Un creador para el futuro

Es lo primero que se nos viene a la necesaria reflexión sobre la obra de Tomy Ceballos, su apuesta por unas formas y un arte con destino al siglo XXI; los pasos dados en el XX no han sido sino para tomar el impulso de ganar lo eterno y las luces del futuro. Es uno de los artistas más exportados, por no arriesgarme y decir el que más valores internacionales acumula en su historial. Ya lejos aquellas primeras participaciones de 1987, cuando se le incluía en selecciones juveniles; por aquel entonces, quiero recordar, en la Sala Amadís, de Madrid, del Instituto de la Juventud. La relación de exhibiciones de sus fotografías, de sus esculturas fotográficas, de sus instalaciones, da vértigo relacionarlas o simplemente repasarlas para comprobar cómo ha sido la vida profesional de este artista murciano polivalente y, en cierta manera, misterioso.

Ha expuesto varios años en Arco, con galerías nacionales; ha sido seleccionado para Contraparada, en el Palacio del Almudí, de Murcia. Retiene en sus vivencias extraordinarias citas vitales: dos meses en el Amazonas, en Río Preto; el Taller con Pepe Jiménez en el Museo de Arte Contemporáneo de Madrid o su expo en la Sala Arenal, de Sevilla cuando la Exposición Universal del 92. Últimamente le han expuesto en el murciano LOF 113, con ese aire neoyorquino que encaja tan bien en las apuestas artísticas de Ceballos. De difícil clasificación, los conceptos clásicos de los ismos y de las catalogaciones quedan obsoletos si se le intentan aplicar desde cualquier punto de vista; no es posible hacerlo sino cayendo en el error continuado de cerrar un espíritu ágil y permanente en una palabra de difícil defensa y significado. Su obra es única y solo suya, le pertenece en todos los circuitos en los que el arte pueda examinarse. No siempre puede afirmarse con tanta rotundidad la originalidad y el talento de un artista, para impactarnos siempre con lo nuevo, con lo genial, con lo desconocido que nos causa mitad asombro, mitad desconcierto. Existe el espacio plástico tradicional, con sus monumentos históricos, sus museos y las colecciones de los amateurs de arte; además existe el espacio plástico del futuro, en el cual la integración del fenómeno de Arte se producirá universalmente en todos los estratos de la sociedad; hay artistas gloriosos que sacian el hambre espiritual de las élites contemporáneas; el destino de Tomy Ceballos ronda el paraje virtual de lo inédito. Su destino es claro, definido y clarificador; estará fuera de su tiempo a propósito de que así sea visto y deseado. Seremos testigos de sus brillos en el horizonte metálico de la reverberación imposible. Ceballos ya se ha embarcado en la navegación del próximo siglo que acabará, sin duda, con muchas sombras del pasado vulgarizado.