Se han dicho tantas cosas de la luna, que es difícil determinar cuál es verdad. El cineasta francés Georges Méliès la imaginó a un palmo de la mano en uno de sus primeros cortometrajes, La luna a un metro (Sueños de un astrónomo), filmado en 1898.

Precisamente fue Méliès el primero en dejar huella en la superficie lunar en su célebre Viaje a la luna (1902), inspirado en las obras De la Tierra a la luna (1865), de Julio Verne, y El primer hombre en la luna (1901), de H.G.Wells. En este cortometraje de apenas catorce minutos Méliès dirige la construcción de una cápsula espacial y la fundición de un cañón gigantesco para lanzarla al espacio, tras lo cual colisiona contra el ojo derecho de la cara visible de la luna.

Viaje a la Luna (George Méliès, 1902)

Sobre este acontecimiento histórico, que empezó románticamente en París, en 1902, para acabar dramáticamente en Florida, con el accidente del transbordador espacial Challenger, en 1986, el cine ha realizado mil y una películas, desde los pioneros cortometrajes de Méliès hasta la original Moon (2009), de Duncan Jones, pasando por La mujer en la luna (1929), de Fritz Lang, Con destino a la luna (1950), de Irving Pichel, Invasión a la luna (1958), de Richard E. Cunha, o Apolo 13 (1995), de Ron Howard, única película que no recurre a la ciencia ficción, sino a un hecho real ocurrido a la misión Apolo 13, que iba con las intenciones de ser el segundo vuelo tripulado en posarse en la luna y que tras una avería (seguramente habrán oído la frase: "Houston, tenemos un problema") tuvo que interrumpir su misión y regresar apresuradamente a la Tierra.

La Luna y los inicios de la carrera espacial

Si Apolo 13, al igual que Elegidos para la gloria (1983), de Philip Kaufman, sobre los inicios de la carrera espacial, responden a las preocupaciones por redefinir la figura del astronauta en los contextos de la cultura y la historia, no es el único argumento que podemos hallar en la conquista de la luna. Su historia rebosa fantasía, delirio y kitsch, como sucede en Luna cero dos (1969), de Roy Ward Baker, una de las pocas incursiones del mítico estudio británico dedicado al terror, la Hammer Productions, en la ciencia-ficción. Luna cero dos es un viaje a la galaxia máskitsch, donde el western se mezcla con la ciencia-ficción y el estilo retro-mod. En ella hallamos a William Kemp, el primer hombre en pisar el planeta rojo; pero en 2012 sus días de exploración sideral han terminado, y ahora se encuentra trabajando en la luna con su propia nave espacial.

La Luna en el cine de terror

El poderoso influjo de la luna también llegó al cine de terror, en producciones como Huellas de pisadas en la luna (1975), de Luigi Bazzoni, película de culto del cine fantástico italiano de los años sesenta, por aquel entonces más dado a los desmanes sangrientos de Mario Bava (Un hacha para la luna de miel), y Las mujeres gato de la luna, (1953), de Arthur Hilton, donde una expedición espacial aterriza en la cara oculta de la luna. Allí descubren un mundo habitado por mujeres gato que hace tiempo han eliminado a los machos de su especie. Las mujeres gato planean llevarse la nave para regresar a la Tierra y liberar a las mujeres terrícolas del poder masculino antes de que la feminidad se desvanezca detrás de los pliegues de la rutina, del trabajo, de la maternidad, del sexo y de otras cosas más prosaicas.

Las mujeres gato de la Luna (1953)

La Luna y el hombre lobo

También hay que echarle la culpa a la luna (principalmente la luna llena) de la aparición del hombre lobo, mitad bestia, mitad humano. La primera aparición del hombre lobo en el cine tuvo lugar en 1935, con el estreno de la película El lobo humano (1935), de Stuart Walker, que pasó desapercibida y hoy en día es mucho menos conocida que la cinta de Lon Chaneyl Jr. El hombre lobo (1941), de George Waggner. En un principio se trató de una variación de El hombre y el monstruo (1931), la adaptación cinematográfica de la novela El doctor Jekyll y Mister Hyde de Robert Louis Stevenson, pero finalmente se incorporaron rasgos de hombre lobo. La película fue editada en DVD con el título de El hombre lobo de Londres, y tuvo una secuela cómica que en su día revolucionó el género, Un hombre lobo americano en Londres (1981), dirigida por John Landis.

El lobo humano (1953)

La Luna y el amor

La luna ha sido además una fiel invitada en las películas de amor. Romeo y Julieta se juraron amor eterno a la luz de la luna en la película homónima de Franco Zeffirelli (1968),al igual que Cher y Nicolas Cage en Hechizo de luna (1987), de Norman Jewison. También hubo luna de miel para Cary Grant y Gingers Rogers en Hubo una luna de miel (1942), de Leo McCarey.

Que no hay nada mejor que la luna, lo prueba este diálogo de Un ladrón en la alcoba (1932), de Ernst Lubitsch: - Tiene que ser una maravillosa cena para dos. Quizá no probemos bocado, pero ha de ser maravillosa.

- Entendido,barón.

-Y,camarero?

- ¿Sí,barón?

- ¿Ve esa luna?

- Perfectamente,barón.

- Quiero esa luna en las copas.

-Sí,barón. (Apuntando).La luna en las copas.

Definitivamente, Dios bendiga a Neil Armstrong, Georgers Méliès, Fritz Lang, Roy Ward Baker, Ron Howard, Philip Kaufman, Duncan Jones, John Landis, Ernst Lubitsch, por ponernos la luna a los pies. No es simplemente un satélite, sino un lugar de ensueño. Muy grande.