Tal y como se esperaba, el extesorero del PP Luis Bárcenas se ha ceñido al guion y ha dejado la manta casi como estaba. Porque en tres horas y media de interrogatorio del fiscal en el juicio de la caja B de ese partido, solo ha desvelado que trataron de sobornarle con nada menos que medio millón de euros para que alterara los papeles.

"Papeles del PP", se ha encargado de precisar. Que no "papeles de Bárcenas" como todo el mundo llama a las anotaciones que el extesorero hacía por cada "sobre" de dinero de la caja B que se entregaba a los dirigentes populares, en una práctica que instauró en su día el entonces secretario general Francisco Álvarez Cascos y que mantuvieron, al parecer sin rechistar, sus sucesores.

Con la pasmosa tranquilidad con la que ya declaró en su día en esta misma sede de la Audiencia Nacional de San Fernando de Henares en el juicio del caso Gürtel, Bárcenas ha reconocido que tanto él como su superior en ese momento, el ya fallecido Álvaro Puerta, eran conscientes de que actuaban "irregularmente".

Sabía que "pagar con fondos opacos era ilícito". "Una vez dicho esto, el responsable era Álvaro Lapuerta y yo cumplía sus indicaciones", ha reconocido sin alterarse lo más mínimo, arrastrado quizá por un tranquilo interrogatorio, suave en algunos momentos, del fiscal Antonio Romeral.

Los nombres de Mariano Rajoy, Ángel Acebes, Álvarez Cascos, Rodrigo Rato, Esperanza Aguirre (este quizá con un poco de inquina), María Dolores de Cospedal... han vuelto a escucharse en boca de Bárcenas como perceptores de esos sobres. Solo una vez, y muy de pasada, ha pronunciado el de José María Aznar, pero en otro contexto.

Y los ha nombrado sin mascarilla, porque el presidente del tribunal que le juzga, José Antonio Mora Alarcón, le ha permitido declarar sin ella después de que el acusado se lo haya pedido para que respirara mejor. Y se le escuchara mejor, ya de paso.

(Por cierto, en un lapsus, el magistrado le ha llamado señor Rajoy cuando ha cortado la sesión para hacer un receso).

Bárcenas, que manejaba el dinero B y se encargaba personalmente de meterlo en esos sobres, nunca se sirvió de esa caja paralela, que él tenía físicamente. No le hacía falta, ha recalcado, porque él y Lapuerta tenían el sueldo más alto del partido y, además, en nómina legal.

Los dirigentes de esa fuerza política cobraban menos, porque si un político gana mucho, "queda mal ante la opinión pública", nos ha ilustrado el acusado.

Así que estaba justificado que esos cargos del partido fueran agraciados con un sobre de vez en cuando, en opinión del extesorero. Y sobre todo cuando alcanzaban el Gobierno.

Parece ser que el sueldo de un presidente, vicepresidente o ministro no es ninguna bicoca y el PP lo complementaba, en palabras de Bárcenas, con sobres de la caja B. Con ellos, igualaban lo que percibían antes.

Ha justificado también las donaciones anónimas de los empresarios que, por supuesto, no tenían un fin altruista. "El altruismo no existe con esas cifras. Siempre era a cambio de algo", ha zanjado Bárcenas. Lo hacían para "abonar el terreno", en resumen.

Lo ha dicho en un largo interrogatorio en el que Bárcenas ha despejado algunos balones y echado fuera otros. Por ejemplo, ha negado que fuera él quien entregara los famosos papeles a el diario El País y le ha atribuido la filtración al exdiputado Jorge Trías, con quien rompió después la relación.

Tampoco fue él quien le pasó al entonces director de El Mundo, Pedro J. Ramírez, los documentos, sino el juez Javier Gómez de Liaño, ha relatado.

Reforma de Génova

El fiscal ha dedicado una parte importante del interrogatorio a la reforma de la sede del PP de la calle Génova, pagada supuestamente en gran parte con la caja B. Una por una, el representante del Ministerio Público ha exhibido las facturas de las diversas plantas del edificio, pero Bárcenas no las ha reconocido todas.

Eso sí, "aunque no reconozca los documentos, tengo conocimiento de lo que se hacía", ha insistido.

No habrá careo con Rajoy, tal y como ha decidido el tribunal, y habrá que esperar a este martes, cuando responderá a la Abogacía del Estado y a su defensa (ya ha adelantado que al resto de las partes no lo hará), para ver si tira algo más de la manta o prefiere seguir el guion.