En plena ola de calor y finalizando el mes de junio, nuestra mejor opción para pasar el día es irnos junto al mar. Queda inaugurado el verano cuando nos descalzamos y pisamos la arena de nuevo, en ese instante en el que el agua nos remoja la piel y fijamos la vista en el horizonte sin más prisa que la del viento sobre nuestro cuerpo. Volver a la playa es sinónimo de reencontrarnos con una parte de nosotros mismos, con nuestros recuerdos y con el incesante sonido de las olas del mar, que nunca cambia y siempre es eterno.

Tenemos la gran suerte de tener, desde cualquier punto de nuestra región, a escasos kilómetros o a una hora y pico como mucho de coche, la cercanía de la costa. Además, tenemos la fortuna de disponer de una costa con dos mares distintos: el Mar Mayor y el Mar Menor, idóneo para los niños, sobre todo en edades bien tempranas. Sabemos que la calidad de las aguas de la laguna salada no es ni de lejos como la que disfrutábamos cuando éramos pequeños, pero poco a poco hay zonas en las que la contamiación nos da un respiro.

Eso sí, esta experiencia que estamos viviendo con el Mar Menor nos debería servir para tomar conciencia y educar a nuestros pequeños en el respeto al medio ambiente. Cuando camino con mis hijas por nuevos senderos, intento enseñarles a amar cada zona por la que pasan, respetando el patrimonio natural que nos regala el entorno. Y en la playa, igual, porque en esa orilla también hay un ecosistema en busca de equilibrio.

Pero volvamos al verano. Es tiempo de helados, de bicicletas y chanclas, de sombrillas y toallas, de "Tápame que tengo frío" o de "No me quiero ir todavía". Aguantemos el máximo tiempo junto al mar, con las gafas de buceo, con los cubos y palas, con los libros que nunca llegamos a empezar y dejamos siempre apartados, con esa bolsa que recuperamos de año en año, y con todo ese 'aparataje' que es parte de la experiencia. Camina por la orilla, sin prisa y sin pausa; respira profundamente y siente el olor a sal en el ambiente, todo eso que nos regala el verano.

No obstante, con el calor que nos espera este fin de semana, lo mejor que se puede hacer es ponerse a cubierto en las horas en las que más atiza el sol, y aprovechar la tarde para zambullirnos de lleno en el agua, ya sea en la playa o en las piscinas. Si por circunstancias no tenemos casa en la cosa ni tenemos familia o amigos a los que tocarle el timbre, no hay problema siempre y cuando contemos con una nevera y una buena sombrilla.

Un par de sillas, esterillas, muda y toallas es lo necesario para quedarnos un día entero en la playa. Las de La Manga del Mar Menor gustan mucho a los niños, sobre todo para jugar con el oleaje. Eso sí, mil ojos siempre con los niños, no se les puede perder de vista ni un minuto cuando están cerca del agua.

Si vamos a pasar el día en la playa, podemos preparar de antemano un frito de pollo con tomate y verduras, carne empanada, tortilla de patatas y bocadillos que nos evitarán hacer un gasto excesivo si somos muchos de familia. Si el bolsillo nos permite ir a comer a un restaurante, tenemos la opción de poner la sombrilla en la playa y dejar encargado en cualquiera de los muchos restaurantes que hay cerca de la costa una mesa para la hora de comer.

Recomiendo que os llevéis también una botella de cinco litros de agua vacía, porque luego a la vuelta tenemos que lavarnos los pies. Hay padres que terminan echando doscientos viajes a la orilla por culpa de la arena. Os recuerdo también que todo lo que llevemos a la playa se vuelve con nosotros. Sobre todo la gente que es aficionada a comer pipas sin descanso, los hay que se dejan las cáscaras en la arena, y es un desastre luego cuando los niños empiezan a construir castillos y se encuentran de todo..., porque, quien dice pipas, dice colillas, botes, envases...

Así que combate el calor este fin de semana inaugurando el verano con tu primer baño. Las vacaciones han llegado y con ellas nos hemos quedado.