Jean-Luc Mélenchon ha sido el artífice de la mayor alianza de izquierdas de la Unión Europea, un hito vivamente celebrado por Yolanda Díaz. La vicepresidenta segunda anhela construir en España un proyecto que, al igual que en Francia, dé cabida a los distintos partidos del espectro. Un objetivo que sin embargo no deja de ser un mero deseo difícilmente realizable en nuestro país, tal y como publica El Periódico de España.

El líder de Francia Insumisa ha conseguido liderar un bloque capaz de hacer de contrapeso al gobierno de Emmanuel Macron y responder a la ultraderechista Marine Le Pen, los dos dirigentes que pasaron a la segunda vuelta en las presidenciales francesas. Con este objetivo, y de cara a las elecciones legislativas, Mélenchon ha logardo aunar a todas las fuerzas progresistas, incluido el Partido Socialista, bajo el mismo paraguas.

"Lo que más me seduce de [Jean-Luc] Mélenchon y la apuesta de todas las formaciones es un verbo: sumar", defendió Díaz la semana pasada en una entrevista en 'El Objetivo', de La Sexta. "Si sumamos, desde luego, claro que hay futuro. Y me parece que claro que es posible", respondió, al ser preguntada por si sería posible esta alianza. "El PSOE tiene enorme dificultades para ello, pero desde luego en ese verbo 'sumar', yo voy a estar".

Las "dificultades" a las que se refiere la gallega por parte de los socialistas son uno de los primeros obstáculos que harían inviable su anhelo de replicar el modelo Mèlenchon en España. "La gran diferencia es que en Francia el Partido Socialista ha desaparecido", señala José Pablo Ferrándiz, de Ipsos, en referencia a las presidenciales francesas de abril, donde el partido cosechó el peor resultado de su historia, logrando sólo el 2% del voto para su líder, Anne Hidalgo.

"El hundimiento del Partido Socialista ayuda a que alguien que dentro de la izquierda tiene liderazgo como Mélenchon sea capaz de unificar a la izquierda". Una circunstancia que es "difícil" que se dé en el contexto español, donde "el PSOE sigue liderando la izquierda con un perfil electoral consistente; una buena base electoral y una distribución territorial que le permite llegar a municipios, algo que no tienen otras marcas", advierte Ferrándiz. "Es difícil que el PSOE vaya a renunciar a su marca por un proyecto de marca blanca, porque a día de hoy no tiene nada que ganar", continúa.

El politólogo ni siquiera ve demostrada la utilidad de la unión a la izquierda más allá del PSOE. "Las sumas no tienen por qué sumar, y hay veces que restan. En las coaliciones hay rechazos cruzados y gente que no quiere participar". Uno de los ejemplos podría ser el caso de Andalucía, advierte Ferrándiz, donde las tensiones entre distintas fuerzas han llevado a sellar una coalición al límite -tan al límite que Podemos llegó fuera de plazo-. "Si proyectas al electorado una confrontación permanente entre partidos, puedes llegar a una unión, pero ¿van a votar por ti?", reflexiona el experto. Muestra de ello fue la repetición electoral de 2016, cuando IU y Podemos perdieron un millón de votos tras sellar una alianza después de meses de reproches cruzados.

"Estas uniones hay que explicarlas: nos unimos, pero para qué". En este punto, Ferrándiz considera insuficiente el objetivo común de sumar los votos para que se traduzcan después en más diputados gracias a la Ley Electoral. "El argumento no puede ser solo para ganar más escaños, sino que hay que explicar luego qué haces con esos escaños. Luego hay que tomar decisiones, tener un proyecto común. Y hoy por hoy no hay un proyecto común [de la izquierda] en España".

La analista Cristina Monge coincide en lo que llama "el mito de la unidad de la izquierda": "No siempre es una buena jugada, porque el electorado del PSOE en España y el que hay a su izquierda son muy diferentes; cada uno tiene espacios y perfiles propios", advierte. Para esta experta, para que pudiera darse "lo primero que tendría que pasar es que todos tuvieran incentivos, que a todos le fueran lo suficientemente mal por separado como para no tener otra opción que unirse".

La manera en que se vota en España y Francia tampoco ayuda a la hora de plantear este tipo de coalición, advierte el politólogo Pablo Simón: "Los sistemas políticos francés y español son muy diferentes". En España se eligen los diputados que conformarán el Congreso y que después investirán a un presidente. En el caso francés son votaciones distintas; por un lado, se elige al jefe del Estado en las presidenciales y por otro, a los miembros de la Asamblea Nacional en las elecciones legislativas.

La alianza de Mélenchon ha tenido lugar en esta segunda elección, después de que los candidatos de los partidos compitieran entre sí en las presidenciales. En el caso de España, está la dificultad añadida de que los distintos partidos deben consensuar un candidato para aliarse, renunciando así que uno de sus dirigentes lidere el proyecto político. Un asunto no menor, que generó fuertes tensiones en Andalucía, donde Podemos trató de situar hasta el último momento a su diputado, Juan Antonio Delgado.

La configuración del sistema electoral español, explica Simón, también complica extremadamente la configuración de alianzas: "En Francia se elige a un representante por circunscripción y los partidos que forma la coalición pueden repartirse más o menos en función de dónde tengan posibilidades", señala. En el caso de España, este reparto se ve dificultado por la existencia de listas. Así, "las negociaciones se complican; el reparto entre partidos se hace con encuestas en la mano, y todo es más incierto".

Aunque todos los analistas consultados se muestran escépticos sobre los buenos resultados de una coalición por los recelos que puede generar en el electorado, sí hay una circunstancia en la que Monge considera que podría prosperar. "Si van tres partidos juntos, seguramente saquen menos votos salvo que sean capaces de generar una ilusión mayor que los votos que pierdes". "Si no eres capaz de generar ilusión, movilizar a la gente de tu espacio, entonces la coalición es un mal negocio".

Y es por esta razón por la que la experta considera que "nuestro Mélenchon fue Podemos". El partido morado emergió en 2014 aglutinando a gran parte de las fuerzas que existían, trayendo consigo aires de cambio en un momento de gran movilización y de hartazgo social. "Los españoles siempre hemos mucho complejo con Francia, pensando que va unos años por delante, pero en este caso ha sido al revés. Con Podemos le sacábamos siete años con la unificación del espacio bajo unas siglas que empezaron como un movimiento con menos forma de partido", señala. "En España eso ya lo hemos pasado", considera Monge, que diferencia el caso español en que "Podemos nunca llegó a tener la posibilidad de unir a socialistas como Mélenchon porque aquí el PSOE ha resistido mejor".

En este punto tendría especial importancia la figura de quien impulsa la alianza, en el caso español la de Yolanda Díaz. "La figura del candidato es absolutamente clave para generar ilusión, pero con eso no basta", asegura Monge, que apunta a algunas de las carencias de la vicepresidenta segunda del Gobierno en su empresa. "Hace falta un mínimo de organización, de implantación territorial, que es donde Yolanda Díaz tiene más problemas; unos cuadros formados, y sobre todo una oferta de valor compartida y de calidad". Un objetivo, este último, que tratará de construir la gallega en su llamado 'proceso de escucha' que dará comienzo este verano.