Transcurrido el período de guerras que las naciones europeas sostuvieron contra los promotores de la Revolución Francesa y, después, contra Napoleón, se reanudaron las actividades coloniales, mientras, por otra parte, se declaraban independientes la mayoría de los territorios americanos. Este fuerte impulso colonizador, propio del siglo XIX, obedece a distintas razones:

El deseo de resarcirse por la pérdida de otras colonias. Inglaterra pierde Norteamérica, hoy los Estados Unidos. Francia, en lucha con los ingleses, había perdido Canadá, Luisiana y la India. También existía la necesidad de buscar materias primas (algodón, caucho, petróleo€) para el desarrollo industrial, como también nuevos mercados para las manufacturas y nuevas estaciones navales. Igualmente se hizo prioritaria la conveniencia de disponer de territorios con que poder resolver el problema del exceso de población.

El espíritu de curiosidad geográfica se manifestó sobre todo en los numerosos exploradores del continente africano. Ineludibles son los nombres de Barth, Livingstone y Stanley.

Y es aquí donde aparece la figura del explorador cultural murciano Victorio Melgarejo, que siendo un hombre del siglo XXI, también se ha convertido, gracias a la perspicacia en todo un explorador, más bien en un colonizador cultural que fomenta, aglutina y da luz y vigor a la cultura de la tierra junto a creadores de hoy día. En los últimos meses la actividad de la asociación cultural Hay un tigre detrás de ti viene supliendo de manera frenética y quizás mantenida, las iniciativas de quienes tenían la obligación de llevarlas a cabo en esta Murcia indolente, sumisa y tantas veces desagradecida como carente de ideas por parte de la oficialidad.

Una gran idea la de Victorio Melgarejo, aunque muchos siguen preguntándose el por qué de un nombre tan original como aterrador. No nos consta que el promotor de la asociación y gran comunicador sea amante de los felinos agresivos como lo es el tigre, si bien conocemos sus preferencias hacia conejos y caracoles en un saludable y delicioso arroz. Una cabeza muy bien amueblada la del señor Melgarejo, que unido a su laboriosidad y dinamismo da ejemplo de cómo generar de forma excelente nuevas expectativas e ilusiones entre las nuevas generaciones de artistas de la tierra.