ELECCIONES 28M

Podemos cierra su campaña más plana centrado en sobrevivir en Madrid

El partido vuelve a sus clichés tras quedar difuminado por las últimas polémicas

Ione Belarra e Irene Montero, durante el acto de cierre de campaña de Podemos en Madrid.

Ione Belarra e Irene Montero, durante el acto de cierre de campaña de Podemos en Madrid. / EFE

Ana Cabanillas

Podemos contiene el aliento tras un final de campaña donde ha quedado desdibujado. El partido ha pivotado toda su estrategia en Madrid, donde se libra su principal batalla electoral, y ha movilizado a todo el aparato para desafiar a las encuestas y lograr la supervivencia en la capital.

Pero si en los primeros compases de campaña lograron marcar la agenda con su ofensiva a Isabel Díaz Ayuso, en los últimos días se han visto arrollados por las polémicas sobre ETA y Bildu y los escándalos por la presunta compra de votos; dos asuntos en los que no han sabido tomar posiciones y que les han dejado fuera del debate público. El partido ha abogado por volver a los lugares comunes, agitando el fantasma de los poderes fácticos y criticando a los medios de comunicación.

A unas pocas horas de que se abran las urnas, las ministras y máximas dirigentes de Podemos, Irene Montero Ione Belarra, han dedicado sus últimos esfuerzos a la batalla de Madrid, donde han acudido al acto de cierre de campaña. La secretaria general de Podemos ha admitido que "en estas elecciones no se ha hablado de nada de lo que nos jugamos el domingo".

"Solo se habla de ETA y Melilla"

"En esta campaña solo se ha hablado de ETA y de la compra de votos en Melilla", ha proseguido Belarra, que ha acusado a los medios de "hurtar el derecho a la información veraz", reivindicando a Podemos como "la única fuerza que se atreve a denunciarlo" frente a "la izquierda conservadora de Madrid", en un claro ataque a PSOE y Más Madrid.

La también ministra de Derechos Sociales destacó la importancia de la capital, "desde donde irradian todos los poderes del estado, y donde es más importante derrotarles": "Esta campaña es la más difícil pero es también la más importante", proclamó.

Irene Montero, en el acto de cierre en Madrid.

Irene Montero, en el acto de cierre en Madrid. / EFE

Irene Montero coincidió en el diagnóstico, y definió estos días como "una campaña muy difícil", con "un PP que ataca el corazón de la democracia, y con un bipartidismo tratando de imponer sus reglas de juego para el siguiente ciclo político". "Por eso se habla de ETA", remachó la ministra de Igualdad. Con gesto serio durante todo el acto, Montero llamó a "votar y traer todos los votos posibles para echar al rincón de la historia a todos los fascistas que nunca debieron salir"-

Dos fases

Así terminan dos semanas de una campaña que ha tenido dos fases diferenciadas, donde el nerviosismo en las filas moradas se ha hecho más evidente en los últimos días. Podemos afrontó los primeros compases con todos los sondeos en contra e hizo una apuesta clara de centrar su estrategia nacional en la capital, ante el serio riesgo de desaparecer.

Quedar sin presencia en Madrid supondría un durísimo golpe para un partido que nació en la Puerta del Sol, al albur del 15M, y se forjó en los pasillos de la Universidad Complutense. En lo práctico, sería también un traspiés en las negociaciones que ahora se abren con Yolanda Díaz para la candidatura de las generales. Sin presencia en la capital, quedarían debilitados en esta nueva fase y dejarían el camino libre a Más Madrid, el partido fundado por Iñigo Errejón y con el que mantienen especial rivalidad.

La hoja de ruta de los morados ha consistido en una campaña de polarización con Díaz Ayuso, que se tradujo en camisetas, lonas y críticas desde todos los puntos del país. En los primeros días, el ruido y la polémica volvía a ser una baza para Podemos, recurre habitualmente a estos elementos y que fiaba sus resultados a la movilización. “Las campañas se nos dan bien”, resumían miembros de la ejecutiva.

