En el Congreso la agenda catalana luce con una facilidad pasmosa, lo que dice mucho y habla bien de ERC. Tener 13 escaños en una legislatura como la actual, de aritmética compleja, puede servir para muchas cosas, dos sobre todo: una tiene que ver con la negociación pura y dura y con el precio del apoyo que dar a los proyectos del Gobierno; la otra con la facilidad para penetrar y dominar la actualidad mediática. Las palabras de Gabriel Rufián suelen marcar el día a día del Congreso.

Pero hay otra agenda que no es tan llamativa a pesar de su influencia: la agenda vasca. Por ella pelean dos grupos parlamentarios, el PNV y EH Bildu, 11 diputados y diputadas en total: seis forman parte del primero, cinco del segundo. No es la misma agenda, cabe puntualizar, de hecho son dos narrativas diferentes, pero la pugna por su apropiación y su rentabilización se ha convertido en una clave de la legislatura.

Esta pelea sorda, aunque tremendamente palpable en la construcción de la mayoría parlamentaria, ha entrado ya en su fase decisiva porque habrá elecciones municipales en Euskadi en mayo del año que viene. Esto se traducirá, como apuntan fuentes parlamentarias de ambos grupos, en un mayor escrúpulo para negociar. Y en un mayor cuidado, que no valdrá cualquier cosa.

Porque tan decisivo es ERC con sus 13 escaños como lo son PNV y EH Bildu con 11, así que el precio del voto se ha encarecido. La inflación del pacto parlamentario ha subido también y Pedro Sánchez tendrá que aplicarse. Del mismo modo que la agenda catalana (reforma del delito de sedición, inversiones, vivienda), la agenda vasca (cupo, fondos europeos, pensiones, fiscalidad) condicionará la política nacional del último año de la legislatura, año electoral.

Profesionalización y negociación

Aunque el efecto que los logros en el Congreso puedan generar en el rendimiento electoral de las dos principales formaciones vascas es difuso, está claro que no restan. Incluso si se negocian y se comunican con habilidad pueden crear viento a favor. Por ello, entre las muchas conclusiones que está deparando la legislatura, una es sin duda la “profesionalización” de dos aliados fundamentales para el Gobierno: ERC y EH Bildu.  

A los dos les une la apuesta por la forja de una agenda social. Sabedores de que las reivindicaciones independentistas no atraviesan un momento de máxima popularidad, se han volcado en la defensa de las clases populares y trabajadoras, al menos en el Congreso y en el Senado. Para lograr sus objetivos, han adoptado una metodología que se resume en la discreción infranqueable, en la presión hasta el final y en la comunicación en el instante oportuno. Luego, en los territorios, otras mesas y otros asuntos, que si referéndum de autodeterminación en uno, que si situación de los presos en otro, etcétera. Es decir: lo que lleva haciendo el PNV toda la vida.

Fondos versus leyes

Este miércoles, en el Congreso, se plasmaron dos modelos. Dos influencias. El PNV preguntó a Sánchez en la sesión de control al Gobierno por el grado de ejecución de los fondos europeos. EH Bildu preguntó al presidente por el nivel de cumplimiento de los compromisos sociales.  

Tanto el portavoz del PNV, Aitor Esteban, como la de EH Bildu, Mertxe Aizpurua, se mostraron críticos. Al líder del PSOE pareció molestarle más la intervención de la dirigente abertzale. Tiene lógica: Sánchez ha apostado sin ambages por la defensa de la mayoría social y por el Estado de Bienestar. Atacar por ahí le obliga a ponerse a la defensiva.

Pero Esteban tampoco se mostró complaciente. Tras expresar el riesgo de que los presupuestos de 2023 se descuadren si no se ejecutan correctamente los fondos europeos, el portavoz del PNV lamentó que el dinero de la UE o no llega o llega “tarde”. A su juicio, “hay errores de diseño” en los PERTE, pues sólo cinco de los once anunciados están funcionando. Ya con la mirada puesta en Euskadi, el diputado jeltzale cuestionó que no se esté fomentando la inversión en carreteras.

