Hace un año que Juan Pedro Garrido López dejó esta vida terrena. Los que le queríamos y teníamos mas cerca agradecemos las muestras de cariño que nos habéis comunicado en este tiempo.

Juan Pedro tuvo una labor muy importante en este planeta. Como otros, tuvo que ser la sal que no se ve pero que se hace imprescindible en el entramado social de cada época. Muchos hacen, han hecho y harán la labor de sal en nuestra humanidad. Este es un resumen del camino de uno de esos granos de sal.

En aquel 1927 de esta España, de familia muy pobre y en un pueblo de nuestra Murcia, Archena, nació Juan Pedro. El único que pudo estudiar en una familia de cinco hermanos vivos gracias a su vocación de trabajo.

Su primera labor de maestro fue entre sus propios hermanos y años después, cuando lo que parecía un error del destino le cambió de la carrera universitaria de ingeniería Naval a Magisterio, pudo enderezar su historia y llevarle a su real vocación, la de docente.

Él era una persona llena de iniciativa y con muy poca conciencia del bien que generaba en lo que él creía ser su obligación. Nunca pensó que hacía algo extraordinario al ayudar e implicarse en la educación de los más pobres. Siempre buscador de soluciones para aquellos con ansia de estudio pero sin recursos económicos, en aquella España de posguerra y la siguiente etapa de esta. Esta labor la llevó a cabo en muchas escuelas llamadas unitarias de aquel entonces, en pueblecitos como es Avileses en Cartagena, Elche de la Sierra en Albacete, la Cueva de Monteagudo en Murcia,aldeas del Pirineo catalán... Y finalmente en destinos más fijos como director del colegio de Esparreguera Virgen de la Montaña y Taquígrafo Garriga; director también de las colonias estivales en Monistrol de Monserrat, que ayudaban a la población infantil más pobre de las zonas industriales de Sabadell y alrededores. Por último el colegio San Andrés en la ciudad de Murcia.

Un futbolista nato y posterior árbitro que quizás de haber nacido en otros tiempos hubiera podido ejercer el deporte de forma más profesional, siempre defensor de la actividad deportiva y de acercar su conocimiento a la población infantil en aquella España donde esto escaseaba. Matemático de espíritu y manitas en el bricolaje...

92 años dan para mucho. Muchas generaciones pasaron por sus manos. Como director de los centros en los que estuvo nunca olvido que el objetivo del grupo al que representaba no tenía porqué coincidir con sus propios gustos individuales.

Sabemos que en Cataluña y en el barrio de San Andrés y San Antolin no lo han olvidado y nos alegra la aportación que hizo socialmente al mejorar la vida de individuos que a su vez crearon familias y profesiones ayudando así a otros.

Las lecciónes más importantes que nos dio a los cercanos con sus actos fueron la humildad, la tolerancia y el compromiso con las obras que uno se propone.

Si hubiera que resumir una persona en pocas palabras quizás las que corresponden a él serían: un hombre bueno, inteligente y con una fuerza vital increíble.

Muchas gracias a todos los que le quisieron y gracias a ti, Juan Pedro, por haber existido.