La Opinión de Murcia

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Crítica

La muy recomendable 'Silent night'

La reunión de tintes navideños es algo mucho más complejo y trascendente para la humanidad en su conjunto

Una de las escenas de la película 'Silent night'. L.O.

Silent night es una de esas películas que, sin hacer demasiado ruido, se están haciendo poco a poco con un espacio muy apreciado por casi cualquier cineasta. El culto. Esta película la podemos alquilar en casi cualquier plataforma en streaming y se llevó el premio al mejor guion en el festival de Sitges y el de mejor película en el pasado Sombra Festival de Murcia. Y, créanme que, aunque Silent night no pueda gustar o disgustas por igual es, al menos, una propuesta sensiblemente diferente. Y esto ya es un elemento a su favor. 

Lo mejor es no saber gran cosa sobre la trama de Silent night, de modo que les voy a plantear una sinopsis reducida de su argumento, bien conocida, por otro lado, por todo el que haya husmeado un poco por Internet. Silent night comienza siendo una de esas películas en la que una familia de múltiples miembros se reúne en una gran casa familiar. Aunque se advierten pequeñas rencillas entre los implicados en film de Camille Griffing parece no querer ahondar demasiado en esta cuestión. Quiero decir que, aunque estamos en una de esas películas en las que se habla mucho, las rencillas y la costumbre de echarse en cara viejos rencores no es el meollo de la cuestión. Todo va de maravilla al principio, de hecho demasiado «de maravilla». Todo es tan idílico y tan rematadamente perfecto que es evidente que la cosa huele a chamusquina. Y, efectivamente, ahí hay gato encerrado. Aquella reunión de tintes navideños es algo mucho más complejo y trascendente para la humanidad en su conjunto. 

A mí lo que realmente me sorprendió de Silent night es que mientras la película va diseminando la información nuclear sobre la verdadera cuestión de la película, mientras vamos entrando en cuestión, el film de Griffing es muy entretenido. Desde luego no es la parodia que algunos han ido celebrando por ahí ni la comedia negra que determinados sectores se empeñan en defender. Silent night es un film ciertamente inclasificable, pero que propone un buen montón de preguntas una vez la hayamos visto.

Por meterla dentro de algún paquete, podríamos decir que Silent night es cine fantástico. Y dentro del fantástico, desde luego, se acerca al terror más que a otra cosa, aunque, eso sí, que nadie esperes sustos ni nada parecido. De hecho, y en este sentido, la película de Griffing es una cinta de terror propia de las grandes obras del cine clásico en tanto no es tan terrorífico lo que vemos, sino lo que nos surgiere su visionado una vez la hemos visto. Silent night funciona mejor cuando ya la hemos visto que mientras la estamos viendo, y eso que es una cinta muy entretenida.

Sin entrar en detalles, da la sensación de que Silent night hubiera sido concebida en plena pandemia. Un grupo de personajes se encierran en una casa porque algo «tóxico» los amenaza en su exterior. Y prometo que no doy más detalles. Sin embargo, Griffing asegura que concibió esta historia antes de la crisis provocada por la covid-19, de modo que todo resulta más premonitorio, incluso si me apuran, más siniestro. De hecho, hay incluso quien ha acusado a Silent night de ser una película «negacionista» con respecto al coronavirus, ya les digo yo que son ganas de buscarle los tres pies al gato.

De hecho, yo, cuando la vi, no recordé ni por un momento la covid-19. En cambio sí que pensé en bastantes ocasiones sobre el poder del gobierno, sobre los mensajes de las instituciones y, sobre todo, sobre aquellas informaciones que ninguno de nosotros discutimos, sobre esas cosas que nos dicen y damos por verídica sin discusión. ¿Un ejemplo? ¿Hay alguien que dude de que Rusia son los malos en la guerra de Ucrania? Sin matices. Y, personalmente ,creo que es precisamente en «los matices» donde las cosas terminan definiéndose y configurándose como lo que son. Vaya por delante que no quiero decir aquí que la invasión de Ucrania sea lícita ni nada parecido. Lo digo por los expertos en sacar las cosas de contexto. Imagino que al que le interese lo que digo habrá entendido qué quiero decir. 

El caso es que Silent night es una película cargada de matices, pero, sobre todo, de lecturas. Habla de nuestra posición en el mundo como ciudadanos, pero también sobre lo crédulos que somos a veces y, sobre todo, sobre cómo los gobiernos pueden adocenarnos hasta el límite. Para mí, Silent night habla sobre replantearnos como individuos librepensadores, aunque formemos parte de un todo social y aunque tengamos que acatar ciertos extremos. Pero, sobre todas las cosas, yo creo que de lo que en realidad va Silent night es de la esperanza. Y, pese a su trágico final, creo que en en el fondo el film de Griffing es una cinta que aboga por el optimismo

Teniendo en cuenta que he querido revelar lo menos posible sobre su trama, espero que comprendan la abierta ambigüedad de esta columna. En cualquier caso, yo la recomiendo. No es una obra maestra, pero suscita cuestiones interesantes y, sobre todo, no es más de lo mismo.

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