Un día de diciembre de 2020, Donald Trump reconoció por sorpresa la soberanía de Marruecos sobre la zona ocupada del Sáhara Occidental. No fue solo una declaración: el entonces presidente saliente de Estados Unidos anunció la apertura de un consulado en la ciudad de Dajla, y lo dejó todo por escrito. En la “Proclamación de reconocimiento de la soberanía del reino de Marruecos sobre el Sáhara Occidental”, decía que la opción de la independencia del Sáhara no era creíble y reafirmaba su apoyo a la propuesta de autonomía hecha por Marruecos como la “única base seria, creíble y realista”. Poco más de un año después, Pedro Sánchez usaba exactamente esas palabras para dar su apoyo a Marruecos e iniciaba una nueva hoja de ruta en las relaciones bilaterales. Argelia respondería con unas sanciones económicas a las exportaciones españolas que han costado centenares de millones de euros.

Joe Biden ha sostenido parte de esa postura, pero con matices. Juega una suerte de “ambigüedad estratégica” entre su apoyo a Marruecos, aliado, y el respeto a las resoluciones de Naciones Unidas. Su Administración reiteró en marzo, tras el giro de Sánchez, que sigue viendo el plan de Marruecos para el Sáhara Occidental como una iniciativa “seria, creíble y realista”. Pero ahora, el Departamento de Estado insiste (la última vez hace menos de un mes) en que es un enfoque potencial para resolver el conflicto, y ha reiterado su apoyo a la encomienda del enviado personal del secretario general de la ONU para el Sáhara Occidental, Staffan de Mistura. En su mandato está la consecución de un referéndum de autodeterminación en el Sáhara. 

Mientras, un grupo de senadores presiona a Biden para que sea más duro con Marruecos. Están liderados por el republicano por Oklahoma James Inhofe, que ha cargado con dureza contra las políticas marroquíes hacia el Sáhara Occidental. Ha acusado al Gobierno marroquí de “ataques perversos” a los saharauis en la región. 27 senadores de ambos partidos (13 republicanos y 14 demócratas de un total de 100 senadores) dirigieron una carta a Biden para que revierta "la decisión equivocada" tomada por Donald Trump sobre la marroquinidad del Sáhara. Y promueven enmiendas para que el armamento entregado a Marruecos tenga cláusulas que impidan su uso contra la población saharaui.

Un ejemplo son las maniobras militares de Estados Unidos en el Norte de África, las llamadas African Lion, que ha albergado Marruecos las dos últimas décadas. España ha declinado participar en la edición de los dos últimos años, envuelta como ha estado en el avispero diplomático magrebí. Estos enormes juegos de guerra (con miles de efectivos de Estados Unidos, Marruecos, Túnez, Senegal y Ghana) siguen siendo un punto de fricción en el Congreso americano, hasta el punto de que está en duda que sea Marruecos el que albergue la edición de 2023.

'To Trump or not to Trump'

Si las encuestas están en lo cierto, tanto el Congreso como el Senado van a pasar a tener mayoría republicana, y eso puede dejar a Biden con las manos atadas. Y, en ese caso, para brillar, puede poner el foco en la política exterior, como hizo Bill Clinton cuando perdió ambas cámaras durante su primer mandato (1993-1997). Tras la derrota de las ‘midterm’ de 1994, dio un giro en la relación de confrontación con Japón y empezó a convertirlo en un aliado, y aumentó de forma importante la inversión en Defensa, recuerda Carlota García Encina.

El efecto dominó de las decisiones de la política exterior estadounidense es siempre imprevisible y difícil de anticipar. Depende, sobre todo, del carácter del presidente. Según muchos analistas, estas ‘midterm’ pueden ser clave para determinar quién se presentará a las presidenciales. Trump ya ha dicho que “muy, muy, muy probablemente” se presentará a las primarias republicanas. Pero tomará su decisión en función de cómo lo hagan de bien o mal “sus” candidatos, apunta Daniel Blanch, coordinador del programa de Relaciones Internacionales de la Universidad Saint Louis de Madrid. 

