El pasado 7 de febrero, el Centro de Investigación Sociológicas (CIS) publicó una encuesta electoral sobre un trabajo de campo de más de 7.000 entrevistas a ciudadanos y ciudadanas de Castilla y León, y a diferencia de todos los demás sondeos de todas las demás empresas demoscópicas, y ahora hay en España un montón, dio la victoria al PSOE, atribuyó un resultado estimable a Podemos, infló las expectativas de Cs y dejó en la irrelevancia a Vox.

Este domingo, 13 de febrero, día de urnas en Castilla y León, el PSOE ha quedado segundo, Unidas Podemos ha perdido un escaño, Ciudadanos casi desaparece y Vox se ha convertido en decisivo.

El problema para el CIS es que no es la primera vez que le pasa. La entidad que dirige José Félix Tezanos, adscrita al Ministerio de Presidencia, lleva repitiendo dos patrones demoscópicos desde las elecciones generales del 28 de abril de 2019. La realidad los desmorona luego. El primero es que eleva al espacio a la izquierda del PSOE, en el que vive Podemos y Yolanda Díaz; por sistema, pone aquí más votos y escaños, y las urnas lo refutan después. El segundo es que Vox siempre se le escapa; en el radar del CIS nunca está como las elecciones dicen que está.

Tezanos se ha justificado diciendo que no es "adivino", y por si no fuera suficiente, este mismo lunes la entidad que preside ha difundido un inédito comunicado en el que defiende los trabajos que ha hecho antes de las elecciones de Castilla y León. Argumenta que acertó con el bagaje del PSOE y que casi lo hace con el del PP, y que si Vox estaba subestimado en sus sondeos, también lo ha estado en el de las empresas encuestadoras.

No acaba aquí la defensa: "El CIS debe recordar que no es propósito ni misión de este organismo entrar en debates con las empresas y medios de comunicación social que realizan otras encuestas preelectorales, pero sí quiere pedir que cuando se establezcan comparaciones y críticas sobre dichas encuestas, los críticos se atengan a los datos reales de las encuestas del CIS, y no a otros inventados". Zanja la nota con una defensa de su método, "propio de una actividad investigadora situada en el plano del proceder científico y no en el de la magia y/o la adivinación". 

Sobre esas empresas encuestadoras, como GAD3, por ejemplo, habitual colaboradora del PP. Es cierto que suele hinchar las opciones de Pablo Casado y sus barones en detrimento del partido de Santiago Abascal. Antes de la campaña electoral castellanoleonesa, la compañía que dirige Narciso Michavila situó a Alfonso Fernández Mañueco a un palmo de la mayoría absoluta. También para él Vox se volvía casi irrelevante. Recondujo sus pronósticos iniciales en el sondeo que hizo durante las últimas horas del proceso electoral y que publicó a las 20.00 horas de este domingo a través de algunos medios. Ahí sí acertó.

Ese tipo de sondeos, tan pegados a las urnas, no los hace el CIS. El próximo trabajo que presente al respecto será el "postelectoral" de Castilla y León. Sin embargo, un factor no menor se vuelve lesivo para el Centro público de sociología y es éste: suele basar sus barómetros y sondeos en las respuestas de más de 3.000 personas, por regla general. Son las muestras más amplias, y sin embargo, sus errores predictivos resultan más ostensibles.

Vox, escurridizo para Tezanos

Dos denominadores comunes muestran las estimaciones de voto del CIS desde que lo preside José Félix Tezanos, militante socialista, lo que precisamente no edulcora la situación del organismo, al que se le presupone total independencia.

Retroceder hasta el preelectoral que llevó a cabo antes de los comicios generales del 28 de abril de 2019 depara una sorpresa, pues entonces colocó a Unidas Podemos por debajo de lo que fue y a Vox, por encima de lo que mostraron las urnas. Sí que catapultó a los socialistas hasta un 30,2% de voto y una horquilla interminable de 123-138 escaños, lo que, sumada a la que daba a las confluencias lideradas por Pablo Iglesias, ponía a un hipotético Gobierno de coalición progresista al borde de la mayoría absoluta.

El día de las elecciones dio a PSOE+UP un total de 165 escaños, a 11 de dicha mayoría absoluta, y confirmó la catástrofe del PP frente a un Cs imparable (no están tan lejos estos tiempos de Albert Rivera) y un Vox que irrumpía con más de 20 diputados, tal y como el CIS previó.

A partir de entonces, desfases extraños. El prelectoral de la repetición de comicios, 10 de noviembre de 2019, hecho durante la primera quincena del mes anterior, lanzó a Pedro Sánchez como si fuera un cohete, hasta otra horquilla enorme de 133-150 escaños. A Iglesias le colocó entre los 27 y 33 con un porcentaje de voto del 11,1. La mayoría absoluta progresista era posible. El mandatario socialista, presidente en funciones, estaba más que contento. Con Vox repitió el escenario, por encima de los 20 diputados, no mucho más.

