Pablo Casado llegó este jueves a su despacho de la sede del PP en la calle Génova de Madrid a media mañana. Había dejado el edificio casi a las tres de la madrugada después de una reunión a cara de perro con sus barones, en la que que todos le dijeron personalmente que su etapa había terminado.

Casado sabía que la cita con los líderes autonómicos del partido iba a ser muy difícil y por eso se la había preparado a conciencia. Isabel Díaz Ayuso no estaba invitada porque no dirige el PP de Madrid, aunque su ausencia subrayaba todavía más su papel principal en la trama que ha liquidado la autoridad del presidente del PP en tiempo récord. Su alianza con Alberto Núñez Feijóoavanzada por El Periódico de Catalunya, diario del mismo grupo, Prensa Ibérica, que este periódico, anuló cualquier capacidad de reacción de Casado y su ya exsecretario general, Teodoro García Egea.

El líder de los populares había estudiado "todos los escenarios". "Iba con diferentes planes para ir planteándolos según se fueran encauzando las conversaciones", admite una persona de su círculo de confianza. Casado acudió a la reunión, que duró más de cuatro horas, como si fuera una negociación de vida o muerte. Porque realmente así era: algunos querían que anunciara su muerte política al finalizar el cónclave.

El jefe de los populares recordó que estaban reunidos en un órgano asesor del presidente del partido que no tenía poder ejecutivo

La tarde empezó poco antes de las siete y media, con una reunión cara a cara entre Feijóo y Casado, en la que el líder del PP le avanzó, según fuentes de su equipo, su deseo de seguir como presidente del partido hasta el congreso extraordinario que se celebrará el 2 y 3 de abril. Una hora y media después, ambos se sumaron al cónclave con los presidentes regionales. La mayoría de ellos, antes de entrar, ante los medios de comunicación, habían pedido la dimisión al jefe de filas y habían subrayado la necesidad de tomar decisiones de manera urgente.

Reunidos todos en la sala de juntas, en una larga mesa en forma de U, Casado tomó brevemente la palabra y les dijo que había escuchado al presidente gallego ya y que había llegado el momento de saber qué opinaban todos y cada uno de ellos. Practicó la escucha activa, como buen negociador. El líder del PP, según fuentes presentes, aguantó con entereza la ristra de intervenciones y quejas por la gestión del choque con Ayuso, la "degradación" de la vida interna del partido por las decisiones de García Egea estos años y el error de haber llegado con él como secretario general hasta el final (había dimitido la víspera).

De hecho, hubo quien preguntó a Casado si realmente García Egea había renunciado al cargo, porque el departamento de comunicación del partido no lo confirmó a la prensa el martes. El exnúmero dos exigió no hacerlo porque había pactado anunciarlo en una entrevista en televisión. "Marrullerías hasta el final", dijo un barón. Muchos se felicitaron de que "por fin" ya no forme parte de la dirección del PP.

El todavía máximo dirigente de los conservadores siente que está viviendo una "situación muy injusta"

Las dos ideas fuerza que coparon los discursos de la inmensa mayoría, según coinciden varios de los presentes, fueron que "la etapa de la dirección actual, con Casado al frente, se había acabado" y que "Feijóo tenía que ser el nuevo presidente".

Monago, el más beligerante

Entre los dirigentes quejosos con Casado destacaron la beligerancia de José Antonio Monago (Extremadura) en primer término, según coinciden varios de los asistentes, y también la actitud dura de Paco Núñez (Castilla-La Mancha) y María José Sáenz de Buruaga (Cantabria). También fue llamativa la rugosidad de Fernando López Miras (Murcia) para algunos. Otros, en cambio, recordaron que el dirigente murciano animó a su jefe de filas a cerrar cuanto antes esta etapa para que "dejara de sufrir en lo personal y en lo político".

Por contra, según fuentes de Génova, al líder del PP le pareció "razonable" la actitud de Juanma Moreno (Andalucía). Ya a la entrada de la reunión, el presidente de la Junta pidió solucionar la crisis interna "con corazón y cabeza". Y dentro tuvo una actitud "constructiva" para suavizar la situación y que pudiera salir una hoja de ruta pactada por todos.

Después de escuchar a todos, el jefe de los populares tomó la palabra y, con "firmeza", les anunció que no pensaba dimitir. "He podido cometer fallos, sí, muchos, pero no he hecho nada malo", afirmó según recuerdan varios asistentes. No ha robado ni ha espiado [a Ayuso], vino a decir. Y reconoció que siente que está viviendo una "situación muy injusta". "Yo soy el presidente nacional del PP. No me podéis echar aquí hoy", exclamó.

Al final de la cita, Feijóo y Casado comunicaron al resto de barones que habían elegido a Gamarra y Pons para pilotar la transición

El "interés" del partido

Casado recordó que la reunión de líderes autonómicos es un órgano asesor del presidente, no un órgano para tomar decisiones sobre la composición de la cúpula. Cualquier decisión la tiene que tomar la junta directiva nacional, apuntó, donde él mismo ya ha abierto la puerta a la nueva etapa al convocarla el martes e incluir la votación de un congreso extraordinario.

El presidente subrayó que llegó a la cúspide gracias a la legitimidad que le dio la victoria en un congreso, en 2018, y tiene que llegar otro para perderla y pasar el testigo. Como los buenos negociadores, defendió la necesidad de "hacer las cosas bien" y "con dignidad", no solo por su "interés personal", sino también por el "interés general del partido".

Y ese "hacerlo bien" pasaba, a su juicio, por seguir de presidente hasta el congreso del 2 y 3 de abril al que se comprometió no presentarse. Así quedó por escrito en el comunicado que emitió el partido, "por unanimidad", pasada la una de la madrugada. Como en el caso de Moreno, con su tono "constructivo", al final, en el equipo de Casado también se destacó, aunque con menos intensidad, el desenlace final facilitado por Feijóo. El dirigente gallego y el jefe de los populares informaron al resto, al final de la cita, que previamente, en la reunión a solas habían pactado que Cuca Gamarra será la nueva coordinadora general, para el día a día de partido, y Esteban González Pons, el nuevo presidente del comité organizador del congreso. Todos asintieron y, pocos minutos después, emitieron el comunicado. Como resume una expresidenta autonómica del partido, al final lo resolvieron "civilizadamente" y sin "dimisiones tras un aquelarre".