Obituario
Adiós al Bigotes: Cartagena pierde a un maestro de la vida y el arte del buen trato
Ángel Pérez Martos, soldador de vocación y corazón protocolario, nos enseñó a vivir con elegancia, sabor y respeto

Adiós al Bigotes: Cartagena pierde a un maestro de la vida y el arte del buen trato / L. O.
Cartagena vistió sus calles de luto este domingo 6 de julio de 2025. Falleció Ángel Pérez Martos, conocido por todos como ‘El Bigotes‘, un hombre cuya vida fue un ejemplo de entrega, generosidad y pasión por las cosas bien hechas. Caballero de Lepanto, tenía 72 años y dejó tras de sí una estela imborrable en quienes tuvieron el privilegio de conocerlo, deja mujer, hija y nieto.
Nacido en 1953 en un caserío de La Palma conocido como Los Ingleses, Ángel fue uno de esos seres especiales que no solo trabajan con las manos, sino que también construyen puentes entre las personas. Su historia laboral comenzó joven: en 1971 entró a trabajar como soldador en Bazán, donde permaneció durante décadas, hasta su jubilación en 2016.
Pero si algo definió a Ángel más allá del taller fue su devoción por el protocolo, la hospitalidad y su amor por la gastronomía, virtudes que cultivó con esmero desde su rol como mayordomo de la Cofradía del Resucitado o como responsable de protocolo de Cartagena por la Caridad.
Ángel no solo sabía cómo recibir, sabía cómo hacer sentir especial a cada invitado. Su casa en Villa Lali’s, en la falda del Monte Carmolí, era un reflejo de su personalidad: acogedora, rústica, cargada de detalles, con banderas ondeando al viento, cañonazos de bienvenida y una mesa siempre preparada para recibir con el mejor pan hecho a mano, elaborado con masa madre heredada de su tía.
Quien escribe recuerda con cariño los eventos compartidos con Ángel: comidas memorables, aperitivos interminables y tertulias cargadas de anécdotas, historias marineras y risas sinceras. Era un hombre que escuchaba antes de hablar, que pensaba antes de actuar y que, sobre todo, vivía tal y como él mismo predicaba: con respeto, con paciencia y con el alma abierta.
Reconocido con múltiples distinciones, entre ellas la Medalla de Oro de Cartagena por la Caridad en 2024 y el premio Resucitó 2025 otorgado por la Real e Ilustre Cofradía del Resucitado, Ángel también fue un personaje singular en el ámbito cultural de Cartagena. Fue él quien mostraba con orgullo el reloj centenario frente a la iglesia de Santa María, al que diariamente le daba cuerda, un gesto simbólico de alguien que cuidaba lo antiguo como pocos.
Como decía de él su inseparable amigo Tomás Martínez Pagán en 2016: «Ángel es nuestro gran escudero». Y así lo fue: fiel compañero, consejero discreto, guardián de tradiciones y custodio de la memoria cartagenera.
Hoy nos despedimos de un hombre que nos enseñó a vivir intensamente, recordando aquella frase que él tanto admiraba y que ahora se convierte en su legado:
«Antes de hablar… ¡escucha! Antes de escribir… ¡piensa! Antes de criticar… ¡exáminate! Antes de herir… ¡siente! Antes de orar… ¡perdona! Antes de gastar… ¡gana! Antes de rendirte… ¡intenta! Y antes de morir… ¡vive!».
Descansa en paz, querido Bigotes. Tu ausencia será tan grande como fue tu presencia. Cartagena te llevará siempre en su corazón.
Andrés Baraza Jerez, Caballero de Lepanto, como Ángel, le dedicaba esta mañana estas palabras en un grupo de Whatsapp al que ambos pertenecían:
Obituario: Ángel Pérez, un alma inolvidable
Hoy, 6 de julio de 2025, nos despedimos con profundo pesar de Ángel (el bigotes como lo conocemos sus amigos), un hombre excepcional que dejó una huella imborrable en todos los que tuvimos el privilegio de conocerlo. Ángel, descrito con cariño en un reciente post en X como el “gran escudero” de su amigo Tomás Martínez Pagán, fue mucho más que un amigo leal: fue un maestro de ceremonias y protocolo cuya elegancia, calidez y dedicación transformaron cada evento en un momento memorable.
Ángel tenía el don de hacer que todos se sintieran bienvenidos. Su sonrisa amable, su disposición siempre servicial y su habilidad para orquestar con maestría cualquier ocasión lo convirtieron en un referente en el arte del protocolo. Pero más allá de su profesionalismo, Ángel era, ante todo, nuestro amigo incondicional. Su generosidad, su risa contagiosa y su capacidad para escuchar con el corazón hicieron que quienes lo rodeaban se sintieran valorados y queridos.
Acompañamos en su dolor a su familia, a nuestro amigo Tomás y a todos aquellos que, como nosotros, sienten la pérdida de este ser extraordinario. Ángel, tu luz seguirá brillando en los recuerdos de cada evento que engalanaste y en los corazones que tocaste con tu bondad. Descansa en paz, querido amigo.
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