La ruptura de las negociaciones con el Gobierno sobre la renovación del Consejo General del Poder Judicial ha dejado tocado al PP. La tesis en la que los conservadores están instalados es la del “engaño” del Ejecutivo, que durante días “negó sistemáticamente” al negociador popular, Esteban González Pons, que fueran a avanzar realmente en la reforma del delito de sedición. Fue el presidente del Gobierno quien dijo en Bruselas hace dos semanas que se trataba de un “compromiso personal” suyo a la espera de una mayoría suficiente, justo después de que ERC decidiera no registrar una enmienda a la totalidad de los Presupuestos. Y a partir de ahí todo se desencadenó.

Pero, tras la decisión, los principales barones del partido creen que Feijóo debe trabajar para “pasar página” y devolver el debate público “a la economía y la gestión”, que son los campos en los que el PP “se maneja”. Lo más importante, señala un dirigente autonómico que gobierna, es “volver a la centralidad y a la moderación”, y evitar a toda costa la sensación de que hay una nueva hoja de ruta más dura, alejada del perfil del presidente del partido. “A veces hay que dar un golpe en la mesa. Se ha dado. Pero ya está. Hay que volver a los temas importantes, sobre todo el económico”, insisten dentro del PP.

Distintos dirigentes de peso reconocen que sí hubo “un componente de giro, volantazo” o “algún error” en la estrategia que siguió el PP y, sobre todo, en el manejo de los tiempos. Después de las palabras de Pedro Sánchez en Bruselas (a lo que siguió una información del diario ‘El País’ incidiendo en los planes del Ejecutivo sobre la reforma de la sedición, que escoció especialmente a los conservadores), el PP no se levantó de la mesa de negociación e incluso mantuvo públicamente que los dos asuntos —el CGPJ y la sedición— no se mezclaban entre sí. Que cada uno iba por un camino distinto, como reiteraron distintos portavoces.

Sin embargo, y a pesar de la crítica interna, que sí existe, parece haber una unanimidad casi total en torno a que no era aceptable pactar el Consejo si realmente los planes de Sánchez pasan por una reforma del delito de sedición en el corto plazo. 

Incluso los barones más moderados dieron luz verde a Feijóo para tomar la decisión, que coincidía con la exigencia del ala más dura del partido que encabeza Isabel Díaz Ayuso. La presidenta de la Comunidad de Madrid, una vez más, fue la única dirigente que con toda claridad llevaba días oponiéndose a ese acuerdo, convencida, tal y como le dijo a su propio jefe de filas, “que Sánchez le iba a engañar”.

A pesar de que se ha dicho muchas veces que los puentes entre los dos partidos estaban casi rotos, ahora ya no hay ni un solo dirigente dentro del PP que vea opción al pacto. “Esto ya sí que es insalvable”, zanjan. Y tomada la decisión, que algunos barones insisten en que para Feijóo “es dura porque aspiraba a cerrar este pacto de Estado”, los dirigentes autonómicos insisten en que toca devolver el foco a los debates económicos y que lo ocurrido sea “la excepción”.

De hecho, Génova se lanzó ayer mismo a una propuesta en materia de vivienda, entrando de lleno al debate sobre las hipotecas que también vive el seno del Gobierno de coalición. Con Unidas Podemos exigiendo congelarlas durante un tiempo y el PSOE sin llegar a aclarar su postura, Feijóo pidió recuperar las deducciones en el IRPF al comprar una vivienda que es la habitual. Se trata de una medida que primero eliminó el Gobierno de Zapatero y que, aunque la recuperó el de Rajoy, en solo unos meses volvió a suprimirla por las exigencias de ajustes de Bruselas en el año 2012.

"Ayuso pensó en su mayo"

De reojo, pero de manera evidente, los mismos dirigentes que analizan los errores del partido y piden a Feijóo no desviarse de la moderación miran a Ayuso. En el partido creen que la presidenta madrileña, que tiene un marcado perfil nacional desde su autonomía, entró de lleno al debate pensando en las elecciones del próximo año. “Ayuso no se iba a callar algo así. Y por eso ya hablaba del Tezanos disfrazados de jueces y se oponía a pactar lo que fuera con Sánchez. Pero pensó en sus elecciones y en su electorado, y no tanto en el PP en su conjunto”, afirma uno de sus compañeros de partido.

Aunque difieren en las formas y hay matices de por medio, la realidad es que en la formación veían con malos ojos un acuerdo con Sánchez si en paralelo se estaba gestionando una negociación con los independentistas, incluido Carles Puigdemont. De ahí que otros cargos del partido crean que la madrileña “ayudó a aclarar algunas cosas”.