Ferrán Bel (Tortosa, 1965) es fiel heredero de la tradición pactista de la antigua CiU, cuyo grupo parlamentario jugó durante varias legislaturas un papel clave para decantar mayorías a derecha o izquierda. El diputado catalán pide que le alejen del bloque que integran ERC y EH Bildu, pero defiende con firmeza la cultura del diálogo. Tras la ruptura con JxCat, los cuatro diputados del PDeCAT han expresado al Gobierno su predisposición, y así lo han demostrados en los dos últimos presupuestos. Al PSOE esos cuatro escaños le pueden resultar decisivos si alguna votación se prevé ajustada y Bel lo sabe.

¿Qué balance hace de las relaciones que el PDeCAT ha tenido con el Gobierno durante 2021?

Diría que es un balance desigual. Con algunos ministros, no diré cuáles, la relación ha sido fluida y creo que por ambas partes ha sido fructífera. Con algunos otros cuesta un poco más. Seguramente tiene que ver con el bagaje político, la experiencia y el saber hacer. Y sobre todo con ser consciente de la importancia del Parlamento en un Gobierno sin mayoría.

¿Ha significado la llegada de Félix Bolaños al Ministerio de Presidencia y Relaciones con las Cortes una mejora de las relaciones con su partido?

Ha sido un cambio a mejor. Hemos encontrado cierta sintonía personal. Bolaños tiene un bagaje y una experiencia, y esta experiencia le habrá sido de mucha más utilidad. Con Carmen Calvo teníamos una relación correcta, peor no tan fluida. De este cambio específico hacemos una valoración positiva, más allá de que fue un cambio global en clave interna del PSOE antes que por funcionamiento del Gobierno.

¿En qué leyes cuya tramitación va a empezar en 2022 pondrá más interés?

Hay leyes muy importantes encima de la mesa. La reforma laboral o la ley “crea y crece” (una de las leyes económicas que esperamos que llegue al Congreso) o la ley concursal, que tiene mucho margen de mejora. El PDeCAT es una formación con sensibilidad con la actividad productiva. También será relevante la ley audiovisual, pues precisamente afecta al sector productivo e incide en algo para nosotros fundamental: la lengua. Van a ser éstas las que negociaremos durante el próximo periodo de sesiones. Habrá más temas que no dará tiempo, como el modelo fiscal y la financiación autonómica.

¿Va a encarecer su apoyo a estas leyes dado que queda la segunda mitad de legislatura?

Nosotros no nos ponemos más o menos exigentes en función de la coyuntura política. Lo hacemos por la importancia de los temas. Por ejemplo, las pensiones, en lo que no éramos necesarios para que saliera adelante y estuvimos cerca de descolgarnos porque la ley (sobre la sostenibilidad del sistema) era corta y no afrontaba con realismo la problemática. Sin embargo, por responsabilidad, al final decidimos apoyarla. Transmitimos al Ministerio y a Moncloa, con todo, que no nos gustaba. Así que si hay un segundo paquete de medidas sobre las pensiones (cómputo del tiempo de cotización) mejor hacerlo de modo más serio. La capacidad negociadora de los cuatro diputados del PDeCAT no es la misma si el Gobierno ha sumado antes 180 votos. Pero si somos necesarios, haremos valer esa posición negociadora.

¿Funciona ese mantra negociador del Gobierno sobre el miedo a la alternativa de la derecha?

Antes de nada, nosotros no nos identificamos con el bloque de izquierdas. Somos más centristas. En lo económico, nos decantamos por posicionamientos liberales. En lo social, más a la izquierda. Así que a nosotros eso del miedo a la derecha no se nos ha expuesto. Si nos tenemos que desmarcar de una negociación, lo hacemos sin problemas. Por ejemplo, sobre la futura ley de vivienda, ya hemos dicho que no compartimos los planteamientos de los alquileres. O sobre la reforma laboral.

Precisamente sobre la reforma laboral, ¿qué debe contener para que la apoye el PDeCAT?

Varias cuestiones. La primera: aunque no con la asiduidad que nos hubiera gustado, hemos mantenido negociaciones con el Ministerio de Trabajo y nos ha estado explicando cómo iba la negociación, lo que agradecemos. La segunda: un aspecto a tener en cuenta es que este acuerdo es con los agentes sociales. Siempre he defendido el papel del Parlamento, pero en un tema de tanto calado el acuerdo con los agentes sociales no se puede desdeñar. No puede ser un texto que los grupos, legítimamente, cambiemos como un calcetín y modifiquemos el espíritu del acuerdo.

Dicho esto, hay margen de mejora, pero sería partidario de que el Gobierno fuera claro y antes de convalidar el decreto, diga los aspectos que quiere modificar para que cada grupo proceda. Por ejemplo, la aplicación de los convenios autonómicos con prevalencia sobre el estatal. Nos parece razonable. Algunos aspectos sobre temporalidad. Queremos tener una conversación tranquila y suficientemente amplia con el Gobierno para conocer sus intenciones sobre cómo tramitar la reforma.