Puede que a unos más y a otros menos, pero el año 2020 ha marcado a toda la población mundial. Realmente ha sido un año de incertidumbres que nos ha puesto todo patas arriba. La realidad ha superado con creces a la ficción, de hecho, si a finales de 2019 nos hubieran puesto un trailer de cómo sería el 2020, nos hubiera parecido pura fantasía de Tarantino.

Este mes de diciembre está marcado en el calendario de todos por estar repleto de celebraciones con las fechas señaladas por la Navidad, que la mayoría espera por los deseados reencuentros familiares, los niños por sus regalos. La pandemia llamó a nuestras puertas sin ser invitada en primavera, emergiendo con furia y sembrando vientos de destrucción y tempestad a tantos hogares y negocios. Con incredulidad hemos sido testigos de cómo, durante todo este año, nuestro vocabulario se ha llenado de eufemismos con expresiones como «la nueva normalidad» o «la desescalada», añadiendo también el último de «salvar la Navidad». Parece ser que no se ha aprendido la lección, solo hay que ver cómo las principales calles de la ciudad de Murcia se abarrotan de personas paseando por las noches como si de verdad fuera una Navidad como otra cualquiera. Con lo de «salvar la Navidad» es como si fuéramos un barco encallado en un puerto a merced de un temporal y sus tripulantes no tuvieran opciones.

En la Región se han incrementado las pruebas PCR y antígenos en hospitales y clínicas privadas. Son muchas las ganas de volver a casa por Navidad y reunirse con la familia Pero también hay mucho miedo a los posibles contagios de coronavirus, sobre todo en la mesa de Nochebuena o Nochevieja por la presencia de colectivos de riesgo. Toda precaución es poca y el incremento de este tipo de pruebas de detección se está haciendo notar hasta un 50% más en el Hospital Mesa del Castillo en Ronda Sur. Los perfiles de las personas que piden las citas previas para realizarse estas pruebas aseguran que son de mediana edad y estudiantes de retorno a su primera residencia.

Las nuevas indicaciones de la Comunidad han hecho que el sector de la hostelería se vuelva a resentir. De cara a los días de Nochebuena, Navidad, Nochevieja y Año Nuevo, el Comité de Seguimiento Covid aprobó el pasado lunes que los locales deban cerrar de 18.00 a 21.00 horas para evitar las aglomeraciones de gente durante el ´tardeo' en las calles. Así como también la reducción de aforos y comensales, manteniendo el toque de queda hasta la 1.30 de la madrugada, como ya se aprobó en su momento, para los días de Nochebuena y Nochevieja exclusivamente. Los demás días seguirá siendo a las 23.00 horas.

En casa se ha de atenerse a diez personas en Nochebuena y Nochevieja, no coincidiendo más de tres núcleos familiares para evitar multiplicar las posibilidades de contagios. Habrá bastantes sillas vacías en las mesas que se prepararán en las tradicionales comilonas. Pero esto no es por el número limitado de familiares, sino porque serán muchos los que no volverán a ocupar su lugar. Seguro que a estas familias no les importa si son seis o diez los invitados, porque en las sillas de siempre no se sentarán más los rostros de otros años, que les acompañaban con sus risas y abrazos. Tan solo en la Región de Murcia han muerto por coronavirus 713 personas, habiendo un total de casi 58.000 de contagios.

Sin embargo, en estas fechas se dan los ingredientes perfectos para que se cree otra tormenta perfecta si no apelamos y hacemos propios los mensajes de sobra conocidos.

Llegados a este punto es el momento de reflexionar sobre estos días tan señalados en plena pandemia. ¿Son las navidades unas fechas entrañables? Sin lugar a dudas, sí. ¿Apetecen más que nunca después del año que hemos pasado? Desde luego que sí. ¿Aún así deben condicionar toda nuestra vida? Obviamente no, a menos que seas un niño de San Idelfonso o un actor de un Belén viviente. El resto de humanos debemos plantearnos renunciar a todo lo que implica un riesgo, porque estamos en condiciones muy desfavorables. Perder estas navidades puede garantizar que celebremos muchas más con nuestros seres queridos. Si no nos lo tomamos en serio y no adoptamos las medidas de seguridad, quien más disfrutará realmente de las navidades del 2020 será él, nuestro enemigo invisible. Él sí se dará una buena fiesta a costa de nuestra salud si somos irresponsables.

Celebrar en 2020 una Navidad como las demás tiene menos sentido que meterse un polvorón en la boca y decir «paparajote». Deberíamos apelar al sentido de la responsabilidad de los españoles en estos días señalados. Es más, los políticos, sea del color que sea, deben jugar bien sus cartas, ya que este año les toca ser el Grinch. No puede ser que descarguen toda la responsabilidad en los ciudadanos planteando medidas mucho más laxas que en los países de nuestro entorno. Esto no es fácil y es una decisión altamente impopular. Pero es por un bien común porque como dijo la gran pensadora de nuestro tiempo, una niña ante las cámaras de la televisión autonómica, «podemos perder unas navidades, pero no pasa nada, es mejor eso que morirse».

Recordando un clásico de estas fechas, ´Un cuento de Navidad', de Charles Dickens, en el que se puede leer: «Celebra la Navidad como te parezca conveniente, pero permite que yo lo haga a mi manera». Piensa que es un bonito cuento con un final mejor. Eso sí, la situación que tenemos ahora no es un cuento y sabemos el final que puede tener.

Eso sí, felices fiestas.