Han pasado dos semanas desde que Ismael junto con sus compañeros del GEO de la Policía Nacional regresó de Kabul tras participar en la evacuación de cerca de 2.000 colaboradores afganos y sus familias. "Hemos podido devolverles lo que durante años hicieron por nosotros. Nos habían hecho hasta la compra. Cuando sacas a esas personas en un avión es un orgullo, la leche".

Ismael relata a Efe la experiencia de su "tercer Kabul", el más duro. Una misión que a primeros de agosto iniciaba y en que participan una decena de efectivos del Grupo Especial de Operaciones (GEO) para dar relevo habitual a los compañeros que llevaban unos 80 días en el país. "Teníamos que estar hasta mediados de octubre pero en pocos días todo se precipitó".

El 27 de agosto este agente de la unidad de élite de la Policía Nacional regresaba a España desde Kabul en el último vuelo de evacuación del contingente español junto a militares, personal de la embajada y el resto de sus compañeros, en total trece GEO (a los diez que había ya se sumaron esos días otros tres de refuerzo) y siete agentes de la Unidad de Intervención Policial (UIP).

Homenajeados este jueves por el Gobierno y agradecidos por los elogios, ellos defienden que solo cumplieron con su deber como policías nacionales y siguen teniendo, al menos Ismael, la sensación "agridulce" por su regreso.

"Estás feliz porque has vuelto a casa con los tuyos, pero piensas que has dejado a allí a gente en condiciones muy difíciles", dice a Efe Ismael, aun impactado por el atentado en el que murieron trece militares norteamericanos a quienes veían todos los días. "Horas antes habíamos estado allí y de hecho, uno nos dijo que de ese punto había que irse ya".

El atentado sucedió en víspera de su vuelta a casa y una semana antes de abandonar la embajada ante el rápido avance de los talibanes hacia Kabul.

Con escaso tiempo para retirar la bandera, otra enseña en recuerdo de Isidro Gabino y Jorge, los dos geo asesinados en Kabul en 2015 y de destruir documentos que en manos de los talibanes supondría dejar en situación peligrosa a ciudadanos afganos, los policías protegieron al personal diplomático en un lugar seguro del aeropuerto.

"Nos abrazaban como si fuéramos sus salvadores"

Ismael explica que las instalaciones aeroportuarias son complejas. Tienen muchas barreras físicas para evitar precisamente atentados porque es base civil y militar. "No está pensada para administrar un flujo de personas como el de esos días".

"¡Buah, eso es difícil!", responde a la pregunta de qué imágenes le vienen a su memoria. Son muchas, dice, pero resume una: la de la desesperación de los padres que intentan darte a su bebé y que lo cojas con la esperanza de que lo puedes salvar y que ya lo intentarán ellos después.

"Cuando cogías a esos bebés y entraban también sus familias y nos abrazaban sin conocernos de nada como si fueras su salvador es muy muy duro".

La Policía Nacional tenía un listado de "personas evacuables" facilitado por la embajada. Establecieron un sistema para que localizarlas en los accesos e intentar pasar el filtro.

Del código de colores a evacuar a 300 afganos por una alcantarilla

Ese sistema fue "el código de color" con pañuelos amarillos y rojos. Los mostraban y los escondían; así los localizábamos fuera y los sacábamos. "Eso funcionó muy bien las primeras 48 horas, pero luego mucha gente empezó a copiarlo".

Así fueron rescatados muchos colaboradores afganos, también muchas personas a las que el operativo policial conocía de sus misiones allí.

"Cuando veías a alguien conocido era una orgullo devolverles de alguna manera el esfuerzo que habían hecho por ti durante años para hacerte la vida más fácil. Desde hacernos la compra hasta compramos tarjetas de teléfono para hablar con nuestras familias. Cuando sacabas a esa personas con su familia era la leche", dice Ismael.

La Policía Nacional llevaba muchos años sobre el terreno y conocía muy bien las instalaciones. Sabía qué puertas podían tener un menor flujo o qué vías podían ser útiles para agilizar la evacuación como entrar por una alcantarilla que salvaba unos de los controles más peligrosos de los talibanes y donde se concentraban miles de personas.

"Hemos tenido un trato muy personal con militares británicos y norteamericanos y eso también abre puertas", dice Ismael, antes de destacar la eficacia de ese vía de entrada que fue explotada durante 48 horas y por la que pudieron evacuar a casi 300 afganos.

Después de esos días, ese punto fue clausurado porque dejó de ser seguro. Así, se iban reinventando. "Lo que en un momento nos servía a las horas dejaba de servir porque la situación cambiaba".

La hermandad con militares de otros países

Lo que daba igual era si tú eras policía español o militar italiano o francés. Hemos facilitado entradas de familias de colaboradores italianos y ellos a nosotros.

"Esa es la parte buena, ha habido mucha unión, mucha ayuda, hermandad. Han sido muchos años en Kabul", concluye Ismael, que no se considera con información suficiente para analizar las causas de la caída de Afganistán en manos de los talibanes. "Eso es una cosa muy grande para lo pequeños que somos nosotros".