La victoria de Isabel Díaz Ayuso en las elecciones del 4-M fue aplastante. Logró que el PP pasara de 30 a 65 escaños pese a la pandemia, la crisis social y económica y pertenecer a un partido lastrado por graves escándalos de corrupción. Euforia total. Sin embargo, esos 65 diputados no son suficientes para tener "libertad", su palabra fetiche de la campaña electoral. Ayuso empezó este viernes su segundo mandato al lograr pasar la votación de investidura a la primera, pero a un precio que todavía no sabe cuan elevado será: el PP dependerá de Vox, de esos 13 diputados que respaldaron su candidatura. La formación ultra se lo podrá poner todo lo difícil que quiera en la Asamblea regional si quiere que los Presupuestos o las iniciativas legislativas descarrilen.

La portavoz de la formación ultra, Rocío Monasterio, no perdió el tiempo y este viernes, cuando le llegó el turno en la segunda jornada del debate de investidura, dejó clara su hoja de peticiones. Lo hizo en un discurso que incluyó un comentario racista hacia Serigne Mbayé, de Unidas Podemos, un gesto que fue censurado por el resto del hemiciclo, menos el PP. Ni Ayuso ni Alfonso Serrano, portavoz del grupo parlamentario conservador, hicieron ninguna referencia. Un silencio que habla por sí solo.

En esa lista de exigencias, la dirigente de extrema derecha bajó al detalle: quiere que Ayuso derogue las leyes autonómicas contra la violencia de génerola ley de identidad sexual y la que da protección integral al colectivo LGTBI. Monasterio también le pidió el cierre la televisión pública, Telemadrid, una petición que no suena mal al gabinete de la presidenta, que ya ha apartado al canal de la realización televisiva en días clave, como el acto del Dos de Mayo o el mismo debate de investidura.

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Ayuso, reelegida presidenta de Madrid con los votos de Vox José Luis Roca

Es cierto que la portavoz de Vox lleva con estas reclamaciones desde 2019, cuando ya dio su apoyo al PP, junto a Ciudadanos. Pero, este viernes, Monasterio puso el foco en la diferencia: estos dos años atrás Ignacio Aguado (Cs), el "anterior socio", no "le dejó". Ahora, en esta nueva legislatura (también de dos años, porque así lo marca el estatuto) se lo va a "exigir".

El episodio de Monasterio con Mbayé es de esos que acaba marcando los debates a pesar del paso de los años. En un momento del discurso, la líder ultra le acusó de entrar "de forma ilegal" en España y ser un "símbolo de desprecio a la clase trabajadora". Mbayé pidió la palabra y le exigió que lo retirara. "El racismo no cabe en esta Cámara ni en España", proclamó.

Diputada expulsada

Pese a que tanto como Más País, el PSOE y Unidas Podemos censuraron a Monasterio por racista, la jefa de filas de la ultraderecha en la Asamblea incidió en el tema en su siguiente turno, algo que enervó a Vanessa Lillo (IU). La diputada le gritó desde su escaño y la presidenta de la Cámara, Eugenia Carballedo (PP), le llamó al orden tres veces (peticiones que se produjeron con segundos unas de otras) y la expulsó del hemiciclo.

La jefa de la oposición, Mónica García, de Más Madrid, avisó a Ayuso de que hará "una oposición férrea" y auguró que su Gobierno será "tan corto como infructuoso". "Se ha puesto a confrontar y no ha podido parar ni siquiera con el Rey", lanzó. La misma idea que subrayó la portavoz del PSOE, Hana Jalloul, que lo achacó a que a la dirigente del PP le parece "aburrido" gobernar.

Ayuso decidió responder a todos los grupos a la vez. La aspirante comenzó agradeciendo a Vox su respaldo y defendió a Monasterio ante las críticas de los "partidos de izquierda", a los que tildó de "radicales y sectarios".

Ayuso no podía olvidarse de Pedro Sánchez y proclamó que lo que ha empezado "es el fin del sanchismo en España". La flamante presidenta tendrá un Gobierno monocolor, con nueve consejerías. Siguen todos los que le acompañaron en la legislatura pasada (incluida Marta Rivera de la Cruz, que ha abandonado ya Cs) y recupera a Concepción Dancausa (exdelegada del Gobierno en Madrid y expresidenta de la Asamblea, entre otros cargos) y Carlos Izquierdo (que ya fue consejero con Cristina Cifuentes). Se queda fuera del Ejecutivo Toni Cantó, que fichó por el PP en precampaña.