Para Sebastián Royo, rector de la Clark University de Massachusetts, no hay duda de que Trump se presentará, entre otras cosas porque tiene abiertos casos judiciales en contra (entre ellos, la investigación del FBI por presunta sustracción de documentos secretos) y ser candidato podría protegerle. Sin embargo, Carlota García Encina, investigadora principal del Real Instituto Elcano, opina justo lo contrario: Trump sabe que perdió por siete millones de votos en 2020 y ahora la sociedad está polarizada e impermeable a posibles trasvases de votos. El Partido Republicano no le va a dejar, ha dicho la analista en un foro organizado por su think tank este martes en Madrid. Además, ha apuntado, hay otros candidatos potentes como su ex secretario de Estado (ministro de Exteriores) Mike Pompeo.

Políticas proteccionistas

En el plano macroeconómico, preocupa el posible bloqueo institucional si los republicanos consiguen ambas cámaras legislativas y deciden hacer una oposición dura al presidente demócrata. Lo hicieron con Barack Obama en 2011, después de que los demócratas perdieran las 'midterm' de 2010. En plena crisis económica global, el Viejo Gran Partido, dominado por entonces por la energía del Tea Party, lanzó un órdago político: bloquearon la aprobación del techo de gasto y llevaron al país al borde del impago. Trataban de obtener concesiones del presidente a cambio de su apoyo al gasto federal, que deben aprobar. 

Otra de las derivadas con posible impacto en la política exterior del país es el grado de apoyo que seguirá dando Estados Unidos a Ucrania. Kevin McCarthy, el hombre que presidirá la Cámara de Representantes si los republicanos recuperan la Cámara de Representantes como apuntan los sondeos, ha advertido de que la ayuda a Volodímir Zelenski para defenderse de la invasión rusa no puede ser “un cheque en blanco” porque los estadounidenses se enfrentan a sus propios problemas económicos en términos de inflación y una posible recesión. Si Estados Unidos reduce su ayuda a Ucrania (de momento ha enviado o comprometido 52.000 millones de euros, según el Instituto Kiel, frente a los 16.000 de la UE), los países de la Unión Europea probablemente tengan que rascarse el bolsillo para sostener los esfuerzos de guerra. 

España debe estar atenta a la ejecución de las políticas económicas proteccionistas. El año pasado, Washington y Bruselas acordaron suspender un lustro los aranceles adicionales impuestos por Donald Trump a las importaciones de la UE, por un importe aproximado de 7.500 millones de dólares, sobre todo para productos de aeronáutica (lo que impactó en Airbus, con sedes en España) y a productos agroalimentarios (como el aceite, los vinos o los quesos españoles). Sin embargo, se acaba de aprobar la Ley de Reducción de la Inflación que contienen, sobre todo, subvenciones que pueden violar ciertas normas de la Organización Mundial del Comercio y perjudicar a Europa en general y a España en particular, apunta García Encina a El Periódico de España, del grupo Prensa Ibérica. El “America First” de Trump ha sido acogido por los demócratas y puede verse intensificado si los republicanos retoman las cámaras legislativas.

Estas elecciones van a ser también un plebiscito sobre cómo lo ha hecho Joe Biden tanto en política doméstica como en política exterior, opina Daniel Blunch. En ese sentido, la clave principal es de qué color será el Congreso: se reparten los 435 escaños de la Cámara de Representantes (la Cámara Baja) y 35, un tercio de los del Senado (la Cámara Alta), además de 35 gobernadores de los 50 estados del país. Y es en el Congreso donde se desarrollan las comisiones de Defensa o de Exteriores, que definen a menudo los mimbres con los que Estados Unidos teje sus relaciones bilaterales con sus aliados, como España. 

El nuevo Congreso estadounidense puede lanzar también una guerra de comisiones de investigación para debilitar a Joe Biden. Una de las más esperadas es la de la caótica salida de Afganistán. España participó activamente y Joe Biden agradeció la ayuda en la evacuación de civiles, en parte al permitir el uso de las bases conjuntas de Morón y Rota.