La imagen era lo más importante: Pedro Sánchez junto a Olaf Scholz. En La Moncloa llevaban varios días insistiendo en la "buena relación previa" y la "sintonía" entre el presidente del Gobierno español y el recién nombrado canciller alemán. Y ambos dirigentes se esforzaron por que quedara este lunes cuando se reunieron en Madrid. Es el primer viaje de Scholz al extranjero en 2022 -en diciembre visitó FranciaBélgicaUcrania Italia- y la primera visita internacional que recibe Sánchez este año. La intención, recalcaban desde el Gobierno, era reforzar el "eje socialdemócrata" hispano-germánico y, de paso, apuntalar la posición del jefe del Ejecutivo español en Europa. A grandes rasgos, lo consiguieron. Aunque quedó patente alguna que otra diferencia.

"El pasado, si ha demostrado algo, es que España y Alemania han logrado grandes cosas cuando hemos ido de la mano. Ahora, ponemos esta sintonía al servicio de una mayor cohesión en la Unión Europea", reivindicó Sánchez en una rueda de prensa en la que ambos dirigentes dieron sobradas muestras de su afinidad personal. "España y Alemania son muy buenos amigos", respondió el canciller alemán a las palabras del presidente del Gobierno español y tras reivindicar los "lazos profundos" entre ambos países.

Con la pretensión de reforzar las relaciones entre ambos gobiernos, Sánchez anunció que recuperarán la cumbre bilateral hispano-alemana que se suspendió el pasado año por causa de la pandemia del coronavirus. Entre gestos de agradecimiento mutuo, los dos dirigentes recalcaron que estos encuentros servirán para perfilar un camino común en el seno de la Unión Europa hacia la transición ecológica y digital.

Coincidieron también en la necesidad de defender la "integridad" de Ucrania y el "respeto" de sus fronteras y llamaron a Rusia a "desescalar" el conflicto. Incluso, Scholz aseguró que España es "un modelo en cuenta a la vacunación". Sánchez quiso evitar el elogio: "Si algo nos ha demostrado la pandemia es que ningún país puede dar lecciones a nadie".

Desencuentros varios

Sin embargo, no todo fueron entendimientos. Sánchez habló sobre las reglas de estabilidad que limitan el gasto público en los países de la Unión Europea, actualmente en suspenso por el impacto del coronavirus en la economía. El jefe del Ejecutivo español sostuvo que es necesaria una reforma de la gobernanza económica ya que las reglas son "demasiado complejas y difícilmente cumplibles en el contexto de la pandemia". Preguntado sobre si España y Alemania podrían conformar un bloque que defendiera esta propuesta, Sánchez aseguró que "no es bueno que haya bloques de países" y que su intención es abrir un debate "desde una perspectiva constructiva e integradora".

Segundos después las palabras de Sánchez sobre las alianzas europeas parecían adquirir un mayor sentido. Scholz se desmarcó de las palabra del presidente español. "El pacto de estabilidad nos ha dado el marco necesario para el fondo de recuperación", apuntó el canciller alemán antes de reivindicar que Europa "caminará en los próximos años de la mano", y que "esto se hace sobre la base del pacto" que ha dado soporte "para esta situación dramática". Sobre la recepción de los fondos europeos, Sánchez también aprovechó para mandar un mensaje en clave nacional al PP: "No hagamos de los fondos europeos una cuestión partidistas, hagamos una oportunidad de país".

Otro de los desencuentros llegó de la cuestión energética. Preguntado sobre si su homólogo alemán le había expresado su predisposición a apoyar la petición española de reformar el mercado eléctrico, Sánchez tuvo que admitir que él y Scholz tienen "visiones diferentes". Eso sí, aprovechó para reivindicar que ambos están en contra de considera a la energía nuclear una fuente "verde", como propuso la Comisión Europea hace unas semanas.

Pese a las ligeras desavenencias, Scholz y Sánchez se despidieron con el compromiso de seguir trabajando en la buena relación entre ambos países. Y con la vista puesta en octubre, cuando se celebre la Feria del Libro de Frankfurt. España es la invitada de honor.