De forma repentina, sin avisar, el mismo día que su mujer celebraba su 50º cumpleaños, Antonio Costa Cano, conocido deportivamente como Nico, se marchó a los 53 años de edad. Empleado de la Tesorería de la Seguridad Social, ha estado vinculado toda su vida al deporte, tanto practicándolo como inculcándolo a sus dos hijos, Peligros y Alberto, con la colaboración de su esposa, Peligros Arias, conocida familiarmente como Peli, persona muy vinculada al baloncesto tanto a nivel personal como familiar.

Nico fue un futbolista destacado en su juventud, querido por sus compañeros por su alegría, generosidad y ese buen humor que le caracterizaba. Estuvo en las categorías del Real Murcia y después, ya en categoría senior, militó en el Santomera y el Roldán, en Tercera División. Era un centrocampista que, por culpa de varias lesiones, tuvo que dejar el balompié. Pero su amor por el deporte le llevó a involucrarse en el fútbol sala, donde militó en el Imperial. Un día las rodillas dijeron basta. Los médicos le recomendaron que diera un paso al lado, pero él, seguidor del Real Madrid, no entendía la vida sin actividad deportiva y por eso comenzó a practicar tenis y pádel. Se convirtió en un asiduo de los campeonatos del Olimpic Club, donde no solo destacó por sus éxitos deportivos, sino también por su humanidad y el compañerismo con el que afrontaba cada uno de los torneos. Al margen de competir cada vez que el cuerpo se lo pedía, salía a andar casi a diario y no dejaba de practicar deporte con sus hijos, con los que jugaba al tenis y el baloncesto y a los que también llevaba al fútbol a ver al Real Murcia y el UCAM, así como a partidos de baloncesto en el Palacio de los Deportes.

Nico, admirado por sus amigos por su gran corazón y generosidad, por regalar sonrisas en todas las reuniones, formaba con su mujer, María Peligros Arias, un binomio perfecto, donde imperaba el espíritu deportivo. No obstante, ella, que es hija de Braulio Arias, uno de los impulsores del baloncesto en la ciudad de Murcia y hermana de dos destacados exjugadores, Braulio y Rafa, también jugó al baloncesto en Carmelitas hasta que una lesión de hombro le obligó a dejarlo y se convirtió unos años después en auxiliar de mesa en partidos de ACB, actividad que compaginó durante un tiempo con la secretaría de la Federación de Salvamento y Socorrismo.

Ambos han inculcado a sus hijos la pasión por el deporte. Alberto, el menor, de 8 años, juega al tenis en la escuela de la Federación Murciana y solía compartir partidos con su padre, y también pertenece al Intermurcia Futsal de La Arboleja.

La mayor, Peligros, de 13 años, también es aficionada al baloncesto y ha practicado patinaje. Nico, allá donde esté, seguirá jugando con ellos y disfrutando de verlos crecer haciendo deporte, como él siempre les ha inculcado.