Ha recorrido todos y cada uno de los medios de comunicación regionales en su dilatada trayectoria de eterno colaborador periodístico. Apasionado del flamenco y la literatura, ha cubierto 25 años ininterrupidos el Festival de La Unión (ha recibido los premios Pencho Cros de periodismo y el Carburo de Oro), y ha publicado tres novelas. La primera fue la tercera que escribió, y la primera que escribió, la tercera en publicar. «Mis biógrafos se van a hacer un lío cuando tengan que explicarlo».

Sobre todo se liarán cuando hablen sobre tu evolución literaria ¿no?

Pues sí. La primera novela que escribí fue Tiempo de transición, que ha sido la última que he publicado, después salió El murmullo de las estaciones ; la última que escribí es la primera que publiqué, Una novela sin nombre. Tengo otra acabada, ¡Apunten, fuego. Viva la República! y otra que está a punto de salir a la calle en pocos días, La muerte del minotauro. Además, estoy escribiendo mi autobiografía que, a fin de cuentas, derivará en una miscelánea.

¿En qué te inspiras para tus novelas y tus personajes?

La inspiración es diferente en cada una de ellas. Lo único que tienen en común es que las ubico en ciudades de provincia y muchas veces nombro a Murcia en ellas. Mis personajes suelen ser gente común en la que pueden verse reflejados desde un albañil hasta un cirujano. Los temas casi siempre son recurrentes, el amor, con sus diversas variaciones como el desamor o los celos. En definitiva, la vida cotidiana en el sentido social.

¿Periodismo o literatura?

Son dos formas diferentes de entender el hecho de narrar. El periodismo lo he ejercido siempre como cronista, directo y al día. La creación narrativa te permite hacer un juego con la ficción y la realidad. En los tiempos que vivimos, a veces la realidad puede ser pura ficción.

¿Tus referentes literarios?

Muchos, la máxima novela total es El Quijote. Ahí están todas las fórmulas de la novela moderna, cuento, relato corto, cartas, poesía. También soy hijo de las escuelas rusa, francesa y del boom de la literatura latinoamericana de los años setenta con Julio Cortázar como gran referente.

¿Desde cuándo el flamenco?

Al nacer en un barrio obrero donde han vivido gitanos, mis primeros recuerdos de niñez son aquellas fiestas al calor del fuego con esos primeros sones flamencos, después escuchando en máquinas de discos del Bar de Perico a Canalejas del Puerto Real, Manolo Caracol o la música de Los Brincos, y después José Menese, Enrique Morente, El Lebrijano y guitarristas como Paco de Lucía, Vicente Amigo, Diego del Morao o Antonio Carrión.

¿Qué representa para ti La Unión?

Siempre me ha parecido un milagro que un pueblo tan pequeño haya podido mantener un festival de estas características. Aunque no hay que olvidar a Lo Ferro, con trescientos habitantes y un festival con el que llevan ya quince años.

¿Cómo ves la cultura regional?

En este momento hay una gran desatención por parte de la Administración que no se corresponde con el gran momento artístico que se está gestando en Murcia. Me parece una auténtica barbaridad que se planteen cerrar temporalmente el Museo Ramón Gaya, que es un gran dinamizador cultural de la ciudad.

DE PUÑO Y LETRA

La vida es bella a pesar de los pesares. En esos momentos en los que compartir unas risas, unas cervezas, mientras te entrevista Paco y tefotografía Israel. La vida es bella.

Patricio evidencia un mayor grado de vivacidad que la mayoría de las personas de su tipo: el grupo de los intuitivos extravertidos, siempre excitados por las posibilidades, probabilidades que ofrece la vida. Aventurero de espíritu emprendedor, tal vivacidad mental le confiere una gran capacidad de improvisación, la que le permite captar antes que los demás el sentido de las cosas y lo que la gente dice ´entre-líneas´. Por el contrario, a los otros les suele ser algo difícil seguir el hilo de sus ideas dado que tiende a insinuar más de lo que dice. Pablo Alzuagaray(www.consultoresgrafologos.com)

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