Algunos de los espacios más socorridos de la ciudad con la llegada del calor y las largas tardes de verano son nuestros parques y jardines. En Murcia disponemos de espacios verdes tan emblemáticos y de gran belleza como el Jardín de la Pólvora (o Jardín del Salitre, como también se le conoce), un enclave realmente delicioso para disfrutar con los niños especialmente en las horas en las que el sol va cayendo. Y es que las tardes cobran allí un encanto especial, sobre todo si nos acercamos a esa zona que hay justo a la espalda del Museo de la Ciudad, donde antiguamente estuvo la Real Fábrica de la Pólvora y Salitre a comienzos del siglo XVII.

Se trata de un rincón mágico en el que contamos con una gran variedad de vegetación que nos retrotrae -por el tipo de plantas aromáticas y árboles- a los jardines de la época hispano-musulmana. Así, en este pequeño espacio confluyen épocas distintas y buena parte de la historia de Murcia, que, por si fuera poco, se nos presenta aderezada con esa fusión de colores que nos regalan las flores y con el aroma característico de nuestra huerta.

En medio del tráfico que engulle a la ciudad, de esa vorágine imparable de nerviosismo y prisas, nos adentramos, a través del Jardín de la Pólvora, en un paraíso, en un auténtico vergel en el corazón del ruido. Un lugar, sin duda, para llevar a nuestros pequeños y ofrecerles así la experiencia de conocer rincones increíbles que, aunque a veces no lo creamos, están a la vuelta de la esquina.

Protegido entre los edificios, este jardín nos brinda la oportunidad de poder estar con los niños sin el miedo de la cercanía de coches o de peligros propios del tráfico rodado cuando los peques salen corriendo o juegan con la pelota. De la misma manera, es un espacio maravilloso para ir con animales de compañía, como los perros, que disfrutan de lo lindo cuando se les deja correr por allí.

Además, se puede aprovechar que estamos por la zona para ir de visita al siempre recomendado Museo de la Ciudad -que cumple en estas fechas su veinte aniversario-, o al Centro Regional para la Artesanía de Murcia. También tenemos por allí la iglesia de los Pasos de Santiago, el Convento de las Agustinas, el Museo Salzillo y el Museo Taurino, en el mismo jardín; espacios a los que hay que añadir, claro, parques recreativos en los que los niños pueden columpiarse y dejar volar su imaginación de un lado a otro de este maravilloso jardín.

Y si entre tanta carrera queremos hacer un pequeño descanso, en el Club Taurino de Murcia contamos con una cafetería en la que podemos tomar un refresco o picar algo, al igual que en un puesto con terraza que se encuentra en uno de los extremos del jardín. En cualquier caso, es una zona en la que no hay problema para tomar algo con peques: tenemos pizzerías, restaurantes japoneses, confiterías..., de todo.

Eso sí, recordemos que los espacios abiertos -incluso los más pequeños- están sobredimensionados para los niños, y si para nosotros estos lugares ya de por sí son grandes, para ellos son algo mucho más amplio. Con bicicletas, con patines, con juguetes que se lleven de casa para jugar en la tierra, con sus muñecos o coches, ir al parque o a un jardín con vegetación con mayúsculas es ir para disfrutarlo sin prisa.

El Museo de la Ciudad es muy llamativo para los niños -y no tan niños...-, ya que hace un recorrido por la historia de nuestra ciudad desde tiempos inmemoriales, nos hace un repaso a lo largo de sus plantas por la construcción y evolución, así como por los orígenes de la ciudad. Además, se trata de un edificio realmente singular y bonito que perteneció antaño a la familia López-Ferrer, si bien, siglos antes de su construcción -data del XIX-, ya contábamos en ese lugar con la Torre de Junterón.

Pero, volviendo a la actualidad, cuando accedemos al interior del museo nos encontraremos en la planta baja con una maqueta central que recrea la Murcia de la época andalusí. Con botones luminosos, nos irá indicando los distintos lugares de la muralla y de la ciudad. Después, en la primera planta, nos adentraremos en la época de Alfonso X El Sabio y la zona de la Catedral, con una preciosa maqueta e información relacionada con la misma. Si subimos a la segunda planta, entraremos en los siglos XIX y XX, con las secciones dedicadas al Belén y su artesanía, y otra zona específica para el pimentón y toda la industria de la conserva que tuvimos en esos años, junto con las fiestas más emblemáticas como el Bando de la Huerta y el Entierro de la Sardina.

En definitiva, un repaso por la historia cronológica de la construcción de la ciudad de Murcia como tal, y de los aspectos económicos ligados a la propia tierra.

Así que, ya sabes, se puede hacer un paseo por el ocio, por el arte y por nuestros orígenes en un escaso radio de acción; eso sí, con el juego como telón de fondo.