En resumen, “hay lentitud y cierto caos, y la sensación de que falta un plan”, declaró antes de pedir al presidente: “Póngase las pilas antes de que llegue la presidencia europea”, lo que ocurrirá durante la segunda mitad de 2023.

Sánchez ha negado que haya caos. España es el primer país de los 27 que forman la UE en recepción de fondos, lo que ya está generando empuje económico. Y con la mirada puesta en Euskadi, ha concretado que del plan de implantación del vehículo eléctrico se están beneficiando cuatro importantes empresas vascas. 200 millones de ayudas en movimiento, ha remarcado el presidente del Gobierno.

Más agrio ha sido el cara a cara con Aizpurua, quien ha puesto en duda que el Gobierno arribe al final de la legislatura con el calendario de derechos y libertades completo. Para la portavoz de EH Bildu no ayuda nada que leyes tan “estratégicas” como la de vivienda, la de seguridad ciudadana que derogará la “ley mordaza”, la trans, la de salud mental o para una reforma fiscal se encuentren bloqueadas. 

Sánchez ha intentado deslindar ámbitos. El del poder ejecutivo está en orden porque el Gobierno ha llevado al Congreso los proyectos legislativos que defiende Aizpurua. El del poder legislativo, no tanto. “Corresponde a los grupos parlamentarios avanzar en esas leyes”, ha subrayado.

“Se puede ver el vaso medio lleno o medio vacío, pero decir que no cumplimos con los derechos y libertades no se ajusta a la realidad”, se ha defendido el mandatario socialista antes de sembrar una duda: “A lo mejor no estamos bloqueando nosotros, sino que no encontramos un punto de encuentro”, ha incidido.

Quizá por ello la portavoz de EH Bildu ha pedido valentía: “Tiene mayoría suficiente” en el Congreso para sacar adelante las normas citadas. “Hágalo”, le ha instado.

La tendencia en Euskadi

El PNV y EH Bildu son dos grupos que insisten una y otra vez en su disposición a la negociación. El Gobierno les llama y acuden. Les llamó para salvar las enmiendas a la totalidad a los presupuestos de 2023 y se pusieron a hablar en seguida. Los nacionalistas lograron la renovación de la ley del cupo; los independentistas eludieron desvelar las contrapartidas. Nadie duda de que algo han recibido o de que algo están a punto de recibir.

Conscientes de su importancia legislativa, PNV y EH Bildu se miran de reojo. Cada cual sigue su propio plan y ambos grupos descartan intentos de perjudicar al otro en las negociaciones con el Gobierno. No obstante, se han dado situaciones “extrañas”, opina una de las fuentes consultadas. Hace un año, el PSOE negoció con las fuerzas progresistas una enmienda de los presupuestos destinada a dotar de financiación al plan de ayuda a las víctimas del amianto. Aunque los nacionalistas tenían una muy parecida, fueron excluidos de las conversaciones y EH Bildu se apuntó el tanto.

Igualmente, hace apenas una semana, el PNV sacó pecho en Euskadi de la enmienda del proyecto de ley del deporte dirigida a las selecciones vascas de modalidades regionales. 

En los comicios de hace dos años para configurar el Parlamento, el PNV obtuvo casi 350.000 votos (39%); EH Bildu, 100.000 menos (27,8%). En las últimas municipales, mayo de 2019, los jeltzales lograron más de 1.000 concejales gracias a sus más de 400.000 papeletas; los abertzales, 930 concejales y más de 279.000 votos. Las encuestas y sondeos hechos en Euskadi siguen dando ventaja al PNV, pero con menos margen. EH Bildu está creciendo; parece la tendencia. 

He aquí un duelo que, a diferencia del catalán, en el que ERC compite de igual a igual con el PSC, muestra a dos formaciones vascas más igualadas. En Euskadi, en las generales de 2019, EH Bildu, tercero, casi empató con el PSE, segundo. Resultado: cinco escaños, grupo propio. Y de paso, influencia en Madrid. Una influencia que está condicionando al Gobierno y que está poniendo en primera línea la agenda vasca. En silencio, sí, pero en primera línea.