Quizás Pablo Perea esté condenado a no conectar con el consumidor medio porque no vende productos artificiales. Él transmite emociones surgidas de la experiencia y llenas de detalles. Estuvo al frente de La Trampa y, tras cuatro discos, comenzó su andadura en solitario, con seis referencias hasta la fecha.

Y en la última, Talón de Aquiles, que presenta en Molina, demuestra que sigue siendo un pedagogo del oficio. Se las ha arreglado para crear un álbum infinitamente agradable, donde la sonoridad y la exaltación cambian de una canción a otra.