El principal reproche del PP tras los insultos de la diputada de Vox a Irene Montero —“libertadora de violadores” le dijo Carla Toscano a la ministra de Igualdad, a la que acusó de tener como “único mérito académico haber estudiado en profundidad a Pablo Iglesias”— es que el partido de Santiago Abascal “ha resucitado políticamente” a la dirigente de Unidas Podemos, que vivía sus horas más bajas a cuenta de la ley del ‘sólo sí es sí’. En los últimos días, Alberto Núñez Feijóo había marcado como línea de oposición clave ir al desgaste del Gobierno por las decisiones más recientes: mantener el texto normativo tal y como está por ahora a pesar de la rebaja de penas y eliminar el delito de sedición del Código Penal.

Las dos banderas que los populares seguirán exprimiendo al máximo, como se vio ayer en el larguísimo pleno del Congreso. Pero el protagonismo que ganó Vox con los insultos a Montero dejó a un lado la acción del PP y terminó copando la atención mediática a pesar de los asuntos tan relevantes que estaban encima de la mesa, incluidos los Presupuestos del año que viene. Y el PP no tiene ningún interés en entrar en la polémica de Vox. Más bien al contrario.

La secretaria general, Cuca Gamarra, también portavoz del grupo en el Congreso, reaccionó con un mensaje de rechazo a la vía abierta por Vox: “La ministra Montero debe asumir responsabilidades políticas por una ley que tiene unos efectos nefastos, pero nadie tiene derecho a ofenderla y entrar en su vida personal. Ni en la suya, ni en la de nadie. El respeto es imprescindible en política”, zanjó. El PP no participó en la foto de apoyo a la titular de Igualdad (se ausentaron las diputadas populares y las de Vox) pero sí quiso marcar distancias con los ultras.

Ahora el objetivo es pasar página rápidamente. Los conservadores están convencidos de que “estirar el chicle” de la polémica sólo beneficia a Vox en el espectro de la derecha. Primero, porque les ha devuelto el foco. Y, segundo, porque reconocen que el discurso duro es premiado por una parte de los electores y consolida el suelo de sus votantes más duros. “Y con eso nunca vamos a entrar a competir”, zanjan. De ahí la insistencia por retomar lo antes posible el discurso tradicional de oposición y seguir con las críticas a Irene Montero en lo que respecta a la ley que ha permitido rebajas en condenas por agresiones sexuales.

El PP sigue pidiendo la dimisión de la ministra y continuará con una oposición muy decidida contra Montero, pero sin entrar en ningún asunto personal ni de la índole por la que ha apostado Vox. El grupo parlamentario sigue trabajando en una Proposición de Ley que pretende ser la siguiente “propuesta seria” de su partido para enmendar los agujeros de la norma estrella de Igualdad, y la presentarán en los próximos días.

El otro tema clave de oposición sigue siendo la sedición. El Congreso aprobó ayer la admisión a trámite de la modificación del Código Penal que propone el Gobierno y que beneficia a los condenados por el procés que hoy son socios estables de Pedro Sánchez. En el PP cuentan con que tras este primer paso vendrá una tramitación exprés para en apenas unas semanas tenerlo todo listo. Los populares registrarán enmienda a la totalidad. 

Y, sobre todo, en la campaña de calle que ayer inauguró Feijóo en Badajoz seguirá siendo un tema central. El PP está convencido de que se trata de un tema que desgasta mucho al PSOE y por eso pasaron a la acción presionando a los diputados de las comunidades más sensibles con este asunto gobernadas por los socialistas. Primero, registraron la votación por llamamiento uno a uno y después presionaron a los parlamentarios en redes sociales.

Según confirman en la dirección del PP, el principal mensaje de crítica al Gobierno seguirá en esta línea. El sábado, de hecho, se celebrará el segundo acto de esa campaña propia en Madrid con Isabel Díaz Ayuso y José Luis Martínez-Almeida, donde los dirigentes madrileños elevarán el tono contra Sánchez por la reforma “a medida” del Código Penal.