Uno de los placeres que nos regala esta Región es, sin lugar a dudas, nuestro litoral. Y en invierno, a pesar de que el frío hace acto de presencia de manera intermitente, solemos disfrutar de unas temperaturas tan agradables al calor del sol que parece que en ocasiones se esconda y deje paso a la primavera.

Los fines de semana, e incluso los días de semana si tenemos ocasión de perdernos y disfrutar de un día al aire libre, son ideales para poder sentirnos en pleno contacto con nuestro entorno. Así que, en esta ocasión, vamos a El Portús, en Cartagena, una pequeña playa con acogedoras vistas y a escasos once kilómetros de la ciudad portuaria.

Hablando con las personas que viven en la zona, nos cuentan que en época de baño suele haber bastante afluencia de gente, porque junto con Cala Cortina son las dos únicas playas con las que cuenta Cartagena. Quizá, para los que nos movemos más entorno al Mar Menor, el poder descubrir estos rincones nos supone un auténtico regalo a la vista.

Es ideal para ir con los niños y disfrutar de la brisa, así como del paisaje, que parece abrazarnos en esa forma de abrigo que hacen las propias rocas junto al mar y las casas que allí se levantan con unas vistas realmente espectaculares. No hay en la misma playa un bar, pero sí hay una escuela de kayak, la famosa PortusKayak, que se encarga de realizar todo tipo de actividades. En esta época no hacen salidas con niños, por la temperatura del agua, pero sí empiezan después de semana santa con rutas bordeando la costa cercana, y que son en realidad actividades muy atractivas para el público familiar.

Es zona de paso para turistas, los que se acercan o pasan temporadas de invierno en el camping naturista cercano, pero más bien un lugar en el que estar y disfrutar del horizonte sin ningún tipo de preocupación por el tráfico o el peligro de ir con niños. Os recomiendo llevar unas chanclas, calcetines de repuesto y unas toallas, ya que los niños en cuanto ven la arena les apetece descalzarse y acercarse a la orilla. Si comprobamos que el agua no está muy fría no importa si a media mañana meten un poco los pies en el agua y andan descalzos por la arena tomando un poco el sol. Es realmente bonito el poder comprobar lo limpia que está el agua en esta zona, y cómo el verde de algunas algas o musgos se poda sobre las rocas que están en la misma orilla.

A la izquierda hay una especie de cueva, un recoveco en el que se ve la mano del hombre y la propia naturaleza, pero es de cierta belleza el juego entre las rocas y el agua, con ese contraste del verde tan intenso bajo el mar. Una sombrilla, una esterilla, un par de libros y una mochila en la que llevar lo necesario para picotear pueden ser suficientes para estar sin más prisa que la del descanso.

Nos vamos a encontrar además con una pequeña ermita, con su escalinata mirando al mar, que data de 1924. Tiene ese encanto de los pueblos marineros, con vida en el verano, y adormecidos el resto del año. Lugares solitarios y tranquilos, mecidos al son del viento y del calor del sol, sin más adornos que el blanco de su fachada y el azul celeste de su puerta de madera. Es como detenerse en el tiempo, en una película antigua, pero de plena actualidad.

Este tipo de lugares al abrigo del mar nos regalan unas vistas maravillosas. Llega un momento en el que el sol brilla en lo más alto del día, en el que si miramos al horizonte, creemos ver estelas de plata en medio de la mar. Miramos a lo lejos, allá en el horizonte barcos en la lejanía, buques que emprenden un largo viaje o llegan de otros continentes.

Son espacios sencillos, sin adornos, en los que podemos hablarles a los niños de la necesidad de conservar las líneas costeras, así como de mantener limpios los lugares a los que vamos, con más o menos gente. En un primer momento eché en falta una cafetería en tan magnífico lugar, luego lo pensé y me dije que ciertos sitios hay que mantenerlos alejados del tumulto y del estruendo que a veces ensordecen y estropean la naturaleza.

Si te apetece descubrir una de las playas cartageneras, si aún no has ido por esta zona, arranca el coche y pon rumbo a la playa del Portús. Una de las poblaciones cercanas es Galifa, un lugar que también visitamos y que nos encantó. Esta zona que está en el Parque Natural de la Sierra de la Muela, Cabo y Tiñoso tienen una catalogación medioambiental protegida. Nos encontraremos por esta zona los cornicales y sabinares en cuanto a vegetación. En lo que se refiere a fauna, hay por la zona halcones peregrinos y búhos reales. Por tanto son zonas especiales de un interés ecológico.

Os recomiendo como recurso didáctico hacerse con un mapa de la región con el que podamos ampliar la zona a visitar. Si vamos con el coche, podemos trazar previamente en un plano impreso con ayuda de Google Map el viaje, y ayudar así a los niños a que de manera visual contextualicen el paisaje y, cómo no, el viaje. Aprender geografía es un aliciente si lo hacen siendo ellos los auténticos protagonistas.