Los primeros testigos citados por las acusaciones particulares en el juicio del Caso Cursach no aportaron ayer pruebas de cargo contra los sospechosos. Un detective privado confirmó que varias denuncias contra una discoteca del Marítimo competencia de Tito’s procedían de una persona que no residía en la zona. Dos antiguos empleados del Grupo Cursach negaron tener conocimiento de irregularidades en sus establecimientos y pagos de sobornos a policías locales.

El detective Juan Carlos Cabanach explicó que hace "un montón de años" realizó un informe por encargo de Ángel Ávila, entonces socio de la discoteca Level del Paseo Marítimo y personado ahora como acusación particular en el juicio. Cabanach explicó que el objetivo era averiguar la identidad de una persona que estaba presentando denuncias de forma reiterada contra ese negocio. El detective dijo no recordar muchos detalles de las pesquisas, pero sí confirmó que el denunciante no era vecino de la zona y que residía a mucha distancia del Marítimo. "El motivo de las denuncias no se pudo esclarecer, solo que vivía muy lejos de la discoteca", detalló Cabanach. Precisó que no ha podido consultar ese informe antes de su declaración en el juicio porque la legislación obliga a destruirlos al cabo de tres años.

Los dos antiguos empleados de Cursach fueron hasta ayer testigos protegidos, pero la defensa de Sbert pidió que se dejara sin efecto esta medida y ninguna de las partes se opuso. El tribunal acordó así que declarasen a cara descubierta.

Uno de ellos fue durante una década el encargado de mantenimiento de los negocios de Cursach. El hombre fue interrogado sobre la colocación de una valla supuestamente ilegal para beneficiar a la discoteca BCM de Magaluf, pero dijo no haberla visto. Aseguró que algunos "policías locales" trabajaban como empleados "de seguridad en Western Park", el parque acuático de Cursach en la misma zona, pero afirmó que no tiene conocimiento de que los agentes y otros funcionarios del ayuntamiento de Calvià dieran un trato de favor a los negocios del magnate. "En Pachá advertí del peligro que suponía hacer la fiesta de la espuma por las deficiencias en la instalación eléctrica. El resto de medidas creo que eran muy adecuadas", dijo sobre el estado de los establecimientos de Cursach. A preguntas del abogado de Sbert, el testigo reconoció que ha estado en tratamiento psiquiátrico con ingresos de "varios años". El otro antiguo empleado de Cursach tampoco aportó evidencias de irregularidades o delitos cometidos por ninguno de los acusados.

Hoy está prevista la declaración de dos de los empresarios de Magaluf personados como acusación particular.