Patxi tiene poco más de un año. Es un precioso Golden Retriever de pelo sedoso y dorado, de mirada expresiva y gesto risueño. Es inteligente, amigable, confiado. Un amor. Su dueño, Javier, le adora. Y eso que solo llevan dos meses juntos. Porque antes de ser Patxi, este dulce perro se llamaba Rudolf, “un regalo de Navidad de libro”, un cachorro con lazo rojo al cuello el día de Reyes que, con la llegada del verano, ya se había convertido en un estorbo.

Seguro que más de una vez han visto en el cine la típica escena de un niño abriendo un regalo a los pies del árbol de Navidad y que de la caja salga un perrito o un gatito. Parece como si un cachorro fuera el regalo perfecto, o la guinda del pastel para una Navidad de película. Y quizá sea así para algunas familias, pero desgraciadamente no lo será para miles de animales que acabarán abandonados pasados unos meses, cuando sus familias "se hayan cansado de ellos".

Seguro que Rudolf, tan parecido al icónico perro de los anuncios televisivos de papel higiénico, era con dos meses de vida como un peluche. Y seguro que los cuatro niños de su "familia" recibieron con júbilo este "juguete" tan anhelado o sorprendente, al que bautizaron como el reno de Papá Noel. Pero tras el fervor inicial, los niños vuelven al colegio, el perro crece y pasa a un segundo plano y muchos padres no están dispuestos a hacerse cargo de las mascotas de sus hijos. Ni hablamos de si ese animal enferma.

Compromiso a largo plazo

El error de base que se comete y da pie a estas situaciones es entender al perro, gato o cualquier otro animal doméstico como un regalo para alguien. Más aún si ese alguien es un niño. Un animal de compañía no puede ser una compra o adopción impulsiva e inconsciente. Un ser vivo, sintiente, que requiere atención y muchos cuidados, tiene que ser siempre para un adulto que de verdad desee este animal y que sea capaz de asumir un compromiso a largo plazo.

"En mi familia siempre hemos tenido perros. Yo llevaba tiempo planteándome tener uno y, por mi horario, prefería que fuese adulto. Cuando, a través de un amigo, me enteré de que una familia regalaba a su Golden, decidí viajar a conocerle, le adopté y le cambié ese nombre tan navideño", explica Javier. Una mentira piadosa a los pequeños de la casa -su perro iba a ser la mascota de un equipo de fútbol- y la promesa de recibir fotos endulzó un adiós que daría paso a la nueva vida del rebautizado can.

138.000 animales recogidos en 2017

Patxi es un perro con suerte. No le ha tocado vagar por la calles, pasar frío o mendigar comida. Tampoco ha puesto una pata en alguna de las más de mil sociedades protectoras o refugios para animales que existen en España. Solo en 2017, y según datos del Informe sobre Abandono y Adopción que elabora anualmente la Fundación Affinity, estas entidades recogieron 104.834 perros y 33.473 gatos. De ellos, menos de la mitad (43,5%), encuentran una nueva familia. Y esta cifra -138.000 en total- se refiere únicamente a los animales que llegan a estos centros. El fenómeno del abandono, como ejemplifica el caso de Patxi, es mucho mayor.

La mayoría de los animales que ingresan en los refugios han sido encontrados o recogidos en la calle (91%), frente a los que son dejados allí por sus propietarios (9%), por lo que todavía no se conocen los motivos concretos de muchos de los abandonos que se producen en nuestro país. No obstante, las 5 principales razones declaradas por quienes entregan a su animal son las camadas no deseadas (15,5%), el fin de la temporada de caza (12,2%), los factores económicos (11,7%), el comportamiento del animal (11,4%), y la pérdida del interés por el animal (10,7%).

No soy un juguete

Con el objetivo de poner freno a este "grave problema social", como señalan desde Fundación Affinity, a lo largo de todo el año, pero en especial en estas fechas navideñas, se multiplican las campañas para que no se regalen animales de forma irresponsable. "Piénsalo antes de regalarme", "Esta Navidad no regales abandono" o "No soy un juguete" son algunos de los lemas más repetidos.

Si finalmente los miembros de la familia toman la decisión meditada y consensuada de incorporar un compañero de vida de cuatro patas, desde la mayoría de asociaciones abogan por adoptar y dar una segunda oportunidad a los miles de animales que la necesitan. "De no ser adoptado, un animal de compañía está condenado a pasar el resto de sus días en un refugio o en muchos casos a ser sacrificado", alertan desde la Fundación Affinity. Además, es importante señalar que al adoptar se salvan dos vidas: la del animal adoptado y la del que ocupará su lugar en el refugio.

Cuando la opción es comprar un perro de una raza determinada, el consejo unánime es informarse bien y acudir a un buen criador para no fomentar el maltrato en la cría y ser cómplice de pseudo-criadores sin escrúpulos.

Nada de comprar por Internet o de recibir un perrito por mensajería desde el otro extremo de España, o del mundo. Un animal no es un paquete. Un ser vivo no es un regalo de Navidad que admite cambios y devoluciones. Ni siquiera aunque se llame Rudolf y lleve un lazo rojo alrededor del cuello.