No creo que haya cuerpo totanero en este mundo que haya mostrado más persistencia, aguante y dignidad ante la batalla diaria, esa que va de luchar sin más rédito que el de seguir vivo, que el de Juan José Cánovas, alcalde de mi pueblo. Hoy le decimos adiós después de una labor memorable no sólo por formar parte del mundo, sino por querer hacer de él un lugar mejor.

Lo conocí de niña. Su vinculación a la política y al sindicalismo le hicieron famoso ya en su juventud. Con 16 años se afilió al partido que había luchado, en la sombra y en la luz, contra el régimen franquista. Había que tener valentía para hacerlo, me digo ahora, a sabiendas de lo que aquello suponía: ser del PCE en un pueblo murciano, donde, como en tantos otros lugares, que te llamaran comunista era un insulto, y serlo, casi un pecado capital.

Con el paso de los años nuestros caminos se volvieron a cruzar. No obstante, yo sabía en todo momento dónde estaba él: A veces en la bancada de la oposición, otras en la de los ganadores. 

Llamaba la atención la tenacidad con la que trabajaba estando a uno y otro lado, siempre incansable, al pie del cañón, a pesar de las muchísimas adversidades (políticas y anímicas) con las que tuvo que lidiar.

Le movía, no cabe duda a estas alturas, su amor por la tierra. Totana, siempre Totana, pero no una cualquiera. Una Totana tolerante, justa, mejor. Gobernar para el pueblo, con él y con todos sus colores e identidades. 

Con toda esa pasión llegó, en 2019, a ganar la Alcaldía sin necesidad de apoyos. Pero cómo es posible que lo hiciera, me pregunto todavía hoy. Se convirtió en el único alcalde rojo de toda la Comunidad Autónoma.

El caso es que llegó tras toda una vida construyendo. Y el mérito es ese: Construir en un ambiente político cada vez más hosco hasta superar pacíficamente --bajo el querido paraguas de la democracia- a todos, absolutamente todos, sus adversarios. Imagino que esa forma de luchar, siempre tranquila, fue su manera de estar aquí. Avanzar paso a paso, sin prisa, con fuerza.

Hoy el pueblo de Totana llora a su alcalde. Amigos, contrincantes políticos, vecinos y vecinas se ponen de acuerdo: Juan José fue un luchador por la vida y por sus ideas, por el amor a las raíces y por el respeto al de enfrente. Una manera muy honesta de ser y estar. 

Que la tierra te sea leve, Juan José.