Y sin embargo el PSOE se quedó en 120 representantes y UP, en 35. La mayoría absoluta ni la rozaron, y bien que lo padecen ahora en negociaciones de infarto como la del decreto de la reforma laboral. Y Vox resultó tercer partido de España con 52 escaños. Cs, al que daba el CIS una digna horquilla de diputados, entre los 27 y los 35, se derrumbó. Obtuvo diez.

La hinchada suma de izquierdas

Entre ambas elecciones generales, se celebraron unas valencianas y las autonómicas, municipales y europeas. En las que ganó el candidato socialista, Ximo Puig, la entidad de Tezanos colocó al PSPV en un lugar más alto de lo que reflejaron las elecciones (casi un 31% de votos cuando al final se quedó con un 23,8) y a la marca de Podemos en la Comunitat no le otorgó unas expectativas muy hinchadas, más bien atinó aquí. Pero a Vox volvió a dejarle muy pequeñito al concederle un 6,5% y entre 5 y 6 escaños cuando logró más de un 10% y diez diputados en Les Corts. En las europeas, curioso, rebajó a los socialistas y animó a los populares, y aquel domingo pasó lo contrario. No acertó tampoco, pero al revés de lo que es habitual.

En las elecciones gallegas del 12 de julio de 2020, en plena pandemia, el organismo de Tezanos dibujó un Parlamento gallego con presencia abrumadora del PP de Alberto Núñez Feijóo y con presencia de Galicia En Común, quien retenía un caudal de votos suficiente como para mitigar la escalada del BNG. No fue así. La candidatura de Gómez Reino quedó fuera de la Cámara gallega, y en cambio, los nacionalistas gallegos de Ana Pontó se convirtieron en segunda fuerza. De Vox no dijo nada y efectivamente Vox no estuvo.

Ese mismo día, en el País Vasco, hubo elecciones. En el preelectoral de un mes antes el CIS dio una suma a las fuerzas de izquierdas, es decir, PSE, Podemos y EH Bildu que hacía temblar al PNV. Efectivamente ganó Iñigo Urkullu, pero salvo la mejora que experimentó la izquierda abertzale, ni los socialistas vascos ni la representación en la comunidad de Podemos salieron bien parados. El CIS, además, apeó a Vox del Parlamento vasco cuando finalmente obtuvo un diputado.

El caso flagrante del 4-M

En Cataluña, antes del 14 de febrero de 2021, sus últimas elecciones, cometió errores también, sobre todo que dejó a ERC muy por debajo de lo que fue, al igual que a JxCat. No detectó la fuerza latente del independentismo, como tampoco la emergencia de Vox.

Pero el patinazo más sonoro, la caída más estrepitosa, se lo dio en Madrid. Las elecciones que adelantó Isabel Díaz Ayuso para sacudirse la compañía de Cs atrajeron la atención de todos los medios, de todas las encuestadoras y de casi toda España. Entre intuiciones y sondeos de empresas privadas se instaló la inercia de que la hoy presidenta madrileña conseguiría tal victoria que, o bien se aposentaba en la mayoría absoluta o bien se quedaba muy cerca de ella. No quería depender de Vox.

A finales de abril, sin embargo, el CIS publica un sondeo de más de 2.000 entrevistas, hecho durante dos días, que alimenta una posibilidad que la mayoría de expertos ridiculizan: que las izquierdas sumen y gobiernen la Comunidad. Justo lo que motivó que Pablo Iglesias abandonara la Vicepresidencia de Servicios Sociales para embarcarse en una arriesgada carrera electoral.

El PSOE no ganaba en este estudio, no, pero con su 23,4% de votos y sus 34-36 escaños (por fin horquillas más manejables) parecía tener opciones de llevar a Ángel Gabilondo a la Presidencia. Más Madrid, la sorpresa, registraba un 15,1 y 22-24 escaños y Podemos, 8,4 y 11-13 diputados. El PP de Ayuso vencía, pero con entre 54 y 56 representantes en la Asamblea, y ni siquiera la aportación de Vox garantizaba su mayoría absoluta. Cs, borrado.

La noche del 4 de mayo de 2021 fue un batacazo para el CIS. Los populares acapararon el 44,7% de las papeletas y sumaron 65 escaños. El PSOE se hundía con un 16,8 y 24 diputados. Más Madrid le doblegó en votos, de hecho. Podemos, Pablo Iglesias, se quedaron en 10. La entidad de Tezanos, más que inflar a la marca de los "morados", infló a la izquierda. A partir de entonces, el CIS muestra una serie de heridas que no terminan de cicatrizar. Las elecciones de Castilla y León no lo van a propiciar.

Influyen muchos factores, la participación y la abstención son los más importantes, pero el CIS es el principal organismo sociológico del país. Su potencial no tiene parangón en España. Empresas más pequeñas, sin tantos medios, se acercan más.

Cada barómetro del Centro de Tezanos entraña dificultades. Basta repasar la tendencia actual. Mientras las empresas privadas colocan al PP en la victoria, si no en empate técnico con los socialistas en caso de elecciones generales, el CIS mantiene al PSOE al alza, cada vez mejor. Visto lo visto en Castilla y León, algo así cuesta creer.