René Descartes está considerado como el padre de la filosofía moderna y uno de los nombres más destacados de la revolución científica nacida en el siglo XVII. Perteneció a una familia de baja nobleza, es decir que tenían cierta apariencia pero escasos posibles. Su madre murió a los trece meses de su nacimiento al dar a luz a otro retoño que tampoco logró sobrevivir. René se crió con su padre, su abuela y su nodriza, de la que nunca se separaría, llegando a pensar algunos con mala boca que estaba enviciado con los lácteos. El ambiente familiar, por lo tanto, fue proclive a los mimos y exceso de celo de sus familiares. Su padre le llamaba ´pequeño filósofo´, pues la criatura no cesaba de hacer preguntas sobre todo lo imaginable, un auténtico coñazo de niño y un apodo que pone de manifiesto las ganas de su padre de quitárselo de encima. No obstante, los profesores de su escuela pronto descubrieron que el zagal era una auténtica lumbrera que demostraba un gran interés por las matemáticas y la filosofía, siendo curioso que al final se decidiera a estudiar Derecho, como todo el mundo, y Medicina, carrera que no le pegaba nada a su carácter.

Su principio filosófico más conocido es cogito, ergo sum que significa «pienso, luego existo», algo que parece una tontería pero que tiene su miga. Entre sus numerosas obras hay que destacar Reglas para la dirección de la mente y Discurso del método, que son muy interesantes si consigues llegar hasta el final de la publicación.

El diputado regional Óscar Urralburu le trae un aire a René, a la vista del retrato que le pintara Frans Hals. En los últimos tiempos los malos estudiantes, que ahora han encontrado un futuro espléndido en la política (como mucho hubieran llegado a comerciales en el mercado laboral), han decidido cargarse de forma drástica de los planes de estudio las asignaturas que no aprobaban, dicho sea Filosofía, Latín o Griego. Óscar Urralburu demuestra ser persona cabal e inteligente, cuyo perfil sensato no responde a las propuestas seudo filosóficasde otros podemitas, «aquellos y aquellas», que dicen que los tíos deben de estar sentados en los autobuses con las piernas cerradas. Hacer política en la oposición también exige propuestas e iniciativas sensatas. Ya lo dijo Descartes: «Dos cosas contribuyen a avanzar: ir más deprisa que los otros o ir por el buen camino».