spaña «va muy por detrás del resto de los países» del entorno respecto al derecho a la desconexión laboral, que consiste en la capacidad del trabajador para no recibir y no contestar llamadas o mensajes fuera de su jornada laboral, según señala la abogada Lucía Gómez.

En España «no existe legislación como tal», de hecho, las normativas vigentes «ni siquiera prevén una denominación de la desconexión laboral», aunque sí que hay empresas como AXA, Santander o Ikea que lo han incluido en sus convenios colectivos, apunta Gómez, letrada especializada en Derecho Civil, Laboral y Bancario de Sanahuja Miranda Abogados. El primer y único país en regular esta cuestión ha sido Francia, mientras que Alemania está en proceso.

La abogada asegura que, cuanto mayor es la responsabilidad del trabajador, más complicado es desconectar, aunque ha insistido en la posibilidad de delegar las tareas a un compañero durante el periodo vacacional, aunque es algo poco habitual. «Quizá también sea un problema de las personas, que tenemos que aprender a saber delegar», opina. Asimismo, Gómez reconoce que hay excepciones para desconectar «por causas de fuerza mayor o extraordinarias» que debieran considerarse como «horas extraordinarias que deberán ser remuneradas como tal».

Por último, la abogada recuerda que el Tribunal Europeo de Derechos Humanos dice que «no puede haber una desconexión absoluta» de la vida social y familiar del empleado durante la jornada laboral, de modo que «dentro de unos límites razonables» se puede «hacer alguna llamada personal y el jefe no tiene porqué enterarse», pues sino vulneraría la privacidad del trabajador.

Por su parte, la responsable de estudios de Infojobs, Neus Margalló, añade que el 51% de los españoles responde llamadas o mensajes fuera de su jornada laboral, según una encuesta que la compañía ha realizado a 3.000 personas en activo. «Cuanto mayor es la responsabilidad más contestan y menos desconectados están en periodos vacacionales», manifesta apoyando la teoría de Gómez.

De este 51%, el 36% siente la obligación de responder, un 34% alega que su puesto lo requiere, y un 14% sencillamente tiene «la necesidad de estar conectado».

Por otra lado, Infojobs ha preguntado a 1.000 empresas sobre este tema y un 28% han declarado estar aplicando algún tipo de política de desconexión. «Si miramos por el tamaño, son las empresas pequeñas las que lo aplican en mayor medida: tres de cada diez, mientras que las grandes, una de cada diez», revela Margalló. «En las grandes hay más estructura y es más difícil desconectar», dado que «existen más cargos» y, por lo tanto, una mayor «interdependencia», mientras que en los negocios de menor tamaño «es el pequeño empresario el que se lo lleva todo a casa».

En cualquier caso, Margalló ha explicado que la comunicación entre la empresa y los trabajadores para conocer su derecho a la desconexión es fundamental. «Hay empresas donde hay una cultura del miedo, y donde esté el miedo es difícil» la desconexión laboral «si no hay una política expresamente comunicada», dado que es complicado «que alguien no se sienta obligado» a responder los mensajes fuera de la jornada laboral, «pero si hay cultura de la confianza esto no va a suceder», apunta.

«Aun así, hay muchos fenómenos que se están entremezclando, como la tecnofatiga, el tecnoestrés o la tecnoadicción», explica. Y es que, según ha apuntado, «hay mucha gente a la que le cuesta no mirar sus redes sociales o el correo» pues, hoy en día, con los teléfonos móviles «te vas con el trabajo en el bolsillo». Por este motivo, Magalló señala que los trabajadores también deben ser responsables consigo mismos y tratar de desconectar en lo posible, pues es una cuestión que incide en su propia salud y bienestar.

Por último, ha insistido en que «la desconexión digital revierte en una mejora en el trabajador y en una mejora en la empresa» y ha recordado que hay puestos de trabajo con «excepciones y particularidades» en los que es complicada la plena desconexión.