Conecta con problemas y personajes de aquí y ahora y es una comedia con momentos divertidos y algunas cosas inspiradas que certifica la paulatina madurez del cine de la directora Juana Macías. Gran parte de los aciertos de la cinta radican en el acertada elección que se ha hecho de los actores, con especial atención a la labor de los dos protagonistas, Jordi Sánchez y Silvia Abril y, en un plano menos importante pero efectivo de Daniel Guzmán.

Lo cierto es que sin llegar a ser un producto redondo, sí hay que reconocer que Bajo el mismo techo merece la consideración del espectador, que tiene ante sí una película que suscitará su sonrisa y que le hará reflexionar sobre aspectos puntuales de un matrimonio de nuestros días. La pareja que ha elegido la directora, la que forman Adrián y Nadia, es más que representativa de la realidad de hoy. Ambos, liberados de la tutela de una hija que ya mayor ha dejado el nido vacío y se ha establecido en Malta, sufren los inequívocos síntomas de una crisis que les lleva a la separación y que les obliga a poner en venta la preciosa y soleada vivienda de las afueras de Madrid en la que tanta ilusión habían puesto. Lo peor es que ahora solo pueden recuperar la mitad del costo de la casa, una operación ruinosa que les obliga a seguir conviviendo y esperar tiempos mejores.

Con consecuencias muy distintas para uno y otro, ya que Adrián piensa que la reconciliación es posible y que habría que intentar una nueva oportunidad, mientras que Nadia tiene las cosas tan claras que en ningún caso se plantea semejante hipótesis. Llegan entonces, cuando los dos no tienen más remedio que seguir juntos bajo un mismo techo y en un clima de hostilidad creciente, los instantes más jugosos y divertidos, en los que tiene mucho que ver el inseparable amigo de él, Dani, que tiene siempre soluciones para los problemas, pero que en realidad no hace otra cosa que agravarlo todo. A destacar la loable descripción de los personajes, con unas mujeres que demuestran una madurez elocuente frente a unos hombres cuya torpeza y ridiculez salta a la vista.