La risa del éxito

Gloria Olmos con la risa encendida, con la carcajada recién brotada de su rostro feliz. Esto no puede deberse a otra cosa que al exitazo de sus proyectos, al acomodo de su alegría por el acierto. Bueno, la supongo contenta por otros aspectos, pero vamos a lo que vamos, a lo profesional. No hay cosa que más me guste que un ambiente de taller, me he criado en una sastrería (a unos metros del taller de Gloria) y sé lo que digo puntada a puntada, patrón a patrón; solo lo mejora, a mi gusto, un estudio de pintor (con perdón, Gloria) donde se huele a aguarrás y a esencia de trementina. Pero el taller de bolsos de Gloria (Gloriaca para el diseño de su producto) sabe a gloria (vale la excelsa repetición) bendita; las pieles y sus decoraciones o teñidos también desprenden su aroma. Yayo Delgado nos puso en la pista, en su Achopijo de este periódico, de esta estación de moda creativa a la murciana. Bolsos de piel de formas innovadoras y sobre todo únicas, esa es su razón de ser y su prestigio. Se producen sus cientos de bolsos y ninguno es igual al otro; la empresa lleva unos cinco años y ha creado marca. Casi les pasa como le pasó al Danone, que la gente no pedía un yougourt, pedía un Danone. Aquí muchos no dicen de comprar un bolso, una bandolera, un minicubo o un bag (que no sé que es); la clientela pide directamente un 'gloriaca'; es un Dalí, es un Picasso, ha conseguido que su nombre suene a bolso, a producto artesano. A emprendedoras de Murcia. Sus bolsos tienen la calidad y la calidez de la obra imperfecta; las pieles se conservan con sus imperfecciones naturales y, ya se sabe, no hay arruga similar a otra arruga, dicho de otra manera con slogan que nos recuerda su obra, «la arruga es bella».

La empresa es familiar, su hermana es parte del proyecto, pero han creado puestos de trabajo. Está en pleno centro de Murcia, en el mismo lugar, en edificio restaurado que Asunción tuvo su taller de fotógrafo en el que daba trabajo a los pintores de los años 20, Pedro Flores entre ellos: en la calle González Adalid. Su tienda es el propio taller.

Una estilista de una productora de cine les compró un ejemplar para que la actriz Blanca Suárez lo llevara en la película Perdiendo el Norte; se desató ese misterio que nadie conoce la razón última para que todos preguntaran por los flecos de los bolsos de piel que llevan una firma estampada: Gloriaca. A partir de ahí, dicen, todo se multiplicó.

Las pieles suelen ser de potro, de zorro, de cavallino o visón, en buena lógica tratadas y coloreadas. Posiblemente hasta de edición numerada, como ocurre con las obras de arte. Estamos ante un modelo de ellas. Ante un fenómeno comercial que distingue a Murcia y sus gentes (a algunas).