Una muy cruel fibrosis pulmonar se llevó, al cabo de dos años, a un gran ingeniero. En silencio, y sin dar pistas, lo ha hecho esa gran persona que fue Antonio Nieto Llobet.

Recién llegado a Murcia, hace tantos años que ya perdí la cuenta, Antonio, en su juventud, ya atesoraba el prestigio del gran ingeniero, de conocedor de todos los intríngulis que el Agua provocaba en la sequedad de la Región. Natural de Torre Pacheco, ejerció como cartagenero de pro a lo largo de su vida. En la propia Cartagena y, después, durante su larga estancia en Madrid, por motivos profesionales, desempeñando cargos de alto nivel en la Administración, siempre en relación con el Agua. En el ínterin de sus muchas funciones en este asunto, fue nombrado jefe de Costas de la Región. Asumió el cargo con responsabilidad, pero cuando le hube pedido explicación acerca de este cambio tan extraño, no sin ironía contestó: ‘me dijeron que, si tanto me gustaba el Agua, ahora, con los mares a mis pies, me iba a hartar de ella’. Fue, no obstante, un ‘oficio’ pasajero.

Solo acabar la carrera, a principios de los sesenta, Antonio Nieto demostró interés por los asuntos del futuro. Es preciso recordar que la ciencia informática estaba entonces poco menos que en sus comienzos y resultaba ser cosa abstrusa de entender y de llegar a comprender la potencia que hoy en día nos muestra. En la Escuela de Caminos de Madrid, atisbando el futuro de la Informática, se había implantado una asignatura para tratar aquello: Cálculo Numérico y Electrónico se llamaba, y Antonio figuró como profesor auxiliar en la impartición de su disciplina. En 1966 llega a Cartagena para incorporarse a la Mancomunidad de Canales del Taibilla, en la que demuestra su talento con suficiencia hasta llegar a director de este organismo en 1973. De todo lo que se pueda destacar de Antonio Nieto, que es mucho, no me cabe duda de que su mandato como director en la MCT es lo más grande, notorio y extraordinario que puede atribuírsele, pues demostró pericia suficiente como para administrar con sabiduría esa mochila atávica en donde aún figura la cantimplora del Agua, tan reseca, y tan necesaria de calibrar con tino. Permanece en el cargo 13 años, hasta 1986 en el que, reclamado por el más pequeño de los Fernández Ordóñez, Rafael (auténtico factótum de la desaparecida Dirección General de Obras Hidráulicas), se incorpora, como director (y sabio) al Centro de Estudios Hidrográficos. A partir de entonces residió en Madrid, si bien seguía disponiendo de su casa en Cartagena y, cómo no, de su apartamento en Cala Flores de Cabo Palos, en donde disponía de su tiempo libre todos los veranos. Es verdad que su traslado a Madrid no creó problema alguno a la MCT, pues en su lugar fue nombrado director Isidoro Carrillo, su gran amigo y compañero y tan eficaz ingeniero como Antonio.

Ya a finales de siglo, Antonio Nieto fue nombrado presidente (antiguo delegado del gobierno) en la Confederación Hidrográfica del Segura, cargo que desempeñó con indudable éxito, dentro de lo complicado que resulta la gobernanza del Agua en estas sufridas tierras de la Cuenca. De la elegancia de Antonio Nieto puedo dar cuenta. Recién llegado yo a Murcia, encargado de la delegación del gobierno en la CHS, tuve oportunidad de conocer a los grandes ingenieros de caminos metidos en las difíciles gobernanzas del Agua. En CHS, Botía, Bautista, Ramírez, Ezcurra, Riosalido y otros. En la MCT a Nieto, Carrillo, Salinas, Jerez etc. De todos ellos, lo que más impresión me produjo fue la claridad con la que expresaba sus ideas y la pronunciación cuidada de sus palabras, cuyo nivel destacaba por encima de todos. Llegué a pensar (y claro que se lo dije) que más que un nativo de Torre Pacheco, se mostraba como un lord inglés. No creo que desaparezca ante mí el tono grave, elegantemente cortado, de su voz, digna del más considerado locutor. Tan considerado como lo ha sido su trayectoria como ingeniero, desde Cartagena, desde Madrid y desde el Mundo. DEP.