Raúl Cancio es uno de esos fotoperiodistas de raza que durante los últimos treinta años ha marcado un antes y un después en la historia del oficio en este país. Viendo el capítulo que la excelente Detrás del instante le dedicó me emocioné. Sucede a la larga. Por qué a veces te llegan tanto unos testimonios, unas lecciones, unas obras más que otras, es un misterio. Seguramente algo tiene que ver que Cancio haya compaginado su labor en la prensa con la docencia. En el aula se siente como pez en el agua, y esa capacidad de comunicación traspasa la pantalla.

Por si fuera poco, el inicio del reportaje no pudo tener una pegada más fuerte. Cancio era amigo del jugador de baloncesto Fernando Martín. Un mal día, yendo camino de la redacción de El País por la M-30, sin saberlo, fotografió el accidente en el que perdió la vida. Cuando se presentó en el despacho del director y conoció la noticia sí tenía la certeza de que las fotos que iba a revelar eran las del cadáver de aquel ídolo de masas.

En sus clases, Raúl Cancio recuerda una y otra vez a sus alumnos un consejo que no caduca. "Yo nunca contrataría a un señor con buenas máquinas. Porque las máquinas no tienen corazón. Por muy Leica o por muy Canon que sean. El corazón lo pongo yo. Por mucha técnica que tengas, si no tienes corazón, no te vale para nada".

Detrás del instante, serie de trece entregas dirigida por Xavier Baig y Jordi Rovira, es un producto sobresaliente, de lo mejor que hasta ahora se ha realizado sobre el mundo del fotoperiodismo. Imprescindible para los aficionados. Muy aconsejable para los curiosos.