Un grupo de mujeres críticas con la Ley Trans interrumpen el acto de cierre de campaña de Unidas Podemos

Agencia ATLAS / Foto: EP

Prudencia en Podemos

Más allá de esta consideración, en las filas moradas se han esforzado por no generar expectativas, y han evitado fijar metas concretas que después puedan volverse en su contra a partir del domingo. El objetivo declarado consiste en “gobernar en el máximo número de lugares posible”, aunque nadie se ha atrevido a darle nombre a estas plazas. 

Recorrió cierta sensación de alivio conforme iban saliendo sondeos como el del CIS, que auguraban su entrada en parlamentos autonómicos donde no tenían presencia, como Cantabria, y le convertían en actor necesario de Gobierno ante la caída del PSOE en lugares como Extremadura o Asturias. Pero no duró mucho.

El partido ha asentado una pata de su discurso llamando al “voto útil”, reivindicándose como necesario para sumar una mayoría progresista frente a la derecha y exhibiendo su gestión en el Consejo de Ministros. Además, se han dibujado como “la única fuerza valiente” para las grandes transformaciones. Esta expresión ha sido una constante y es también un reoriche claro al resto de partidos que compiten por su izquierda, Más Madrid y Compromís, a quienes han llegado a tildar de “izquierda cuqui” y “partido de centro”. 

En su primera fase Podemos trató de dejar al margen de estas críticas a la líder de Sumar, con quien selló un pacto no escrito para evitar la desmovilización. Pablo Iglesias, a diferencia de sus intervenciones habituales, se guardó en un primer momento de no azuzar la división en la izquierda y mantuvo un perfil bajo en sus primeros actos. Pero, conforme ha avanzado la campaña, esta tregua parece llegar al final y ha mostrado ya sus primeras fisuras. 

Desplazado del debate

Porque la segunda mitad de campaña no ha sido fácil para Podemos. En primer lugar, porque no ha logrado mantener la tensión en su discurso contra Ayuso, y lo que en un primer momento logró atraer los focos fue perdiendo interés conforme avanzaban los días, y ante la falta de renovación del discurso. Esta situación fue desplazando del debate público a un partido que, a diferencia de los primeros días, ha terminado hablando a los ya convencidos.

Los asuntos de actualidad también han jugado en contra. La polémica por las listas electorales de Bildu irrumpió a los pocos días de abrirse la campaña, un debate donde Podemos se vio incómodo después de su férrea defensa del partido abertzale.

Los casos de presunta compra de votos también han jugado en contra. Los morados no han tenido una posición decidida en este asunto y han evitado insistir en sus críticas, por salpicar al PSOE, de quien dependen para gobernar en todos los territorios, más allá de una crítica genérica al “bipartidismo”. La reacción inmediata es que han quedado fuera de la agenda pública. 

Cambio de guion

Podemos ha tratado de enmendar la situación con un cambio de guion patente en los últimos días. Ha aumentado el protagonismo de Iglesias, que este jueves ha ido a Valencia para el acto de cierre de campaña y ha vuelto a la carga contra Yolanda Díaz, rompiendo esa tregua que concluirá definitivamente tras los comicios.

El partido ha recurrido también al habitual discurso anti stabishment, denunciando a los poderes fácticos y cargando contra los medios de comunicación, llegando a pedir que los dueños de medios de comunicación estén obligados por ley a publicar sus vinculaciones empresariales.

"Denunciar la corrupción significa también denunciar la relación de los corruptos con los poderes", ha advertido Irene Montero en el cierre de campaña en Madrid, donde ha sostenido que "la corrupción no se podría sostener sin el blanqueamiento de los poderes mediáticos". Un discurso que se aleja de los primeros días, donde el partido se centraba en exhibir los avances logrados desde el Gobierno. Un cambio, en definitiva, que muestra a un partido a la defensiva y cuyo futuro se dibujará este domingo.

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