser humano al lado de dos paraísos terrenales llevados a la costa como son Puntas de Calnegre y la Marina de Cope.

Da igual la franja horaria o el punto cardinal al que mires, una visita a este parque regional resulta increiblemente bonita lo mires como lo mires.

Reducto de naturaleza en estado puro

Conocido como uno de los últimos terrenos del Mediterráneo español que aún no se ha visto afectado por la urbanización descontrolada, este espacio natural protegido desde 1992 constituye una de las zonas costeras con mayor biodiversidad de toda la Región de Murcia, llegando a combinar 6 hábitats terrestres y 3 marinos. Cada arrecife, duna o acantilado nos recuerda el carácter salvaje e indomable de sus más de mil hectáreas esparcidas entre 17 kilómetros a lo largo de la bahía de Mazarrón.

Sería necesaria más de una vida para poder apreciar en su totalidad toda la belleza de esta llanura costera, y quizás aún resultaría imposible comprender lo extraordinariamente increible y ajeno al ser humano que resulta la simple existencia de este paraje que resulta de unir con diecisiete kilómetros de pura naturaleza salvaje las Puntas de Calnegre y Cabo Cope.