Andrés nació en junio 1930, en Javalí Viejo, y fue hijo de Alfonso Ruiz y Francisca Navarro. Desde muy niño sintió atracción por el arte del dibujo y la técnica a la aguada. Se desarrolló en un entorno muy familiar que le animó a expresar el arte que sentía desde pequeño. En sus comienzos se encontró años difíciles para pintar por culpa de la guerra civil, momento en el que se marchó a La Unión, donde había sido destinado su padre. Andrés tenía seis años y vivió en primera persona aquellos momentos tan terribles donde era duro sobrevivir.

Los años pasaron y ya desde su residencia habitual en Javalí Viejo pudo continuar con más sosiego su andadura artística. Para Andrés la pintura nunca fue un ‘hobby’ sino una segunda profesión como años después se demostró. En sus inicios se formó con maestros murcianos conocidos en la época como Sánchez Picazo, Garay, Clemente Cantos, etc. Más tarde, y con tan sólo 16 años, descubrió su pintura don Alfonso Pasqual de Riquelme y Echevarría, Conde de Montemar y descendiente de los Marqueses de Peñacerrada, quien le encargó pintar varios frescos y restaurar antiguas pinturas deterioradas del Palacio de Peñacerrada en Muchamiel (Alicante). 

Con posterioridad cursó sus estudios en la Escuela Superior de Bellas Artes de San Carlos en Valencia, recibiendo el premio de pintura de Santa Bárbara (Valencia). En diciembre de 1948, cuando Andrés tenía 18 años, llevó a cabo su primera exposición de pintura en el Casino de La Ñora. Tuvo tan buena acogida que le propusieran realizar un fresco en el altar de la ermita de esta localidad murciana, que tituló Cristo al pie de la cruz, y que aún permanece en el templo. 

En 1957 conoció a la que hoy es su primera y única esposa, Isabel Martínez Castaño, madre de sus tres hijos y natural del Rincón de Beniscornia, que animó siempre para que Andrés se desarrollase como artista. Cuatro años más tarde contrae matrimonio y fruto de este nacen sus tres hijos Alfonso, Ángel y Francisca Isabel. 

El pintor, junto a su esposa Isabel Martínez Castaño Archivo

Andrés, que llegó a fundar la Peña Huertana ‘La Fuensantica’, obtuvo el reconocimiento que se merecía con su exposición Murcia, su huerta y sus costumbres, una obra que dejó muy buena crítica por su fiel reflejo de las costumbres y paisajes huertanos. Siguiendo con su perfil belenista, en 1989 comenzó a escribir Cómo se hace un Belén, fruto de su experiencia y el amor que sentía hacia el Belén con sus hijos todas las navidades que pasaban en el Rincón de Beniscornia. Esta obra, que llegó a tener varias ediciones, fue entregada en 1991 al Papa Juan Pablo II y tuvo una repercusión internacional sin precedentes, con fuertes ecos en Latinoamérica e Italia, zonas de especial tradición al Belén. Su pasión fue tal que llegó a realizar uno por encargo del Gobierno regional para el Palacio de Fuensalida en 1991, sede de la Presidencia de Castilla-La Mancha. 

En el año 1993 realizó en el Casino de Murcia su penúltima exposición de pintura, dado que en ningún momento el belenismo le desbordó hasta el punto de alejarse de la pintura, su principal motivación. Una de sus obras principales en esta exposición fue una acuarela del Cristo del Perdón, cofradía que se apresuró a adquirirla casi antes de la inauguración. Andrés sufría en el momento de entregar alguna obra que había vendido. Es por ello por lo que las miraba y remiraba por última vez y las iba entregando una a una, casi como si de un hijo se tratara, sobre todo a aquellas personas que, al ser desconocidas para él, imaginaba que no volvería a verlas. En 2002 se presentó la última exposición, Nuestra Huerta y sus Frutos, en la que su hijo mayor Alfonso colaboró con él, exponiendo parte de sus pinturas. 

Sirvan estas palabras como homenaje y reconocimiento a un defensor de nuestra huerta, del costumbrismo y de las tradiciones expresadas en una extensa obra pictórica.