En el pulso que Génova y la presidenta de la Comunidad de Madrid mantienen ya desde hace más de dos meses no hay mediadores aparentes ni treguas que duren más de algunos días. Los “entornos” se han convertido en los grandes protagonistas de esta guerra en la que las posturas personales ya pesan más que las políticas. En Génova descartan que Pablo Casado dé un paso para encauzar la situación porque entienden que quien se ha excedido es Isabel Díaz Ayuso. La dirigente madrileña insiste en que sólo reclama un derecho que existe en el resto de autonomías, especialmente tras su resultado del 4-M. En este momento, los únicos dirigentes que se plantan y exigen el fin del conflicto son, precisamente, los presidentes autonómicos. 

El más claro es Juanma Moreno Bonilla, quien además afronta su propio congreso el próximo fin de semana en Granada. Su liderazgo es en este momento uno de los más sólidos de toda la formación y las encuestas señalan un resultado similar al que obtuvo la madrileña. Pero fuentes del partido no esconden que el presidente andaluz quiere “tranquilidad”, que el ruido termine y, sobre todo, que la crisis entre la dirección nacional y la Puerta del Sol no se extienda dentro del PP. La situación del presidente de la Junta es particular. Además del congreso, que corre el riesgo de ser eclipsado por Ayuso como ocurrió en Puertollano el sábado pasado, el año que viene afrontará unas elecciones autonómicas clave.

Más allá de otros posibles adelantos electorales, como el de Castilla y León, (y con independencia del mes en el que se concreten las elecciones), Andalucía tendrá sí o sí una cita con las urnas en 2022. Y Moreno Bonilla no es partidario de que ningún conflicto interno se alargue en el tiempo. Por eso pidió abiertamente en Ciudad Real que no haya dos listas que se enfrenten en Madrid e insistió en que “lo deseable” es que haya una candidatura única. Que la sangre no llegue al río. Génova no recogió el guante en ningún caso, y se ciñe a recordar que habrá un congreso al que quien quiera podrá presentarse. “Y quien gane, tendrá el apoyo de la dirección”, remarcan. 

Tampoco Alberto Núñez Feijóo cree que este pulso pueda traer nada bueno al partido. El presidente de la Xunta fue el único que faltó al cónclave castellanomanchego, pero asistirá a Granada a apoyar a Moreno Bonilla. Y en aras de intentar que nada le reste protagonismo a su homólogo andaluz, insiste en que esta semana “el partido debe estar centrado en Andalucía”. En el partido hay un cierto temor a que la escena de Puertollano (convertida en el mayor reclamo de los asistentes con gritos de apoyo que no se vieron en ningún otro caso) se repita en el resto de territorios. 

Lo que todos los barones expresan en privado, y también lo hacen en público con declaraciones más veladas, es un hartazgo cada vez más importante. Alfonso Fernández Mañueco no quiso ni hablar del asunto en Castilla-La Mancha. En su entorno no negaban el “cansancio” de que todo gire en torno a lo mismo y el resto de temas se vean empañados.

Los presidentes entienden que un pulso de este tipo no trae un sólo beneficio al conjunto del PP, y resta valor y credibilidad a la labor de oposición de Casado y a las iniciativas del propio partido. Algunos de ellos se quejan de la burbuja mediática desatada en torno a la guerra (con publicidad a los bloqueos en redes sociales incluidos) y asisten con malestar a que el debate en los medios se centre en la crisis interna entre Ayuso y Génova. Pero, al mismo tiempo, algunos dirigentes de la formación (dentro y fuera de Madrid) reconocen que el asunto “ha calado por completo” y que es habitual que cuadros de ayuntamientos pequeños y militantes pregunten qué pasa entre la dirección nacional y la madrileña en cualquier ciudad.

Como publicó EL PERIÓDICO DE ESPAÑA, en la Puerta del Sol no perciben ningún desgaste para Ayuso. Todo lo contrario. Las bases muestran una desafección importante y creen que quien acusa el mayor malestar de los militantes es Casado. También Teodoro García Egea, como principal impulsor de la estrategia de frenar a Ayuso. De hecho, es la baza con la que cuenta Sol para hacer recular a la cúpula popular: “No entienden qué pasa y que no le dejen presidir el PP de Madrid”, resumen. 

El presidente autonómico más crítico con el pulso madrileño es Fernando López Miras, muy cercano a Génova y partidario desde el primer momento por respetar los plazos y las condiciones de la dirección nacional en los territorios de cara a los congresos. 

Ningún barón niega el furor desatado por la madrileña y asumen que su tirón electoral es evidente. Pero es cierto que todos ellos (con independencia de Feijóo, único en encadenar cuatro mayorías absolutas) podrían obtener a día de hoy resultados muy parecidos a los de Ayuso en sus autonomías. La última encuesta de la Universidad de Murcia, que ayer publicó su edición de otoño, muestra que López Miras podría gobernar en solitario si se celebraran elecciones. El PP obtendría 20 escaños (cuatro más que hace dos años) y superaría la suma de la izquierda, por lo que la abstención de sus rivales en la derecha le bastaría. 

Como es habitual en la mayoría de cónclaves, los presidentes autonómicos compartirán una mesa con reflexiones en Andalucía. El pasado sábado tocó en Ciudad Real aunque la cita quedó diluida con más líderes regionales de la oposición, como la asturiana Teresa Mellada o el vasco Carlos Iturgaiz. También estuvieron otros dirigentes ‘de salida’ como el extremeño José Antonio Monago o el riojano José Ignacio Ceniceros.