Es una buena noticia para los amantes de la saga 'Millennium', creada por el malogrado escritor sueco Stieg Larssen, ya que supone que tras concluir con un éxito extraordinario la trilogía inicial, encabezada en 2009 por 'Los hombres que no amaban a las mujeres' que tuvo su inmediata versión norteamericana en 2012 dirigida por David Fincher, contemplan muy pocos años después la irrupción de un cuarto título que tiene todos los visos de engendrar nuevos capítulos. La dicha no será la misma para el resto de espectadores, porque no todo está resuelto como sería de desear. Nos llega, lógicamente, de la mano de otro novelista, David Lagencratz, pero a partir de los mismos personajes. Todo con un intento evidente por mantener la fidelidad al original en el que lo más llamativo es la presencia como director de un joven cineasta uruguayo, Fede Álvarez, que solo había realizado dos películas hasta ahora, el remake de 'Posesión infernal' en 2013 y 'No respires' en 2016, sendos thrillers de terror con aciertos a la hora de describir un clima de tensión extremo.

La operación, al menos por lo que supone este punto de partida, hay que considerarla como parcialmente correcta y, sobre todo, con perspectivas de futuro. Álvarez es un factor destacado, que pone de manifiesto sus cualidades sintácticas a la hora de meterse en un universo turbulento en el que han encontrado su sitio seres que actúan con una impunidad absoluta y en el que el asesinato y la violencia son una incesante moneda de cambio. Es el decorado cotidiano de Lisbeth Salander, que hace frente en esta aventura a un enemigo mucho más peligroso, si cabe, que el de sus misiones anteriores. Al servicio de un científico que trata de recuperar documentos que están en manos de los norteamericanos, tendrá que protegerse de tipos con el gatillo fácil y acabar con la vida de quienes se cruzan en su camino y están decididos a todo para que deje de incordiar.