Llevábamos un tiempo sin tener noticias de David Moya hasta que reapareció a finales de año como artista invitado en la final del Crearte de Molina (en 2004 resultó ganador del concurso “Molajoven”). Las horas invisibles, su sexto disco, es un álbum espléndido, una sonata de otoño teñida de primavera, o viceversa. Campea por todas las canciones, fieramente humanas, una brisa melancólica que a veces se convierte en belleza agobiante, vaga tristeza entrañable. Una obra de madurez en la que se deja arrastrar suavemente por el vértigo del tiempo, de la desilusión, de hojas de otoño sacudidas por el viento… David Moya se recrea con temas de amor (en la distancia) donde el previsible despecho se transforma en ternura, en una vaga tristeza que encandila. Las horas invisibles es como el diario íntimo de un navegante curtido. Sus nuevas canciones son una prolongación natural de anteriores discos, pero son más íntimas y más sosegadas. Trabaja más los jardines del alma, te inocula remansos interiores. Y, aunque esgrime talante angelical, incita al disfrute sosegado de la vida cotidiana.

David Moya, que está preparando nuevo disco con Rocío Ramos en la producción, proyecta en sus canciones un halo incandescente de sensibilidad, y hace que sus temas crezcan sobre la llama imperturbable de una poesía trenzada entre las líneas del pentagrama. En esta nueva visita realizará un recorrido por sus tres últimos discos. Será este viernes, en el Café del Alba a las diez de la noche (entradas, 5/8 euros)