Aunque su dirección oficial es la calle del Carmen de Los Garres, el Mesón Pedro nació hace más de veinte años a partir de una pista de bolos huertanos, que aún está en uso, y una caseta donde hacían conejos a la brasa, situada en una plaza elevada con el poético nombre de Balcón de la Huerta. Y es así, desde las puertas del mesón podemos contemplar unas fantásticas vistas de la huerta murciana, la Catedral a lo lejos y hasta el Cristo de Monteagudo.

Pinos centenarios y retorcidas moreras dan sombra a la plaza que en verano ocupa la gran terraza del mesón desde la que comer o cenar saboreando el olor de la carne haciéndose en sus brasas.

La jovencísima Sandra Bernal Gil, que va a ser mamá en apenas cuatro meses, es la gerente de Mesón Pedro, después de haber trabajado en él los últimos ocho años. « Aquí se viene a comer a 'lo barroco' -nos explica-, comida de toda la vida, guisos de olla y carne a la brasa». Ayudan a Sandra un equipo de tres personas en la cocina, cuatro camareros, el encargado de las brasas y, los martes y jueves, la futura abuela, su madre Ana Encarnación Gil Perona.

Para acceder al mesón debemos subir unos pocos escalones (cuentan con silla ascensor para minusválidos) y accedemos directamente a la zona de barra donde nos reciben unas vitrinas repletas de las tapas más tradicionales: pulpo al horno al estilo tradicional murciano, si venimos sábado o domingo, a 2,50 el trozo; calamares, caballitos, tigres, pulpo en salpicón, sepia, ensaladilla, empanadillas fritas, magra y calamares con tomate, salchicha, cabezas de cabrito, guiso de pelotas y hueva, mojama o bonito salado. Frente a la barra, con taburetes de madera, cuentan con una zona con seis mesas y una decoración que nos hará sentirnos como si estuviésemos en una auténtica barraca de la huerta murciana, con vigas de madera en el techo, por la tela de sus cortinas o las decorativas plateras tradicionales huertanas. Cuentan con un gran salón interior con capacidad para 45 comensales, decorado con históricas de Murcia y de Los Garres-. Pero el espacio más auténtico, sin duda, del Mesón Pedro es, como ellos lo llaman, 'el chiringuito de las brasas'. Un entrañable y acogedor recinto donde disponer largas mesas para comer junto a la gran chimenea de brasas de madera. Un lugar ideal para comer en los fríos meses de invierno en la huerta. Junto a la gran chimenea no faltan antiguos almanaques con modelos ligeras de ropa. Aunque pudiéramos pensar que su oferta gastronómica se va a limitar a las carnes a la brasa, cuentan con una extensa carta con más de 40 entrantes, además de los mencionados en la barra, como almejas, gambas al ajillo, piruletas de gamba marinada, brochetas de marisco, muslitos de mar, croquetas de jamón y de pollo, tortitas de camarón, gamba roja a la plancha, carpaccio de ahumados, michirones los fines de semana, carrilleras de cerdo en salsa, ternera en salsa, acelgas fritas con sardinas, huevos rotos con jamón, berenjena rellena con carne o gambas y una gran selección de embutidos y salazones.

Elaboran tres tipos de ensaladas y tres diferentes platos de tomate partido, con boquerones, con bonito o con cebolla y olivas.

Entre sus arroces encontramos el de verduras, el de costillejas, por supuesto el arroz con conejo o con conejo y caracoles y el arroz de marisco. Pescados como lubina, dorada, merluza o emperador y, por supuesto sus carnes a la brasa de conejo al ajillo o con tomate, codorniz a la brasa, pollo y cordero a la brasa. Su bodega incluye cinco tintos de Rioja, Ribera o Jumilla y dos vinos blancos.