El exministro de Trabajo Eduardo Zaplana estuvo nueve meses en prisión, junto a sus dos amigos y presuntos testaferros (Joaquín Barceló y Francisco Grau), hasta que fructificaron las pesquisas de los investigadores del caso Erial que permitieron recuperar 6.734.026,1 euros, procedentes de supuestas mordidas. Sólo cuando el Juzgado de Instrucción 8 y la Fiscalía Anticorrupción confirmaron el ingreso de este dinero en la cuenta bancaria del juzgado decretaron la puesta en libertad del expresidente de la Generalitat y sus testaferros, el 7 de marzo de 2019.  

El presunto testaferro uruguayo de Zaplana, Fernando Belhot, fue quien entregó los casi siete millones de euros supuestamente del exministro a los investigadores del caso Erial tras revelar su existencia a finales de 2018. Un gesto de colaboración con la justicia que permitió a Belhot pasar de investigado en la causa a testigo. Y que la defensa de Zaplana considera un "pacto ilegal". 

El rastreo del dinero de origen opaco supuestamente de Zaplana no fue sencillo. Los investigadores del caso Erial han reconstruido y documentado el rastro del dinero que movilizó esta presunta trama y que cifran en más de veinte millones de euros a través de 14 países como Andorra, Luxemburgo, Holanda, Uruguay, Dubai, Hong Kong, Panamá, Reino Unido o el principado de Liechtenstein. El exministro de Trabajo contactó con su supuesto testaferro uruguayo en 2009, tras varias inversiones fallidas realizadas por sus presuntos hombres de paja valencianos.

Belhot admitió a los investigadores del caso Erial que se reunió con Zaplana, Barceló y Grau porque "habían montado una estructura societaria en España y Luxemburgo para optimizar activos que tenía el señor Barceló". Según Belhot, "con el tiempo me di cuenta" de que era Zaplana quien decidía qué se hacía con los fondos. Y que como ayer adelantó El Periódico de España, del mismo grupo que Levante-EMV, del grupo Prensa Ibérica, estos fondos ascendían a diez millones de euros en 2014, según supo entonces el comisario José Villarejo antes de que se iniciara la investigación del caso Erial, el 20 de noviembre de 2015. 

La entrada de Belhot en la gestión de los fondos presuntamente de Zaplana profesionalizó la ruta del dinero opaco. El testaferro uruguayo utilizaba para mover el dinero el "método helicóptero" que, explicado de forma sencilla, consiste en movilizar el dinero a través de varias cuentas y países para borrar su rastro. 

Tal como recoge la Unidad Central Operativa (UCO) de la Guardia Civil, los fondos de Imison International (la mercantil abierta por los Cotino que acabó gestionada por Barceló y Grau) pasó a manos de la empresa uruguaya Disfey SA, con cuenta bancaria en el Bank Julius Bäer de Suiza, que Belhot trasladó a otra cuenta controlada por él en el Bank Winter & CO de Austria, para volver a una otra cuenta en Suiza a nombre de Belhot. De ésta última salieron los 1,8 millones que el testaferro uruguayo trasladó al Banco Sabadell para la compra fallida de acciones del puerto Marina Greenwich de Altea.