Ahora que ir al cine se ha convertido en una experiencia de riesgo por aquello del coronavirus, más nos vale que vayamos pensando en tirar de la filmoteca que tengamos en casa. Resulta curioso, eso sí, que en algún canal no hayan puesto ya Estallido, Contagio o alguna de zombis, que siempre viene muy bien en estos casos. Supongo que lo que diferencia al coronavirus de otras crisis víricas es que esta la estamos viendo delante de nuestras casas.

Por una vez a muchos de nosotros se nos han puesto los pelos de punta cuando hemos visto salir de una casa a dos enfermeros protegidos hasta las cejas. Imágenes que ya están en la red y que no se diferencian mucho de las de los asiáticos fumigando las calles con sabe Dios qué pesticida, que solo el tiempo dirá si no fue peor el remedio que la solución. Por una vez, al menos que yo recuerde, el terror está en frente de nuestra puerta.

El cine lleva décadas fantaseando con hipotéticos casos víricos que pusieran en riesgo la supervivencia de la raza. Puede que la más interesante en este sentido sea Contagio de Steven Soderberg (que por cierto, su última película, Dinero sucio, está en Netflix y no tiene desperdicio). Sin saber mucho de cómo reaccionan las instituciones sanitarias ante situaciones como la del coronavirus, se antoja la más realista aunque también la más desesperanzadora. Además, comparte algún que otro paralelismo con la situación que estamos viviendo actualmente. El virus de la película, totalmente ficticio, también se desarrolla en China y de ahí se extiende a todo el mundo, aunque en Contagio la mortalidad es infinitamente más alta que en el caso del coronavirus que, insisto, no mata ni al uno por ciento de los infectados.

En el extremo opuesto está Estallido. Seguramente será menos realista pero es muy entretenida. Además están Dustin Hoffman, Morgan Freeman, Kevin Spacey, Rene Russo y Donald Sutherland, que siempre da gusto verlos en una película. Aquí la cosa va sobre un virus real, el temido ébola, que se cuela de lleno en una plácida población del corazón de Estados Unidos. Aunque el telón de fondo gira en torno al ébola, la cosa en realidad se supone que va del enfrentamiento entre dos formas de enfrentar el problema, el del bueno, que quiere y puede salvarlos a todos; y el del malo, que quiere y casi puede matarlos a todos aunque solo sea por joder porque la mayoría ya tenían un pie en la tumba. Todo es bastante simple en esta superproducción de Hollywood, pero créanme, se pasa volada.

A mí, en cambio, toda esta situación del coronavirus me recuerda más a las películas de zombis. Si lo pensamos un poco, el terror que solo habíamos visto por televisión ha llegado hasta nuestras casas y está llamando a nuestra puerta. Puede que estemos rodeados de infectados y no es por nada, pero así es como arrancan la mayoría de películas de muertos vivientes. Calles desoladas y comercios cerrados de hecho, esto ya es así en Italia. Salir a la calle en el centro de Roma debe de hacerle sentir a uno como Robert Neville, el personaje protagonista del relato de Richard Matheson, Soy leyenda. Solo en un lugar antes bullicioso en una historia que no por casualidad sirvió de inspiración para La noche de los muertos vivientes.

No creo que estemos en las puertas del apocalipsis, pero sí que me parece que estamos contemplando el atrezo que en circunstancias normales debería acompañarlo. Calles en proceso de desertificación, autoridades enviando mensajes de tranquilidad que ni ellos mismos se creen y puede que ni entiendan y un virus al fondo lo cual siempre le añade inquietud al conjunto. Este en concreto, el coronavirus, en mi honesta opinión, me parece que no merecía tanta atención, pero bueno. ¿Quién soy yo para sugerir algo así?

Posdata. Honestamente espero que la semana que viene venga al caso hablar de otra cosa que no sea el Covid-19.