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Crítica de '¡Gloria!' (2024): Reivindicación al fortepiano

La italiana Margherita Vicario relata la rebeldía de unas chicas huérfanas que luchan contra las imposiciones sociales sobre el papel de la mujer en la música

Una escena de '¡Gloria!'.

Una escena de '¡Gloria!'.

Quim Casas

'¡Gloria!' (2024)

Directora: Margherita Vicario

Intérpretes: Galatea Bellugi, Carlota Gamba, Sara Mafodda

Estreno: 17/1/25

★★★

Si obviamos algunos juegos entre la música de la época, la Venecia de 1800, y las sonoridades actuales, que no alcanza la categoría de deconstrucción anacrónica como en ‘María Antonieta’ de Sofia Coppola, ‘¡Gloria!’ es una película firme sobre otra rebeldía, la de un grupo de chicas del orfanato de San Ignacio que se enfrentaron a los dogmas inalterables, perpetrados por los hombres, en cuanto a la composición musical.

Dirigida por la también actriz y compositora italiana Margherita Vicario, hace gala de habilidad para relatar esta historia personal entretejida entre los mecanismos de poder –masculino, religioso, aristocrático– en el contexto social tratado. El personaje principal es Teresa, la sirvienta muda del orfanato, y aquella que, tras descubrir un fortepiano en las entrañas del hospicio, empieza a tocar, componer, rebelarse contra su destino –hay más elementos dramáticos a lo largo del filme en relación con este personaje–, unir a cuatro muchachas y demostrar al mundo el posible papel de la mujer en la música. Es una película histórica y reivindicativa, pero resulta más interesante cuando perfila los rechazos iniciales y los afectos duraderos entre las jóvenes protagonistas, o cuando describe la musicalidad de los sonidos cotidianos y el placer de la composición musical. 

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