Ocurre con Pedro Sánchez y su Mr. Handsome, ya es imposible ver al presidente del Gobierno y a la presidenta de la Comisión Europea, Ursula Von der Layer, y no imaginar que a ella le chispean los ojos y se le acelera el corazón. De la misma manera, en Andalucía ha llegado un punto en el que es imposible no estar oyendo al que ha sido hasta ahora su consejero de Salud, Jesús Aguirre, y no imaginarlo comentando algo, preferiblemente de comida, con ese maravilloso acento cordobés que le imprime el tuitero Malacara. A partir de este jueves, ese consejero que ha sido carne de meme y ha hecho las delicias de las redes se convertirá en la segunda autoridad de Andalucía desde la Presidencia del Parlamento andaluz. Será el primero con carné del PP en ocupar ese cargo de gran relevancia institucional aunque de menos política con una mayoría absoluta. No sabemos si ahora la broma aflojará, pero de momento hay meme de bienvenida: ”Sientese señores diputado. La siguiente votación sera entre pavia de bacalao o de merlusa”.

A Aguirre le va la guasa y ha encajado con mucha cintura que el tuitero Lucas Melcón, que lleva con brillantez la cuenta de Malacara, le haya hecho diana de sus finas pero mordientes críticas. Tanto le cogió el gusto que ya al final de la pandemia, avisaba, gráfico en mano, de que venía el momento del meme. Más allá de la broma, la designación por parte del presidente andaluz, Juan Manuel Moreno, de Aguirre como presidente del Parlamento, no ha hecho tanta gracia a los partidos de la oposición. En especial a Podemos, que advirtió de que se premiaba a un consejero que calificaron de “radical de la privatización de la sanidad pública”. El trato con Aguirre es amable, es un hombre afable, pero las críticas que ha recibido son duras. A pocas horas de que se constituya la Cámara andaluza, este jueves seguía sin existir acuerdo entre PP y PSOE para conformar la Mesa y otros órganos de extracción parlamentaria, de uno de los Parlamentos más novatos de su historia, con 61 de 109 diputados de estreno esta duodécima legislatura, como publica El Periódico de España.

El inminente presidente del Parlamento obtuvo bula de su mujer, médico jubilada, para seguir otra legislatura. A sus 66 años se daba por hecho que iba a continuar al frente de la Consejería de Salud, donde muchos lo dieron por amortizado tras la crisis de la listeria en 2018 y desde la que se enfrentó a la pandemia, pero Moreno ha sorprendido, incluso a su partido, con una designación que en sus filas leen como “un reconocimiento a un hombre leal y sencillo que ha bregado con lo peor de la crisis del covid”. Sin ambición política, quizás también por su edad, Aguirre nunca ha tenido problema en ponerse por delante en todas las alertas sanitarias que ha afrontado el PP. Si hubiera tenido que inmolarse por Moreno, sin duda lo habría hecho. De ahí el premio a su lealtad, pero también a su capacidad de trabajo, con jornadas de horas que a veces se le han hecho muy cuesta arriba aunque evitaba quejarse. Solo se le ha visto llorar en público alguna vez, cuando ha tenido que lamentar la muerte de algunos médicos contagiados por covid con quien compartía oficio y carrera.

El consejero de Salud, Jesús Aguirre, mostrando un gráfico durante la pandemia. MARÍA JOSÉ LÓPEZ

El perfil más conservador

En un “Gobierno de gestión para todos los andaluces” y “no guiado por la ideología”, con ese argumento llegó Moreno a unas elecciones de las que salió con una abrumadora mayoría absoluta, Aguirre ha sido un consejero que marcaba la diferencia. Era el perfil más conservador del ala del PP. Se ha mostrado contrario al aborto y ha defendido la denominación de violencia intrafamiliar y no la de género, alineándose en un tema muy sensible con los postulados de Vox. Pero cuando ha roto el guion de centro de Moreno siempre ha salido airoso y si ha tenido que rectificar lo ha hecho. Sus expresiones coloquiales le han permitido ampararse en que eran malos entendidos o dar marcha atrás asegurando que se había expresado mal.

En junio de 2019 estaba en un foro de la Ser cuando se preguntó “quién defiende a los no nacidos” para acto seguido decir que había que dar apoyo a las madres porque lo fácil era “llegar y el chupetón”, como se refirió a la interrupción voluntaria del embarazo. "Soy una persona a la que le gusta hablar de forma clara y directa y, por ese motivo, a veces uso algún término coloquial o inapropiado. Pido disculpas si alguien se ha molestado", dijo poco después para frenar la polémica por sus palabras.

