El cineasta alemán Werner Herzog se siente cómodo en Barcelona. Este miércoles al mediodía ha presentado en el CCCB el proyecto 'Werner Herzog: filmando un planeta extraño', realizado con el colectivo Acceledadora de Cinema-La Selva. Ecosistema Creatiu y que se desarrollará en Lanzarote del 23 de octubre al 2 de noviembre. Por la tarde, a las 18.30, ha realizado una clase magistral en el festival ‘Serializados’.

En los últimos años ha participado en el festival Kosmopolis (en 2017 presencialmente; este año vía online), y todas han sido buenas muestras para comprobar su locuacidad, lucidez e ironía. Como comentó Javier Fuentes, responsable de la Muestra de Cine de Lanzarote, “Herzog es, más que un cineasta, un referente cinematográfico”. Los 50 matriculados en el taller o residencia artística ‘Werner Herzog: filmando un planeta extraño’ trabajarán codo a codo con el director de ‘Fitzcarraldo’ durante 11 días en Lanzarote. La idea es proponer, discutir y filmar. “Escucharé cuales son sus aspiraciones y problemas e intentaré resolverlos con ellos”, ha explicado Herzog. “Pero no es una clase magistral, todos los participantes tienen que hacer un filme de entre cinco y 10 minutos. Hay que arremangarse. Ya lo hemos hecho en los anteriores talleres en Cuba y Perú. En 11 días aprenderán mucho más que en cinco años en una escuela de cine”. Palabra de Herzog, y siempre hay que tenerla en cuenta.

Herencia de Kiarostami

El proyecto fue creado hace años por el director iraní Abbas Kiarostami. “La colaboración con Herzog comenzó cuando Kiarostami nos dejó esta herencia. La aceptó a su ritmo y a su genio”, ha subrayado Liliana Díaz, coordinadora de Acceledadora de Cinema. Este taller en Lanzarote retoma el que tuvo que cancelarse a principios del 2020 a causa del covid-19. Entonces iba a desarrollarse en la localidad amazónica de Leticia. El 70% de los que se apuntaron entonces estarán en Lanzarote. El 30% restante no podrá debido a cambios personales en sus respectivas vidas o porque hasta hace escasos días no podían salir de sus países.

Lanzarote es una isla canaria, como La Palma, asolada desde hace semanas por una devastadora erupción volcánica. Herzog subió a la cima de un cráter a punto de entrar en erupción para su documental ‘La Soufrière’ (1977), realizó después ‘Dentro del volcán’ (2016) y está ultimando otra película sobre el tema. No resulta descabellado imaginarlo pasando de una isla a otra para filmar en directo lo que ocurre en La Palma. “Sería muy excitante poder cambiar el taller de Lanzarote a La Palma", dijo medio en serio medio en broma. “Hay que ir al lugar donde está la historia”.

 Lanzarote es un lugar muy particular para el cineasta alemán. Allí rodó algunos planos de ‘Fata Morgana’ (1971), un documental alucinógeno, y fue el escenario de ‘Todos los enanos empezaron pequeños’ (1970), una ficción revolucionaria. “Solo había regresado una vez a la isla, en 1980, y me emociona volver ahora. Me parece un lugar muy adecuado para realizar un taller de cine. Todos los que participan saldrán de sus propios paisajes para enfrentarse a uno radicalmente distinto”.

Saltos de esquí y fútbol

Herzog, quien confiesa que “hago cine porque no he aprendido a hacer ninguna otra cosa”, recordando que quiso dedicarse al salto de esquí, pero lo abandonó después de que su mejor amigo tuviera un accidente muy grave, no esquiva las preguntas sobre su mítica relación de amor y odio con Klaus Kinski, con quien hizo ‘Aguirre, la cólera de Dios’, ‘Nosferatu’, ‘Woyzeck’, ‘Fitzcarraldo’ y ‘Cobra verde’: “Kinski es como mi prehistoria cinematográfica. En los filmes que hicimos juntos logramos momentos de gran intensidad. Aunque hubo conflictos, no lamento nada de mi experiencia con él”. Inmediatamente, Herzog añade burlón: “Pero a cada una de mis canas la llamó Kinski”.

Asociado con personajes asombrosos, delirantes o locos, como los de Kinski o el teniente corrupto que encarnó Nicolas Cage en el filme homónimo, Herzog se apresta a puntualizar que “las características de mis personajes no tienen que ver para nada con mi propia personalidad. Yo he creado tipos como Aguirre, Fitzcarraldo o el teniente corrupto, pero he hecho 70 películas a lo largo de mi carrera”. El director de ‘El enigma de Gaspar Hauser’ ha creado un imaginario muy poderoso e influyente en todos los sentidos. El año pasado, el director español Pablo Maqueda realizó ‘Dear Werner’, en el que se filma siguiendo el mismo recorrido a píe que hizo Herzog de Múnich a París en el invierno de 1974. Herzog le recomendó hacerla y “le animé a andar, porque es buenísimo”.

Sobre su influencia, recordó una situación que le sorprendió gratamente: “Se hizo el estreno de la serie ‘The Mandalorian’ (en la que Herzog interpreta a uno de los villanos) en una sala que estaba llena de fans de ‘La guerra de las galaxias’. Cuando se citó mi nombre en la presentación, la gente aplaudió. Me sorprendió, y me emocionó, que gente tan joven estuviera interesada en mí. Es como si estuviera en el Camp Nou y todo el mundo me aplaudiera”. En su visita al CCCB en marzo de 2017 ya hizo otra referencia en clave culé: estaba aún alucinado con el partido en el que, un par de días antes, el Barcelona había vencido al Paris Saint-Germain por 6 a 1 en la última remontada histórica del equipo barcelonista.

A Herzog le gusta el fútbol, el salto de esquí, el alpinismo, los volcanes, los desiertos, la Antártida, la antropología, hipnotizar a sus actores, filmar en la selva, volar en globo aerostático, las cuevas olvidadas, crear personajes al límite y rodar en cualquier parte del mundo. En el último año ha realizado dos películas, intervenido activamente en una de su hijo mayor, Rudolph, y sigue buscando financiación para rodar ‘Fordlandia’, sobre la ciudad utópica que soñó Henry Ford. A su modo, bendice las nuevas tecnologías: “Toda mi filmografía es accesible en Internet”, aunque añade que algunos títulos están pirateados. “Internet y las plataformas en ‘streaming’ abren nuevas perspectivas, pero yo no soy ningún profeta, no sé cual es el futuro del cine”. De los participantes en el taller que empieza dentro de tres días en Lanzarote, “espera que tengan una visión distinta a la mía. Hay que dejarles respirar. No quiero que sean clones míos”. Si dos, cinco o más de los participantes hacen un corto que a Herzog le parezca bien, la experiencia habrá valido la pena.