Menudo susto se ha llevado el señor que cargaba un manojo de latas de cerveza y una mochila en la espalda al preguntar quién era esa gente que subía en manifestación por Via Laietana. La respuesta -"son policías"- le ha revuelto el estómago. Tas mirar a derecha e izquierda, ha serpenteado para adentrarse en el barrio de la Ribera, quizás para hacer el agosto en el paseo del Born. Ha tenido la mala suerte, aunque todo ha quedado en una cagalera pasajera, de darse de bruces con la protesta de los Mossos d'Esquadra (y también policías locales), que este sábado han marchado desde la Ciutadella hasta Sant Jaume para pedir que se les respete. Desde todos los ámbitos, ciudadano y institucional. Eran unos 1.300.

Aunque la convocatoria llevaba como lema 'por la seguridad pública', a nadie se le escapa que el asunto tiene también cierto aroma político. "Agredir a un policía sale gratis", han repetido los representantes sindicales, que han denunciado la falta de "apoyo institucional". Toni Castejón, portavoz de FEPOL, ha asegurado que los agentes atraviesan por un momento "muy grave". No solo "por tener que salir corriendo de botellones", que también, sino porque se suceden manifestaciones callejeras que terminan con violencia "y al día siguiente vuelven a permitirse". ¿Cuáles? Ahí es donde la cosa entra en terreno pantanoso, y seguramente sea la razón por la que el SEGCat, sindicato independentista de Mossos d'Esquadra, no se ha sumado a la protesta.

Castejón ha puesto dos ejemplos: "Los altercados que siguieron a la sentencia del juicio del 'procés' y que pusieron Barcelona patas arriba durante casi una semana y la revuelta social que siguió al encarcelamiento del rapero Pablo Hassel". "Compañeros del País Vasco nos decían que a veces tenían jaleo de 'kale borroka' dos días seguidos, pero nunca durante una semana como nos pasó a nosotros". Para este 'mosso', no solo el apoyo político ha sido "nulo", sino que se ha conseguido "que se cuestione constantemente la labor de la policía". Para tratar de rebajar el malestar en el cuerpo, el Major Josep Lluís Trapero reclamó el viernes "respeto" a los Mossos. "Me pregunto qué tiene de cambiar el mundo lanzar piedras a la policía", dijo. En el mismo acto, el 'conseller' de Interior, Juan Ignasi Elena, consideró "inaceptables" los ataques contra la policía catalana.

Silenciados en el Parlament

Que se ponga en duda su trabajo, sostienen, sería una de las razones por las que la ciudadanía se ha venido arriba y se enfrenta más a menudo a los Mossos. También a los policías locales. En este sentido, Valentín Anadón, portavoz del Sindicato de Comandos de las Policías Locales de Cataluña , señala que también los efectivos municipales están sufriendo esta escalada de violencia, sobre todo por "los botellones y las grandes concentraciones". "No queremos que se instrumentalice la seguridad, pero necesitamos más apoyo jurídico para que agredir a un agente (afirmación repetida por otros tres representantes sindicales) no salga gratis.

Imma Viudes, portavoz sindical, ha lamentado que no se cuente con ellos en la comisión sobre el modelo policial del siglo XXI que preside la CUP, partido que avanzó su intención de aplicar "un giro de 180 grados". "Deberían dejarnos intervenir para dar nuestro punto de vista técnico", ha demandado. El manifiesto leído por esta misma agente en Sant Jaume en nombre de todos los asistentes, además de exigir "respeto y dignidad", denuncia los "ataques director sufridos en los últimos tiempos que han provocado una falta de autoridad y una pérdida de legitimidad". También ha censurado la "politización constante" de la policía catalana, así como el "uso partidista para desgastar al Govern de turno". Entre los asistentes en la plaza, por cierto, diputados y concejales del PP y de Ciudadanos.

La protesta ha terminado en Sant Jaume con un par de petardos. Tenían que sumarse los taxistas, pero a última hora se bajaron de la convocatoria. De haber venido, las tracas habrían hecho temblar la plaza. Como suele hacer este combativo gremio. Otra vez será.