Apenas unas horas después del arranque de una retomada Operación Paso del Estrecho, sin variaciones en la alerta 4 antiterrorista a causa del proselitismo yihadista y con un goteo de pateras que llevan a Canarias una media de 100 inmigrantes irregulares al día, los ministros del Interior de España –Fernando Grande-Marlaska- y Marruecos –Abdeluafi Laftit- se han reunido este miércoles en Madrid.

Ha sido una cita programada, no extraordinaria, "para reforzar la cooperación bilateral", dicen en Interior. Ya es el décimo encuentro entre los dos ministros. En todo el Gobierno de Pedro Sánchez no hay una relación tan estrecha de un ministro o ministra con su alter ego marroquí como la de Marlaska y Laftit.

Al comienzo de la reunión, y contra la previsión oficial de la parte española de que el Paso del Estrecho “fluirá normalmente”, ya la plataforma sindical de la Guardia Civil Jucil había advertido de riesgo de formación colas muy largas en el mes de julio ante el puerto de Algeciras por falta de personal suficiente para el control de vehículos.

De la misma manera, otras voces al otro lado del Estrecho advertían de la formación de posibles embudos en las fronteras de Ceuta y Melilla, dados los controles de introducción de mercancías que mantiene el gobierno marroquí. Son dos puntos de paso que tienen aún lejos la solución para una normalización aduanera.

Pero la Operación Paso del Estrecho de 2022 solo tiene aún unas horas de vida, con un despliegue de 16.000 guardias civiles y policías y 33 buques, y esas advertencias no han pasado aún del terreno del augurio.

Pateras a Canarias

Es mucho más real en la agenda del encuentro la trágica presión migratoria, un grifo que Marruecos tiene más problemas para manejar en su fachada atlántica que en el Estrecho. En la reunión

La recuperación de relaciones entre España y Marruecos no ha coincidido con un descenso hasta el momento -sino todo lo contrario- del goteo de inmigración irregular por la ruta canaria, la más peligrosa travesía marítima del tráfico de personas hacia Europa. Y ese asunto, con un verano en ciernes que puede romper récords anteriores, se ha convertido en central en la conversación de hoy en Madrid. Marlaska le ha comunicado a su homólogo marroquí que "el intercambio de información operativa resulta clave para la prevención de la lucha contra la inmigración irregular y en la desarticulación de las organizaciones criminales dedicadas al tráfico de migrantes”, según una nota difundida por Interior al término de la reunión.

Nada más arrancar el año, en solo mes y medio se acercaban ya a 5.000 los inmigrantes que habían llegado a diversas islas canarias en 101 pateras que, cobrando a 3.000 euros el pasaje, zarparon en la costa atlántica marroquí o pasaron por esa zona de dominio marítimo procedentes de Senegal o Guinea Konakri.

En el primer tercio del año, el arribo de personas en pateras a Canarias había crecido un 59% con respecto a 2021, y ya eran 6.359 según datos de Interior. Canarias se consagraba como principal punto de entrada de inmigración irregular detectada, por encima de Ceuta y Melilla -o el agujero negro de datos que suponen las playas de Almería, un punto en el que fuentes policiales sostienen que interceptan “un 10% de lo que llega”- y sobre otros puntos de desembarco tradicionales en el Estrecho.

A comienzos de este mes, el Cabildo Insular de Lanzarote hacía público un recuento de 55 pateras y 2.484 personas llegadas a la isla más oriental del archipiélago. La Policía Nacional estrenó el mes de julio en Gran Canaria desarticulando dos redes mafiosas -con peones en Marruecos, Las Palmas, Murcia, Cádiz y Vizcaya y líderes en viviendas de lujo de Lorquí y Sotogrande- responsables de la traída de al menos 250 personas.

Amenaza incesante

La reunión ha abordado también el estado de la cooperación policial en materia de prevención del terrorismo. En una nota conjunta, ambos ministerios han calificado de "ejemplar" la cooperación, "especialmente en la lucha contra el terrorismo y la criminalidad transnacional".

El último detenido en una operación de las comisarías generales de Información de la Policía Nacional y de los Mossos d’Esquadra contra el terrorismo yihadista era marroquí. El pasado día 9 atraparon a un fanático de 40 años, ya conocido de las fuerzas de seguridad, y de los vigilantes de prisiones, por su comportamiento violento y agresiones a terceros. Operaba en una casa okupada en la localidad tarraconense de Vespella de Gaia. La Policía le atribuye no solo un juramento de fidelidad al DAESH; también unadifusión masiva de contenidos y mensajes yihadistas” a algunos de cuyos receptores instó a decapitar infieles.

Esa operación policial ha sido el último capítulo de una amenaza que no tiene visos de cesar. Y que Marruecos también tiene identificada como propia: la mayoría de los proselitistas –o radicalizadores- detenidos a lo largo de 2021 en España, en su mayoría marroquíes, sembraban su ideología entre compatriotas, buena parte de ellos residentes en Marruecos. Daesh, además, no ha descartado el territorio gobernado por Mohamed VI como campo de batalla, al no ser santuario para sus mujahidines y considerar hereje a la monarquía alauí.

De la misma manera que para Francia lo es Argelia, Marruecos es para las fuerzas de seguridad españolas el principal semillero de radicalismo islámico, y el principal emisor (vía Ceuta sobre todo) de combatientes para una guerra en Siria e Irak en un pasado que no es aún nada lejano.