La política da pie a frecuentes paradojas. Sin ir más lejos la vivida este miércoles en el Parlament, donde el 'president' Pere Aragonesde ERC, se ha visto asediado, en la sesión de control parlamentario, por varios partidos de la oposición acerca, nada menos, que de la situación judicial de la presidenta del Parlament (y de Junts), Laura Borràs. Así, mientras ERC ya verbaliza su ruego a Borràs de que no "arrastre" a las instituciones catalanas, en concreto la Cámara parlamentaria, PP y Vox azuzaron a Aragonès responsabilizándolo por la situación.

El 'president' esquivó como pudo los ataques. Ni era cuestión de arremeter contra Borràs, algo que habría incendiado la sesión, ni tampoco acogerse a un dontancredismo que diera pábulo a una de las interpretaciones que dichos partidos dan al 'caso Borràs': la corrupción es intrínseca al secesionismo.

Y así, en este camino del medio al que se acogió Aragones, este empezó su respuesta a Alejandro Fernández (PP) con una finta en la que pareció querer escaparse de la comprometida cuestión. "Como presidente de la Generalitat me debo a este parlamento que es el que me eligió y respeto plenamente la división de poderes", dijo, pero añadió a modo de sutil presión a Borràs que estaba "convencido de que en el momento en que se deban tomar decisiones, todos tomaremos la decisión que convendrá más a la vocación de servicio público que tenemos los miembros de esta Cámara". Y en ese todos cabe incluir a su partido, cuya obsesión es, justamente, no permitir que se mezclen churras con merinas, es decir, corrupción y postulados políticos, pero también a la propia presidenta del Parlament.

Más fácil lo tuvo Aragonès con el portavoz de la extrema derecha. Tras una inquisición deslabazada en la que lo mismo aparecía Laura Borràs como el "fanatismo climático", la presunta "islamización de Catalunya" y que terminó tildando de cobarde al propio Aragonès, el 'president' le respondió con uno de sus sentidos discursos contra el fascismo. "Actúan como hace 100 años. Pretenden socavar las instituciones democráticas, no para acabar con las desigualdades, sino porque son democráticas. Y además, lo hacen apelando a preceptos rancios y testosterónicos como el de la cobardía".

El flanco social

El resto de la sesión de control tuvo un sesgo mucho más social. El socio de investidura (la CUP) y el de los presupuestos (los 'comuns') atacaron por el flanco de la precariedad de los servicios públicos. Jéssica Albiach (En Comú Podem) se centró en las pésimas condiciones de la atención primaria. Aragonès respondió que la Generalitat no recauda todos los recursos (impuestos) de los catalanes y que por tanto estaba a expensas del Gobierno central ("donde ustedes tienen más influencia que nosotros", dijo el republicano en referencia al Ejecutivo de coalición entre el PSOE y Unidas Podemos).

La anticapitalista Dolors Sabater amplió el zum a todo el funcionariado público y la respuesta de Aragonès se centró en el plan de estabilización del empleo público que se va a llevar a cabo a lo largo de esta legislatura.