Para quienes no conozcan el plato llamado cocido de pava borracha, aunque parezca un poco esperpéntico, es precisamente lo que se deduce del nombre. Más allá de su forma de cocción, lo que le distingue de otros tipos de cocido similares es el hecho de obligar al animal a ingerir alcohol en buenas cantidades durante los días previos a su muerte y posterior incorporación al plato.

Como explica Rafael Poveda, presidente de la Academia de la Gastronomía Valenciana, "el secreto para cocinar el pavo navideño y que llegue jugoso empieza semanas antes de pascua seleccionando una buena pava negra de al menos 4 kilos y emborrachándola debidamente. Esta costumbre de gran arraigo en la Vega Baja no tiene nada de bárbara pues ante la inevitable muerte del animal, una buena cogorza siempre alivia el calvario."

Sobre el arraigo o falta de él en la Vega Baja no hay demasiado documentado, aunque las palabras de Poveda han sembrado cierta controversia en las redes sociales, donde parece destacar una mayoría que afirma no estar de acuerdo ni con la forma de dar muerte al animal ni con que este sea un plato profundamente arraigado en sus raíces.

De hecho una búsqueda en Google nos permite comprobar que la mayoría de resultados nos remiten a un conocido restaurante de Almoradí, cuyo principal valor -o uno de ellos- es este plato que quienes han probado tachan de "exquisito".

Sobre el valor gastronómico que puede aportar o dejar de aportar a una carne el hecho de que el animal ingiera alcohol justo antes de su muerte, después de años de cría y alimentación totalmente diferentes, desde el punto de vista científico existen desde luego serias dudas, aunque nada se puede juzgar antes de meter la cuchara en uno a no ser, claro, que lo hagamos por objeción de conciencia.

Sobre si la pava prefiere irse al otro barrio con o sin unos cuantos vasos de vino en el cuerpo, habría que preguntarle a ella.