En marzo de 2022, Aguirre volvió a romperle el guion a Moreno cuando en un desayuno en Madrid dijo que él prefería hablar de “violencia intrafamiliar”, como acuña Vox, en lugar de denominarla machista o de género. “Mi compromiso frente a la violencia de género es rotundo. Es una lacra que, entre todos, tenemos que luchar para erradicarla. Tolerancia cero ante cualquier tipo de violencia”, se vio impelido a escribir poco después ante el vuelo que habían cogido sus palabras.

Aguirre pasea con Moreno en San Telmo, sede del Gobierno andaluz. María José López

Más allá de sus expresiones, el presupuesto de Salud daba cobijo a las concesiones a Vox en materias sensibles frente a la Consejería de Igualdad y Políticas Sociales, que gestionaba Cs, que trataba de frenar cualquier recorte a las políticas de igualdad o contra la violencia machista. El Gobierno andaluz concedió a Vox la creación de un teléfono de violencia intrafamiliar pero también calmó los ánimos de la extrema derecha, que exigía el corte de subvenciones a las asociaciones feministas o contra la violencia machista que denomina “chiringuitos de la ideología de género”, elevando las ayudas a las asociaciones antiabortistas. Un millón de euros al año del presupuesto público para asociaciones sin ánimo de lucro en defensa y protección de la vida, más líneas de apoyo a través de diputaciones y ayuntamientos. La mayor organización antiabortista de España, Red Madre, ha llegado esta legislatura para instalarse en Andalucía.

Dicharachero y espontáneo

Su autenticidad, fuera de los argumentarios políticos, ha puesto en algunos aprietos al Gobierno. Aguirre dice lo que piensa y además no piensa siempre lo que dice, es espontáneo y dicharachero. Algo muy alejado de lo que se identifica para la presidencia del Parlamento, una atalaya encorsetada donde el protocolo manda y las leyes y el Reglamento debe conocerse al detalle. Médico de familia, ha ejercido en varios pueblos de Córdoba donde sus pacientes le guardan gran cariño. En 2016 llegó de la mano del PP al Senado y se convirtió en una voz autorizada para el partido en materia de sanidad. Asunto que, según las encuestas, sigue liderando las preocupaciones de los andaluces junto a los problemas económicos y el paro. PSOE y Unidas Podemos en la anterior legislatura han acusado reiteradamente a Aguirre de estar desmantelando la sanidad pública a favor de la privada, primando los conciertos, el último liquidando el enfrentamiento abierto del anterior gobierno socialista con las clínicas Pascual por 44,5 millones de euros por gastos pendientes y un convenio de 771 millones para los próximos cinco años para derivar a sus clínicas a los pacientes de Cádiz.

Como médico, los expertos convocados en los comités de la pandemia siempre han asegurado que Aguirre instaba siempre a respetar los criterios científicos por delante de los políticos y él mismo ha defendido máxima cautela, por ejemplo en los movimientos entre provincias o el uso de mascarillas frente a otras posiciones mucho más laxas de comunidades del PP como la de Madrid de Isabel Díaz Ayuso. Con ese Gobierno sí coincidió en defender una medida que acabó incendiado las ya carbonizadas plantillas sanitarias de la atención primaria, con un plan que dejaba en manos del personal de enfermería la primera atención y valoración de los pacientes en los centros de salud.

Con Aguirre se han apagado fuegos con los sanitarios, muchos heredados de la anterior etapa socialista, se han cumplido promesas como la eliminación de la penalización por compatibilizar el trabajo en la pública y la privada o el aumento de complementos en las nóminas. Problemas que ahora, desde la que para muchos es la ‘jaula de oro’ de la política andaluza, la presidencia del Parlamento, Aguirre mirará de lejos y con mucha más tranquilidad como ensayo de su jubilación, posiblemente al terminar la legislatura. De momento, poco antes de conocerse su designación, el consejero de Salud recomendaba gazpacho fresquito para combatir la ola de calor y quedarse en casa hasta pasadas las ocho de la tarde. Ya debe saber que el gazpacho de la cafetería del Parlamento andaluz es por supuesto casero y exquisito.